Critica

Escalando desde Sarrià

04-02-2019

Este fin de semana se ha iniciado la quinta temporada de los Amics de l’Òpera de Sarrià con la farsa de Rossini La scala di seta, ópera en un acto raramente vista en Barcelona. En el Liceu sólo se presentó en el lejano 1977, a pesar de que la obra ya había pasado por la ciudad en el aún más lejano 1823 (Teatre Principal). Una re-exhumación, por tanto, del todo necesaria teniendo en cuenta la belleza de la partitura y su dinamismo trepidante, que en muchos momentos ya presagia el Rossini maduro.

La orquesta Barcelona Concertante estuvo dirigida de manera matizada y atenta por la batuta de Assunto Nese. En algunos momentos se añoró un sonido más dúctil de las cuerdas o unos momentos solistas más acabados por parte de los vientos, pero en conjunto fue una lectura mucho más que aceptable de una obra llena de arrecifes ciertamente dificultosos para mantener la coordinación entre escenario y foso.
 
Muy cohesionado fue el joven y eficiente equipo vocal, empezando por la protagonista Giulia, interpretada por la soprano Irene Mas, una voz de timbre agradable y técnica impecable a pesar de algún agudo problemático, en una interpretación convincente pero a la que tal vez faltó un punto de mayor picante seducción a nivel escénico. Giulia, en su intento de comenzar una nueva vida con su flamante (pero secreto) marido, Dorvil, debe vencer con su encanto las pretensiones del pijo Blansac e incluso de su propio servidor, Germano, criado que aún dificultará más la situación con cómicos malentendidos.
 
Dorvil estuvo encarnado por Jorge Franco, tenor contraltino ideal para el personaje que interpretó pero en quien se observaron unas sonoridades excesivamente nasales y un fraseo algo plano. Su competidor por el amor de la protagonista Giulia era Blansac, en la interpretación del barítono Carlos Pachón (el programa de mano inexplicablemente lo presentó como bajo). Su paso por Pésaro del pasado verano estuvo ciertamente aprovechado por el cantante, teniendo en cuenta la excelente prestación de la que disfrutamos en la pequeña farsa de Rossini; tanto a nivel vocal como actoral su canto mostró una gran sapiencia del estilo del cisne de Pésaro. De forma muy adecuada se optó por añadir a la corta partitura (donde su personaje no tiene ninguna aria) un fragmento donde Pachón pudo hacer gala de sus cualidades, el aria “Le femmine de italia” de L’italiana in Algeri que tan fresca tiene el público barcelonés. Quizás la página chocaba en algún momento con el argumento de la farsa (que recordemos que tiene lugar en París), pero fue un placer poder escuchar la interpretación que el barítono hizo del fragmento.
 
El también barítono Roberto Maietta dio vida al tonto criado de la historia, Germano, con una interpretación actoral muy convincente con un punto histriónico que en más de un momento provocó las risas del público. A nivel vocal se añoró un mayor control de su potente voz en un canto poco matizado.
 
Buena interpretación la de la mezzosoprano Nuria Vinyals en la breve parte de Lucilla, prima de Giulia y convincente prestación escénica del tenor Elías Juan Ohngay, a pesar de una voz bastante indefinida, en el episódico papel de Dormont, el tutor de la sufridora protagonista.
 
La dirección escénica fue conducida de forma ágil por Anna Ponces, con un resultado de conseguida comicidad. La sencilla pero utilitaria escenografía corrió a cargo de los alumnos de la escuela ELISAVA.
 
Desde estas líneas no podemos hacer nada más que terminar agradeciendo el trabajo realizado por los Amics de l’Òpera de Sarrià, con una carencia de recursos evidente, y desear un gran futuro a esta pequeña compañía de ópera de cámara en su intento de llenar un vacío incomprensible en la programación operística barcelonesa. Las gigantescas dimensiones del Liceu no hacen posible que algunas obras importantes de pequeño o mediano formato suban a su escenario. A veces se ha hablado de la necesidad de un segundo espacio, como existe en ciudades punteras como París, Londres o Berlín. Sueños que desgraciadamente siempre han quedado en el aire …

Fotos: A Bofill

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Aina Vega Rofes
Aina Vega i Rofes
Editora
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