Laia Masramon es una pianista muy joven, de solo 33 años. Aun así, acumula un espectacular currículum: empezó a dar recitales a los 10 años y a los 15 fue seleccionada para debutar en el Palau de la Música con la OBC.
El próximo jueves podremos verla en directo en el Palau de la Música, con un programa en el que ha puesto lo mejor de ella misma.
Muchos críticos destacan de Laia Masramon su sofisticación y su elevada técnica. Sin embargo, pocas veces hemos visto a una pianista que tan claramente anteponga el amor a la Música –ella la escribe con mayúsculas- a cualquier otro aspecto interpretativo. Nos lo cuenta en esta entrevista para Barcelona Clásica.
Este programa que presento en el Palau es muy querido para mí. Tocaré obras que respeto y admiro mucho desde hace años, como las Variaciones sobre un tema de Schumann de Brahms -una de las obras más profundas y sutiles de Brahms-, el Lento con gran espressione de Chopin -popularmente conocido como el Nocturno póstumo en do sostenido menor, aunque el título de Nocturno no es original de Chopin-, y algunas de las obras más exquisitas de Debussy y Scriabin. Varias de estas obras las he tocado en concierto desde hace años y otras son nuevas y expresamente elegidas para la ocasión.
La primera parte del concierto planta la semilla de la renovación, con las Variaciones de Brahms, seguidas del éxtasis nocturno de Chopin y un final apoteósico con su Scherzo nº 1.
La segunda parte presenta una propuesta compositiva de palíndromo, el símbolo cíclico del infinito, de la eterna búsqueda de respuestas y de la necesidad de renovación constante, a través de tres grandes compositores del siglo XX: Debussy, Scriabin y Pärt. Ellos nos sumergirán en un mundo sugerente y dinámico que culminará con el pletórico clímax de L’Isle Joyeuse y la pieza de Pärt.
B.C. La elección de Arvo Pärt, ¿tiene que ver con el próximo homenaje que prepara el Palau de la Música al compositor?
B.C. Debutaste muy joven en el Palau de la Música. ¿Sigues recordando ese momento cada vez que tocas aquí de nuevo?
L.M. Tocar en el Palau como solista con la OBC cuando tenía 15 años fue un honor y una experiencia absolutamente maravillosa que recordaré toda la vida. Es la sala donde yo iba de pequeña a escuchar a los grandes y a soñar con la música. ¡Esto no se olvida! Además, los compañeros de la OBC fueron estupendos. ¡Me sentí tan arropada y querida por todos! Después, nos fuimos de gira con la OBC en el País Vasco y lo pasé en grande con ellos. Al ser tan jovencita, era como la “mascota” del grupo.
Pero, cuando toco en concierto, sea donde sea, mis energías están centradas en el “aquí y ahora”. Solo sintiendo el presente puede uno conectarse consigo mismo, y esta conexión es esencial a la hora de salir a un escenario.
L.M. Carles Julià, que fue mi primer profesor de música – después de mi abuela, con la que empecé a los 6 años-, siempre me decía que “para dedicarte a la Música, tienes que ser digna de ella. Tienes que profesarle un respeto y amor infinitos. Si no, mejor dedícate a otra cosa.
B.C. Fuiste una pianista muy precoz, algo que es casi un tópico en el desarrollo de grandes pianistas. ¿Un pianista tiene que despuntar desde muy joven para tener opción a convertirse en profesional?
L. M. No tiene por qué ser así: tenemos el ejemplo de uno de los más grandes maestros, como es Alfred Brendel. Pero quizás esta es la excepción. Como cualquier otro lenguaje, si integras la Música desde muy pequeña, esta se transforma en parte de ti de forma natural.
Lo que requiere la Música es mucha dedicación sincera durante el resto de tu vida. Y estoy de acuerdo con lo que decía mi profesor Carles Julià, porque, si no es la pasión lo que te inspira para dedicar tantas y tantas horas, y si no estás dispuesto a hacer un trabajo de verdadera introspección, honradez y seriedad, harás un flaco favor a la Música y a ti mismo.
B.C. ¿Qué es lo que más valoras del trabajo que supone la selección de un repertorio y de una propuesta de interpretación?
Me entristece ver cómo a veces algunos músicos transforman ese arte en un espectáculo casi circense, que más que “ir sobre Beethoven”, o el compositor que sea, va sobre ellos mismos. Es siempre muy difícil encontrar ese equilibrio, pero mi deseo siempre será el de servir a la Música lo mejor que pueda, en vez de servirme de ella.
B.C. ¿Qué proyectos tienes en la actualidad?
L.M. Actualmente estoy trabajando en programas de recital y algunas obras de cámara. Probablemente, el año que viene se me pueda ver como solista con orquesta en Suiza.
Estudio en Basilea otro máster, esta vez especializado en fortepiano e interpretación histórica, un campo en el que tenía ganas de profundizar desde hacía tiempo. El conocimiento de los instrumentos originales permite entender mejor lo que escribió cada compositor y así puedo volver al piano moderno con una comprensión más profunda de la música y con una mayor variedad de posibilidades artísticas y herramientas técnicas.
También dedico parte de mi tiempo a la enseñanza, que considero crucial y que me hace vivir media semana en Madrid y media en Basilea.
Pero mi proyecto principal es seguir dedicándome a la Música y continuar aprendiendo de ella, porque así aprendo también de mí misma. La Música me ayuda a afrontar amablemente las dificultades y a saborear cada paso. Espero poder seguir así toda la vida.
B.C. ¿Preparas alguna grabación?
L.M. Estamos editando con CristalFilms un DVD de varios recitales que hice con obras de Mompou, Debussy, Ravel, etc. Además, con el cuarteto que formamos con Erich Höbarth (primer violín del Quatuor Mosaïques), Hariolf Schlichtig y Christoph Richter, editamos un DVD promocional grabado en directo de un concierto en L’Auditori de Barcelona, dentro de la Temporada de Música de Cámara.
Y tengo ganas de volver a grabar. Ya estoy pensando en repertorio…
B.C. Trabajas más en el extranjero que aquí. ¿Te gustaría tener más proyectos en Barcelona?
L.M. Todos tenemos deseos mundanos de tocar aquí o allá, pero intento que el ego no sea lo que rija mi vida, sino el contacto honesto conmigo misma y el amor por lo que hago.
Humildemente, yo dedico mi tiempo a lo que considero que me enriquece: la Música, las personas que me rodean y aquellos a los que quiero. ¡Lo que venga, bien estará! 🙂
L.M. El hecho de que el piano sea uno de los instrumentos más tocados hoy en día no necesariamente hace que vivamos una “edad de oro” del piano. A veces pienso que más bien ocurre todo lo contrario.
Hace algunos cientos de años, la Música ocupaba un lugar primordial en la vida de una parte importante de la sociedad. El hecho de tocar o escuchar Música era algo verdaderamente preciado. Hoy en día, tenemos más facilidad que nunca para escuchar Música, pero estamos perdiendo la verdadera esencia y la relegamos a un mero “entretenimiento”.
A veces, echo de menos aquellos tiempos en los que los grandes artistas como Maria Joao Pires, Alfred Brendel, Rubinstein o Horowitz, por poner algunos ejemplos, eran tratados con más respeto que un producto de márketing.
B.C. ¿No es positivo el marketing en la música clásica para ampliar la difusión?
Una sociedad sin Arte, una sociedad que no cuida el alimento para su espíritu, se convierte en una sociedad vacía. Y, a veces, las grandes industrias que giran en torno a la Música no siempre tienen el objetivo de servir a la música, sino el de “sacar productos” y beneficiarse de ellos. Aunque parezca que esto acerque la música a mucha gente, no creo que haga ningún bien, porque va despojando a la Música, poco a poco, de su autenticidad y de su poder transformador.