Este mes de diciembre ha habido un rey indiscutible en el panorama barcelonés: Rossini, programado por el Gran Teatre del Liceu. L’italiana in Algeri nos ha acompañado entre el 13 al 23 de diciembre con su socarronería y buen humor y una protagonista como Isabella, que seduce a los argelinos. Como se acerca fin de año, los equipamientos se han puesto de gala con los valses y marchas de la familia Strauss, tan prolífica en la Viena imperial. Finalmente, la Orquesta Barroca Catalana ha programado las mejores piezas de Mompou. A continuación conozcamos a los tres protagonistas del mes.
La estirpe vienesa de los Strauss es conocida mundialmente por ser los proveedores de casi todas las piezas del Concierto de Año Nuevo (Neujarhskonzert), que desde 1939 se ofrece la mañana del 1 de enero en la Musikverein de Viena, con una audiencia estimada de unos mil millones de espectadores. Por lo tanto, es muy difícil competir en popularidad con la música de Johann Strauss (padre), Johann Strauss (hijo), Josef Strauss y Eduard Strauss.
De formación autodidacta, Johann Strauss (padre), nacido en la capital austriaca en 1804 -donde también moriría el 1849- pronto demostró su talento, al fundar su propia orquesta a los veintiún años, y cuando con sólo treinta -un años alcanzaba el cargo de director de la música de baile de la corte imperial de Francisco I. Su obra más popular es la Marcha Radetzky, que cierra apoteósicamente el Neujahrskonzert entre los aplausos al compás del público que invariablemente es dirigido por el director de la orquesta. Pero aparte de esta inolvidable pieza, hay que recordar este compositor como el verdadero impulsor del vals vienés a partir del Ländler, una danza tradicional campesina -aunque los orígenes de este baile es todavía ampliamente discutido. Entre los valses más celebrados está el Carnaval vienés, La vida es un baile, el Vals de Elisabeth o el Homenaje a la reina Victoria.
Además, compuso un buen puñado de galopes, las danzas rápidas en tiempo de 2/4 nacidas en Hungría (Champagnat-Galopp, Seufzer-Galopp, Fortuna-Galopp o Indianer-Galopp) y de polcas, las danzas rápidas de origen bohemio: Sperl-Polka, Wienner Kreutzer-Polka o Marianka.
Este año, que se ha celebrado el cincuenta aniversario de 2001. Una odisea del espacio, hay que recordar que cuando Stanley Kubrick muestra la majestuosa evolución de la nave Orion a través del espacio infinito lo hace con el Danubio azul, de Johann Strauss hijo, y parece imposible encontrar un fondo musical más elegante y majestuoso. En la secuencia de los simios que descubren el misterioso monolito, el tema musical es el primer movimiento de Also sprach Zaratustra, de otro Strauss que no es de la estirpe vienesa, aunque sería director de la Ópera de Viena entre 1919 y 1924: el muniqués Richard Strauss.
A pesar de la prohibición expresa de su padre, que quería que fuera banquero, Johann Strauss hijo (1825-1899) se consagró a la música y escribió más de 500 composiciones. De entre sus 150 valses destaca An der schönen blauen Donau, del año 1867, que invariablemente nos evoca el esplendor de la corte imperial de Franz-Josef y Sissí, pese a que el músico había participado en los disturbios antimonárquicos, cuando había dirigido la interpretación de la marsellesa, el himno revolucionario por excelencia. Tras su rehabilitación política se convertiría el compositor más popular de la música de baile de la segunda mitad del siglo XIX, con admiradores como Richard Wagner, Johannes Brahms o Richard Strauss, por valses como Cuentos de los bosques de Viena, Sangre vienesa, Vida de artista, El vals del emperador o Sueños de primavera. Offenbach le animó a cultivar la opereta vienesa, en tres actos, con alternancia de los fragmentos hablados con los cantados, donde alcanzó éxitos como Die Fledermaus (El murciélago, 1874) y Der Zigeunerbaron (El barón gitano, 1885). También escribió polcas, cuadrillas y otras danzas de salón.
Josef Strauss (1827) estaba destinado a la carrera militar, pero cuando su padre cayó gravemente enfermo, en 1853, dirigió la orquesta familiar y se animó a escribir Die Erst und letzten (La primera y la última), lo que sugiere que su paso por la música debía ser fugaz, dado que era un ingeniero y matemático talentoso. Finalmente se decantó por la composición y escribió valses como Perlen der Liebe (Perlas de amor, 1857), Wiener Couplets (Parejas vienesas, 1863), Delia (Delirios, 1867) o Sphären- Klänge (Música de las esferas, 1868 ), unas piezas con cierto carácter melancólico que las distinguen de las de sus hermanos. Entre sus polcas-mazurcas destacan Die Libelle (La libélula, 1866) y Die Emancipierte (La mujer emancipada, 1870). Su muerte prematura a cuarenta y tres años, probablemente debido al maltrato a manos de soldados rusos en Polonia, malogró su innegable talento musical. En cuanto al más joven de los Strauss, Eduard, dejó de lado la carrera diplomática en la que la había destinado su padre para suceder a su hermano Johann en la dirección de la Orquesta Strauss, en 1870, hasta su disolución en 1901. Fue compositor de valses como Interpretation y Verdicte Walz y de polcas como Knall und Fall y Saat und Ernte.
Frederic Mompou (Barcelona, 1893- 1987) ha sido uno de los compositores más importantes de la música catalana, con una sólida obra para canto y piano o para piano solo que puede situarse entre las más destacadas del panorama internacional en su ámbito. Hijo de un fundidor de campanas barcelonés, a menudo busca el acorde metálico que definía como “el símbolo de toda mi música”. En 1911 realiza el obligado viaje a París que en aquel tiempo tenía que hacer todo artista catalán y durante veinte años alternó la vida entre Barcelona y la capital francesa, lo que le permitía cultivar una rica vida interior en la soledad de las masas urbanas, una de las claves de su modernidad. Después de las primeras obras para piano, Impresiones íntimas (1911-1914) y Pesebres (1914-1917), que sientan las bases de su estética intimista y sincera, en busca de la claridad, llegarían los Cantos mágicos (1919), Charmes (1920) y Cuatro glosas sobre canciones catalanas (1920), que supondrían la proyección internacional del músico al concierto parisino de su maestro Ferdinand Motte-Lacroix. Su estilo ya está marcado por el peso de la música tradicional catalana, reinterpretada con rigor, técnica y sensibilidad, y con la influencia afrancesada de Satie y Debussy.
Después de una cierta crisis creativa de los años 30, entre 1942 y 1948 escribe Combate del sueño, sobre poemas de Josep Janés, que se inicia con el soberbio lied Encima de ti, sólo se flores, y hacia finales de los 50 iniciaría su obra maestra, Música callada, inspirada en San Juan de la Cruz, cuatro cuadernos con veintiocho piezas creadas durante ocho años (1959-1967) que son una síntesis de su pensamiento musical. En palabras del propio Mompou, “contienen toda la esencia de mi música (…), el reflejo de mi búsqueda de la forma concreta”. Con su brevedad y austeridad son una forma de ascetismo musical que aún inspira a los jóvenes músicos.
Los años 70 escribe series de canciones sobre poemas: Becqueriana y Cinco canciones sobre textos de Paul Valéry, además una Pastoral para órgano (1972) y la cantata para niños El pájaro dorado (1971). En 2001, George Mraz, Richie Beirach y Gregor Hübner publicaban el disco Roun about Mompou, una relectura de la Música callada en clave de jazz que denota la actualidad del compositor.
Fotos: Rossini, Richard Strauss (Wien), Mompou