El pasado 18 de octubre el Gran Teatro del Liceu acogió la primera de dos representaciones de la opereta Candide de Leonard Bernstein con motivo del centenario de su nacimiento y en versión concierto. La dirección musical corre a cargo de John DeMain y cuenta con un cast de lujo.
La segunda ópera que nos presenta la temporada 2018/19 del
Gran Teatro del Liceu celebra el centenario del nacimiento del compositor y director de orquesta
Leonard Bernstein con su opereta
Candide. Escrita en 1956, Candide toma el libretto de Hugh Wheeler basado en la sátira
Candide del filósofo francés Voltaire y la adapta con letras de Richard Wilbur, Stephen Sondheim, John La Touce, Lillian Hellman, Dorothy Parker y el mismo Leonard Bernstein; dicho de otro modo, la plana mayor del musical americano de la primera mitad del siglo XX.
La representación de la opereta en versión concierto corre a cargo de
John DeMain como director musical, junto con
Conxita García, como es habitual, en la dirección coral. En esta versión concierto, el actor
Jordi Boixaderas narra las peripecias de los personajes, adaptadas y traducidas del inglés por
Salvador Oliva.
Una vez la platea estuvo repleta, la
Orquesta del Gran Teatro del Liceu salió en escena y comenzaron a sonar las primeras notas de la fantástica obertura de
Candide, una obertura que la orquesta aprovechó para brillar sobre el escenario que a menudo queda restringido a cantantes y attrezzo. Se hizo evidente que la música de Bernstein es de lo más divertida a la hora de ser interpretada, sobre todo si quien la interpreta es una orquesta acostumbrada a Wagner, el
belcanto y los italianos; seguro que los ritmos a modo de swing fueron bien recibidos!
Una vez resumidos todos los
leitmotiven de la opereta, entró Candide en escena, protagonizado por
Paul Appleby. Hay que decir que la entrada fue más bien tímida y que el tenor no acabó de llenar el escenario en ningún momento, eclipsado en algún momento por su compañero
Kevin Burdette, quién dio voz a Voltaire / Dr. Pangloss / Martin / Cacambo y quién marcó el nivel cualitativo de la velada. Paquette, interpretada por
Inés Moraleda demostró una gran técnica vocal y actoral, haciendo de Paquette un personaje adorable.
Josep-Ramon Olivé, el joven barítono catalán interpretó maravillosamente Maximilian, con un timbre bonito y sólido, y aportó al personaje una comicidad que se complementó perfectamente con la de Inés Moraleda. La coprotagonista femenina Cunegonde fue interpretada por una fantástica
Meghan Picerno que aportó humor, un supuesto divismo y un timbre muy bonito al personaje. La fiel acompañante de Cunegonde, la Vieja Dama, fue interpretada por una camaleónica
Doris Soffel que, al salir en escena, hizo gala de su puesto seguro a pesar de haber entrado tímidamente en un inicio, y acabó moviéndose con mucha soltura en el aria
“I am easily Assimilated”. Por último,
Chris Merrit apareció como Gobernador / Vanderdendur / Ragotski y a pesar de la avanzada edad del tenor estadounidense, aportó una pizca de parodia a las aventuras coloniales de los personajes con una voz bastante sólida.
Jordi Boixaderas, desde un extremo del escenario, se dedicó a narrar las aventuras de los personajes, los cuales interactuaban con el narrador como si él fuera un Dios omnipotente que tuviera la potestad de decidir sobre los destinos de todos ellos. El actor catalán hizo gala de sus capacidades de improvisación cuando, una vez sobre el escenario, el micrófono que llevaba no funcionó ni a la primera ni a la quinta vez. El fantástico narrador acabó hablando
a cappella tras varios gritos de los oyentes que se encontraban en los pisos superiores que chillaban a voces
“no te oímos!”. Fue mientras Boixaderas entraba y salía de escena repetidamente que John DeMain aprovechó para sentarse en una de las butacas que se encontraban en frente del escenario, sumándose a la sátira de la velada.
El golpe de humor y denuncia social fue protagonizado nuevamente por Boixaderas, en el momento en que describía la situación política del tiempo de Voltaire, explicando al público que debería hacer un esfuerzo para imaginar tal complicación política; fue con esta frase que el público barcelonés rompió a reír y sonaron unos cuantos aplausos. Unos momentos más tarde, cuando Boixaderas hablaba de los reyes depuestos que se encuentra Candide en medio del océano dijo
“sí, los reyes se pueden deponer” a lo que el auditorio estalló nuevamente en un aplauso.
Volviendo a la historia del trágico Candide, cabe decir que la elección fantástica de los intérpretes, que parecieron completarse unos a otros, hicieron de Paul Apppleby un Candide pasable, aunque en comparación con sus coprotagonistas parecía perder gasolina. La Cunegonde de Meghan Picerno y su
“Glitter and be gay” hicieron estallar de risa del auditorio y consiguieron un estrepitoso aplauso al final del aria que parodió la locura de las sopranos a lo largo de la historia operística de una manera ligera y divertida, con un timbre que mantuvo el humor y el fraseo del personaje aún demostrando una gran técnica vocal. El dramatismo de Picerno encontró su parecido en Burdette, que eclipsó el resto de intérpretes y encarnó sus personajes de manera que fue imposible apartar la mirada de éste. El fabuloso sentido del humor de Burdette y el dramatismo del bajo norteamericano aportaron el espíritu humorístico del musical norteamericano a la velada.
La noche continuó sin más problemas técnicos y llevó el auditorio a través de un viaje alrededor del globo y las colonias americanas mediante la parodia social y musical, creando un ambiente de lo más distendido y al mismo tiempo de una alta calidad . Al finalizar, los aplausos no se hicieron esperar y culminaron en Burdette, Picerno y Appleby.
Fotos: John DeMain, Picerno i Appleby, Bernstein.