Critica

Bartoli nos presenta su versión de la cenicienta en el Palau

26-10-2018

El 25 de octubre el Palau de la Música acogió la mezzo-soprano Cecilia Bartoli y su versión de La Cenerentola de Rossini, muy bien acompañada por un cast de lujo y por Les Musiciens du Prince-Monaco, todos ellos bajo la batuta de Gianluca Capuano.

Los ciudadanos de Barcelona estamos de suerte. Y es que durante este mes de octubre hemos podido descansar de tragedias y óperas series y disfrutar de comedias de primer nivel, primero con el Candide del Liceo y una semana más tarde con La Cenerentola de Giachino Rossini, protagonizada por una pletórica Cecilia Bartoli.
El público de la ciudad condal, ansioso de volver a ver la diva italiana, asistió a la sala del barrio de Sant Pere de Barcelona y aplaudió tímidamente cuando vio entrar el coro y los primeros intérpretes de Les Musiciens du Prince-Monaco, orquesta fundada por la misma Bartoli en 2016. La orquesta, vestida curiosamente con un uniforme igual para intérpretes femeninos y masculinos, recibió a su director Gianluca Capuano, especialista en música antigua, quien les hizo entonar las primeras notas de la famosísima obertura rossiniana. Cabe decir que para aquellos que no solemos escuchar música antigua en directo, el sonido de la orquesta nos sorprendió muy gratamente, envuelto en un espíritu histórico que, sorprendentemente, pareció llegar a buenos términos con la acústica del Palau. La magnífica sección de vientos madera, junto con las cuerdas y el resto del ensemble, interpretó una apertura llena de matices, colores y dinámicas que hizo evidente el talento del ensemble así como de su director y que pareció ir in crescendo a medida que las arias se iban desplegando y los cantantes iban pentagrama arriba, pentagrama abajo.

Una vez la orquesta hizo sonar los últimos compases de la obertura, el público estalló en un aplauso y vio entrar en escena Rosa Bove (Tisbe) y Martina Jankova (Clorinda). Ambas hermanastras aparecieron socarronas y divertidas, haciendo gala de unas voces maduras, ágiles y divertidas. Una vez Cecilia Bartoli salió en escena, aún mientras sonaban las voces de las hermanastras, el auditorio aplaudió irrefrenablemente y de manera totalmente precoz, quizá por la ansiedad de ver la famosísima mezzo italiana.

La primera intervención de Bartoli fue fantástica, haciendo gala de una voz de la que se ha dicho de todo y demostrando la agilidad de una artista verdadera, moviéndose por el escenario con gracia y humor, y dirigiendo el espectáculo al gusto.

La aparición del bajo José Coca como Alidoro fue la que siguió y llenó la sala con un timbre ciertamente hermoso, sólido en los bajos y quizás algo tímido en los agudos. Seguidamente el Palau recibió al fantástico bajo-barítono Carlos Chausson bajo la piel de Don Magnífico con la maravillosa interpretación del aria “Miei rampolli femminini” y de todas las arias que se le sumaron, todas ellas interpretadas magníficamente y sin perder en ningún momento el humor que envolvió la velada.
Fue entonces cuando llegó el turno del coprotagonista accidental David Alegret quien, según el director artístico de la sala, fue avisado dos horas antes del espectáculo sobre la baja del tenor Edgardo Rocha, que debía interpretar el príncipe Don Ramiro. El tenor catalán apareció en escena bastante seguro de sí mismo a pesar de la falta de ensayo, y lo hizo con una voz ciertamente tímida comparada con la majestuosidad de Bartoli, que lo fue guiando disimuladamente por encima del escenario y durante toda la velada guiñando los ojos y haciéndole gestos a escondidas.
El barítono Alessandro Corbelli, intérprete del camarero Dandini, apareció con un trueno de voz que hizo del aria “Come un'ape nei giorni de aprile” un espectáculo digno de escuchar y ver y que demostró, junto con el resto de intérpretes que ya se habían presentado en escena, que el cast que llevaba Bartoli era de primerísima categoría.

La Cenerentola que se presentó en el Palau fue un espectáculo ameno, divertido y de un altísimo nivel que contó, además, con una calidad que a menudo es cara de ver en espectáculos operísticos no escenificados. Y es que el espectáculo contó con la directora Claudia Blersh como diseñadora de escena, que transformó el escenario simple y pequeño del Palau en un espacio dinámico, ingenioso y bonito, y que disfrazó los personajes con un vestuario desenfadado y atractivo .

La cantante romana fue la directora indiscutible de la velada, asegurándose de que todo el mundo estaba donde debía, marcando entradas a Capuano y haciendo maravillas con sus cuerdas vocales. No faltaron los toques de humor: una tormenta de lo más barroca creada con la ayuda de un clavicémbalo y un martillo, una timbala interpretando ruidosamente los golpes de bastón de Dandini o la protagonista entrando en escena a través de la platea con un vestido de lo más atrevido. Con todo, la comitiva de Bartoli creó una velada difícil de olvidar.

Fotos: Cecilia Bartoli. 

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