Cámara

Mahler y Parra: confluencia de dos cosmovisiones

07-06-2018

El próximo sábado 19 de mayo a las 19h y el domingo 20 a las 11h se podrá escuchar, en L’Auditori, uno de los conciertos con más gancho de la temporada para los que tenemos los oídos acostumbradas a las disonancias. La confluencia de Gustav Mahler y Héctor Parra nos aproximará a dos cosmovisiones muy diferentes pero a la vez complementarias, de la mano de la OBC y el Ensemble Intercontemporaine.
 

Desde el año pasado, Kazushi Ono, el director titular de la OBC, tiene la voluntad de sacar a la luz todo un mundo que transformó la música de Gustav Mahler (1860-1911). Es el universo Des Knaben Wunderhorn (El cuerno mágico del muchacho), una colección de canciones antiguas recopiladas en la primera década de 1800 por Clemens Brentano -de quien el autor de La muerte en Venecia, libro dedicado a Mahler, habla muy a su doktor Faustus- y Achim von Arnim, que sirvieron de inspiración para varias composiciones del genio austríaco que, durante veinte años, reflexionó musicalmente sobre esta historia popular.

La Cuarta de Mahler es la primera sinfonía del compositor que se interpretó en Barcelona, ​​dirigida por Pau Casals en 1924, y la primera que incluye una única voz solista junto a la orquesta. Una soprano entona “Himmlische das Leben” (“La vida celestial”), que presenta una visión del cielo de este Knaben (niño), concretamente el quinto Lied de la serie. La composición de la sinfonía fue coetánea a la época en que Mahler fue nombrado director de la orquesta más importante del mundo, la Wiener Philharmoniker, pero los orígenes se encuentran en una pieza de 1892, Himmlische das Leben, que resultó ser el final de la Cuarta Sinfonía -el músico ya había intentado que formara parte de la tercera, pero lo desestimó porque estilísticamente no le encajaba. Ahora, con la Cuarta, se le presentaba un reto: evitar el problema del anticlímax que podía producir la pieza en medio o al final de una obra de grandes dimensiones. La canción, por tanto, debía ser una conclusión de todo lo que se había sentido anteriormente. Por lo tanto, el alcance de la nueva sinfonía debía ser modesto, lo que no resultaba un desafío menor que hacerla grandilocuente y extravagante como la Segunda o la Tercera. La sencillez es un bien muy preciado en una composición y la modestia una condición indispensable para los grandes genios.

La obra está estructurada en cuatro movimientos. Cuando llegamos a la cadencia largamente dilatada con la que termina el movimiento lento (en forma de doble variación), estamos preparados musical y espiritualmente para la inocencia -musical y espiritual- de la canción que sigue a continuación. El programa poético interior de la obra, un viaje desde la sofisticación a un estado de simplicidad, se nos explica claramente por la evolución de los primeros tres movimientos, con elementos puramente musicales, como le hubiera gustado a Hanslick. Lo que debía ser una conclusión, las palabras de Des Knaben, resulta ser, finalmente, una constatación de todo lo precedente.

Mahler quiere transmitir como un niño ve el cielo y el Paraíso, y lo hace repitiendo, de entrada, una progresión existente en los tres movimientos anteriores que muestra el universo del niño no com una conclusión, sino como una constatación. Y allí termina, suavemente, en las profundidades de la orquesta. Sólo el arpa y las cuerdas bajas pueden tocar el Mi grave con el que esta música de inocencia muere pacíficamente. El lirismo es exquisito y es cercana, en cuanto a estilo, a Mozart y Schubert, y, por otra parte, muy lejana a las composiciones que la preceden y la suceden.

El texto del Lied hace gala de los placeres gastronómicos del cielo. Los ángeles se muestran alegres: “Wir Tanz und springen / Wir hüpfen und Singen” ( “bailamos y brincamos, / saltamos y cantamos”), y San Lucas, San Pedro y San Juan, así como Santa Úrsula, se adhieren a Santa Cecilia y todos sus parientes para formar un conjunto musical, voces angélicas que despiertan los sentidos para que todo renazca con alegría. Porque “Kein 'Musik ist ya nicht auf Erden / Die unsrer verglichen kann werden” ( “Hacia música terrenal / puede compararse con nuestra”). En cerrarse en Mi Mayor, la sinfonía más corta de Mahler revela que esta es la tonalidad “del Paraíso”. Mientras que en el grueso de la sinfonía notamos un carácter animado y alegre, incluso desenfadado, la coda es tranquila y llena de serenidad: el más allá nos llama.

L’Ensemble Intercontemporaine de París és el grup de música contemporània més important del món. Acaba de celebrar el 40è aniversari, gairebé mig segle dedicat a projectes multidisciplinars associant música i dansa, cinema, òpera, teatre o arts plàstiques. Com diuen ells mateixos, “cada projecte és una aventura que amplia els horitzons de la creació”. L’ensemble vol fomentar la curiositat i l’escolta de la música de nova creació a gent de totes les edats i condicions. En aquest cas, acompanyarà l’OBC per interpretar una obra d’Hèctor Parra que és una estrena mundial absoluta, Inscape, obra pensada des de L’Auditori en col·laboració amb l’IRCAM, que també es realitzarà amb la Filharmònica de Colònia i l’Orquestra Nacional de l’Île.

El Ensemble Intercontemporaine de París es el grupo de música contemporánea más importante del mundo. Acaba de celebrar el 40 aniversario, casi medio siglo dedicado a proyectos multidisciplinares asociando música y danza, cine, ópera, teatro o artes plásticas. Como dicen ellos mismos, “cada proyecto es una aventura que amplía los horizontes de la creación”. El ensemble quiere fomentar la curiosidad y la escucha de la música de nueva creación a gente de todas las edades y condiciones. En este caso, acompañará la OBC para interpretar una obra de Hèctor Parra que es un estreno mundial absoluto, Inscape, obra pensada desde L'Auditori en colaboración con el IRCAM, que también se realizará con la Filarmónica de Colonia y la Orchestra National Lille.

Parra propone “un viaje verdaderamente realista” basado en el film Interstellar. Esta obra resulta un retorno a la física, un viaje por un agujero negro y la salida por un warm hole, en un agujero de gusano en un universo nuevo, dodecaédrico y multiconexo, propuesto a principios del 2000 por Jean-Pierre Luminet. El reto radica en cómo hacer que la música pueda hacer vivir la situación psicoacústica de penetrar el agujero negro. Todo el espacio vibrará durante media hora, viajando por dentro de las colosales fuerzas cósmicas, donde la energía material que hay curva el espacio-tiempo de una manera inimaginable, así como la luz, que se curva con ilusiones ópticas hechas con el sonido para hacer sentir al público la ilusión de estar girando.

Inscape es una obra para ensemble de 16 solistas, gran orquesta y electrónica que más de 30 minutos que nos conducirá a este viaje multisensorial los límites del mundo conocido y el que se nos presenta virtualmente. Finalmente, un viaje utópico que sigue las teorías de física relativista de Luminet, que afirma: “El astro, que fue luz, se ha convertido en oscuro, silencioso, insondable. Una vez cruzado su horizonte, es la caída interminable hacia un centro sin fondo “. Y añade que no puede haber un final absoluto, “no hay cura para el vértigo” y “el cielo, lleno de oscura energía, se vuelve aterrador por su transparencia”.

Por un lado, se nos presenta el universo de Mahler, el del niño, lo que ya no somos y nos miramos con ternura porque hemos sido; el del Buen Salvaje, puro e inocente. Un mundo introspectivo, diferente a la apertura que nos plantea Parra, ya que, “Podríamos ser nosotros la proyección holográfica de una realidad más profunda codificada en los límites del universo?”. Sin duda, un espectáculo cautivador en el que el mundo, de la mano de Kazushi Ono, se contraerá y se dilatará.

Para más información, clicar aquí.

Foto 1: 'Inscape', pàgina 168, Hèctor Parra|Durand/Universal Music Publishing Classical
Foto 2: Parra, Luminet i Goepfer a l’IRCAM|Foto: J.L. Besada

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Aina Vega Rofes
Aina Vega i Rofes
Editora
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