Critica

Codina y Guri, el barroco en prisión

12-03-2019

El pasado día 7 de marzo el Festival Obertura City + reabrió las puertas de la cárcel Modelo de Barcelona para ofrecer un recital con dos intérpretes de primera calidad, Pau Codina y Jaume Guri. El planteamiento del concierto era interesante per se, un grupo reducido de personas se congregaron en el ala visitable de la cárcel después de pasar por todos los espacios que conducen a ella, en medio de un silencio extraño y tras recoger la manta que amablemente ofrecían al público para combatir las bajas temperaturas.

El concierto tomó una forma sorprendente cuando, una vez sentadas las personas presentes, apareció Pau Codina por el pasillo elevado de la nave y se sentó en medio del paso flotante que unía las paredes laterales. El público levantó la mirada para ver la joven promesa del país y quedó embobado con el sonido que proyectó su magnífico instrumento dentro de ese espacio tan curioso.
 
El programa se estructuró en tres partes distintas, primero Codina interpretó la Suite en re menor: Homenaje a Pau Casals de Enric Casals, hermano del famoso violonchelista. La prisión hizo reverberar el sonido del violonchelo sumergiendo al público en una atmósfera casi mística y kitsch, un sonido que escaló por las paredes y culminó en la bóveda de la nave, una nave fea y dolorida, rodeada de paredes metálicas y barandillas. La primera pieza que Codina interpretó es poco conocida en el repertorio, una pieza de homenaje fraternal que permitió al artista demostrar su gran técnica casi virtuosa. Codina demostró un gran trabajo armónico y de dinámicas, preciosista.
 
Después entró Jaume Guri con su violín y interpretó la Fantastia nº7 en Mi bemol mayor, TWV 40:20 de Georg Philip Telemann. Tras el preludio de Codina, los ruidos de la ciudad, bocinas, gaviotas, la vibración del metro y los ladridos empezaron a colarse en la cárcel. La pieza barroca con la que se presentó Guri demostró también sutécnica precisa y trabajada, sobre todo en el tercer movimiento, en el que nos ofreció un Largo precioso. 

La segunda pieza que nos ofreció Jaume Guri fue la Sonata para violín nº1 en Sol menor, BWV 1001 de Johann Sebastian Bach. La sonata, con un carácter suntuoso y punzante, fue interpretada de manera exquisita por Guri, que hizo gala de un cromatismo tímbrico fantástico y de un sonido muy potente, en la que el violín ocupó sin problemas la gran nave de la prisión.
 
Fue el turno de Codina otra vez, esta vez con la Suite para violonchelo nº1 en Sol mayor, BWV 1007 de Bach. Ni que decir tiene que la primera suite para violonchelo de Bach ha hecho verter ríos de tinta y de lágrimas, las de los numerosos estudiantes que se han encarado después de que Pau Casals la conviertera en curricular y obligatoria.

El inicio de la suite fue abordado de manera delicada y ligera, Codina llenó la nave de la prisión de una atmósfera etérea e intimista que sorprendentemente ligaba bastante bien con el entorno. Escuchar a Pau Codina es un placer auditivo, pero verlo es algo que multiplica el valor de la experiencia auditiva, la historia que el intérprete hace de su música es visual y sonora.

La archiconocida suite fue interpretada con un fraseo impecable, el lamento del Minuet II recuperó por un instante la suntuosidad de la sonata para violín pero recuperó los ánimos con la Gigue final, una danza bellamente interpretada que finalizó el concierto y dejó al público presente con un delicioso sabor de boca.

Fotos: Mar Medinyà

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