Cámara

Enrique Bernaldo de Quirós: “Hoy, ser versátil es más un hándicap que una virtud”

21-05-2017

El pianista Enrique Bernaldo de Quirós, un habitual de la cartelera barcelonesa, ha sido noticia recientemente por la publicación de un nuevo disco, Conversations, en el que recrea un imaginario encuentro entre tres leyendas de la música: Beethoven, Schubert y Liszt. En una entrevista a Barcelona Clásica, nos explica cómo ha evolucionado su carrera, desde sus primeros pasos en Rusia, donde creció yendo a los conciertos del Conservatorio Tchaikovsky y del Teatro Bolshoi, hasta sus proyectos actuales, repartidos entre su lugar de residencia habitual, en Baleares, y sus numerosos compromisos por España y Europa. 

Barcelona Clásica: ¿Por qué te iniciaste tan temprano en la música? ¿Fue por influencia familiar?
Enrique Bernaldo de Quirós: 
Empecé mis estudios musicales en Moscú, mi ciudad natal. En Rusia es bastante habitual iniciarse temprano en la música. Mis padres no eran músicos, pero sí personas muy sensibles a las artes. La decisión de llevarme a clases, en un principio de coro y, después, de piano, fue de mi madre. Con ella asistí a muchos conciertos en el Conservatorio Tchaikovsky y presencié todo el repertorio de ballet clásico del Teatro Bolshói. ​

B.C. ¿Qué ha aportado esta escuela rusa a tu formación y a tu manera de ver el piano?
E.Q.
Mi formación se desarrolló fundamentalmente en torno a la escuela rusa, primero en Moscú y después en Madrid con Galina Eguiazárova. De los profesores rusos aprendí a ser disciplinado en el trabajo, exigente conmigo mismo y con cada detalle de la partitura. Algo que marcó considerablemente mi visión de la interpretación al piano fue mi relación con el órgano, que estudié durante cinco años con Anselmo Serna, un reconocido especialista en la música barroca española.

B.C. ¿En qué porcentaje te identificas con la escuela rusa y con la española?
E.Q
. Yo no me aventuraría a hablar de una escuela pianística española propiamente. De hecho no es fácil establecer fronteras entre determinadas escuelas europeas. Es cierto que ha habido algunos maestros en Europa, sobre todo en el Reino Unido y en Francia, que, en la primera mitad del siglo XX, han dado mucha importancia a aspectos posturales y al análisis de los gestos y han llegado a desarrollar complejas teorías sobre cómo utilizar el peso del brazo o sobre la digitación. Pero yo creo que la materia prima fundamental con la que trabajamos es el sonido y sería un error no darle la máxima importancia. Sin duda, los pianistas rusos se caracterizan por una gran paleta sonora, pero también por un gran dominio de la forma, algo indispensable en un arte que se construye en el tiempo.

B.C. ¿Cuáles consideras que han sido los momentos más decisivos de tu trayectoria?
E.Q.
 Siempre me he considerado un intérprete versátil, capaz de abordar todo tipo de repertorios o estilos musicales. En un mundo tan proclive a la especialización como es el actual esto es más un hándicap que una virtud. Mi hito personal es poder hacer un disco con música alemana, otro con música francesa y, a continuación, poder centrarme, por ejemplo, en el repertorio ruso. Esa libertad a la hora de elegir mi camino me proporciona mucha satisfacción, aunque entiendo que pueda sacar de sus casillas a ciertos críticos o melómanos que tengan ordenada su fonoteca por épocas o estéticas musicales.

B.C. En tu nuevo disco imaginas las imposibles  Conversations entre tres músicos: Beethoven, Schubert y Liszt-. ¿Cómo surge la idea y por qué has elegido a estos compositores?
E.Q.
La idea de citar a estos tres genios para una conversación amistosa surgió a partir de mi anterior trabajo discográfico, dedicado a los Preludios de Debussy. En aquella ocasión, decidí escribir yo mismo las notas al CD y opté por hacerme una autoentrevista al más puro estilo Glenn Gould. Aunque no era un recurso del todo original, sí me pareció más entretenido que las clásicas notas de los discos. En Conversations, quise ir más allá y que los entrevistados fueran los compositores, lo que ha creado un encuentro que en realidad nunca existió, pero que a todos nos hubiera gustado presenciar. De esta forma, las obras son una continuación natural del relato iniciado:: completan la conversación  y dan un sentido global al álbum.

B.C. Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación… Supongamos que Beethoven, Schubert y Liszt vuelven a encontrarse hoy en día y tienen la oportunidad de hablar contigo sobre cómo ven la música hoy. ¿Coincidirían en su opinión?
E.Q. Puede resultar un tanto peligroso dejarme usar la imaginación… Haré unos emparejamientos bastante representativos. Diría que, en mi opinión, Beethoven podría aprobar la manera de pensar de Radu Lupu, Schubert se llevaría bien con Alfred Brendel y el travieso Liszt tal vez llegara a decantarse por el exotismo de Yuja Wang. Aunque, en la intimidad, los tres reconocerían que en el fondo se quedan con Richter y los cuatro coincidiríamos en nuestra opinión.

B.C. ¿Por qué tu confesada predilección por Beethoven? ¿Para cuándo un disco solo dedicado a él?
E.Q. Beethoven representa para mi la música total, una música que contiene y expresa absolutamente todos los matices del alma humana. No me imagino nada más complejo, ni más maravillosamente construido. Enfrentarse a una obra de Beethoven es siempre un reto, pero la satisfacción que obtienes de superarlo puede compararse a la satisfacción de disfrutar al más alto nivel de un gran libro de Goethe o de Tolstoi o de una exposición monográfica de Rembrandt. Beethoven siempre ocupará un lugar primordial en mi repertorio y, sin duda, llegará el día en que grabe un disco dedicado a su obra. O tal vez ocho.

B.C. ¿Qué próximos proyectos estás preparando de forma más inmediata?
E.Q. 
Los próximos proyectos los desarrollaré de nuevo en un estudio. Por un lado grabaré los quintetos para piano y vientos de Mozart y Beethoven, como miembro del recién fundado conjunto Harmonie du Soir, un ensemble que dará qué hablar en un futuro próximo. Por otro, un álbum dedicado a la música rusa con obras de Medtnder, Rachmaninov y Prokofiev. Además, desde hace tres años, mi sino está íntimamente ligado al devenir de la Sociedad de Conciertos de Palma de Mallorca, que creé con mi mujer Laura. Seguir desarrollando este proyecto cultural seguirá siendo una de mis prioridades.

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