Critica

Matthias Goerne, el alter ego de Schubert

12-03-2019

Quien quizás es el mejor liederista del mundo, Matthias Goerne, ha abierto el Barcelona Apertura Spring Festival en el Palau de la Música con tres conciertos para grabar para siempre en la memoria. Ha interpretado los tres grandes ciclos de Schubert, La bella molinera, Viaje de invierno y El canto del cisne, acompañado del pianista Leif Ove Andsnes. Sentir el binomio Schubert-Goerne tres días en una semana es una experiencia estética apasionada y sobre todo, vital. Es el manjar de los dioses.

El primer día, para Die schöne Müllerin, Goerne iba con camisa blanca. Se trata de un ciclo con “sólo” cinco canciones en tonalidades menores, lo que aún deja un resquicio de luz para el protagonista. El caminante todavía tiene la esperanza de conseguir el amor de la bella molinera. Pero esta ilusión desvanece del todo en el duro, difícil y empinado Winterreise, un viaje a través del frío inhóspito, no sólo climatológico, sino principalmente, emocional. Esto se traduce en diecisiete canciones -de veintidós cuatro- en tonalidades menores. El caminante, al igual que Schubert, deja atrás la ilusión del amor y la felicidad, y se adentra en un viaje introspectivo a la tristeza que radica en la profundidad del alma. Como en los cuadros de Caspar Friedrich -contemporani de Schubert, el caminante se encuentra solo en medio de una naturaleza salvaje. Matthias Goerne exhibió la pesadez con una camisa negra.
 
Schwanengesang no es tanto un ciclo liederístico como una recopilación de canciones hecho por el editor con fines comerciales. Si Die schöne Müllerin y Winterreise están integrados exclusivamente por poemas de Wilhelm Müller, en Schwanengesang hay dos autores: Ludwig Rellstab y Heinrich Heine.
 
Matthias Goerne recibió una cálida y larga cuando sólo apareció en escena el primer día. Es un cantante asiduo a la Schubertíada de Vilabertran, por tanto, conocido y querido en nuestra casa y, además, un barítono que ha hecho del lied su estandarte. Para ser un buen liederista es condición indispensable ser un cantante de primera división, ya que más allá de una buena técnica, el lied requiere un estilo elegante, un fraseo inmaculado y una capacidad expresiva fuera de lo común. Un liederista es un rapsoda, y como tal, debe saber decir y transmitir los versos con expresividad pero sin afectación.
 
Es indudable que Goerne es un cantante técnicamente muy sólido, con una voz bonita, amplia, aterciopelada, pero lo que lo hace tan especial y diferente es su estilo depurado y un fraseo que permite entenderle cada palabra. La manera de decir las frases, matizarlas y de darles emoción es absolutamente sobrecogedora. En cada uno de los dos ciclos, Goerne estaba totalmente inmerso en el personaje, imbuido de su tristeza, soledad y desesperacion, Incluso en el modo de moverse por el escenario lo hacía patente. Iba de un lado a otro del piano exclamandose, impotente y desesperado, de su desdicha.
 
Además, como que ya tiene muchos años de bagaje en la espalda en el repertorio liederístico, Goerne, más allá de tener todas las piezas bien interiorizadas -como una segunda naturaleza-, consigue convertir la frase más sencilla en una perla de emoción máxima. La música de Schubert, aunque no es de masas, apela a las emociones, y la interpretación de Goerne consiguió fácilmente penetrar en el corazón del público. Cada palabra, cada verso iban acompañados de una teatralidad que enfatiza el significado.
 
Leif Ove Andsnes es un buen pianista, pero junto a Goerne pareció un espectro, una sombra. Tocaba siguiéndolo, casi sin personalidad, sin aportar nada. En el lied, en principio tan importante es el cantante como el pianista, porque son piezas escritas para voz y piano, pero Goerne marcaba el estilo y el ritmo de manera dominante, y Andsnes le seguía de cerca, más que la acompañaba . En el primer lied del Winterreise, Gute Nacht, el piano sonó neutro y pálido, sin secundar el desespero del caminante. Pero en el tercer concierto, Schwanengesang, Andsnes pareció que se reivindicaba, con más personalidad, un sonido más expansivo y dejando de ser sólo la sombra de Goerne.
 
A pesar de ser un cantante del todo consolidado, los dos primeros días pareció como si Goerne saliera un poco frío y se fuera calentando a partir del segundo o tercer lied, especialmente en el registro agudo. Se le notó algúna pequeña ronquera que esperamos que fuera un mero accidente. Aunque en el terreno del lied Goerne supera con mucho la técnica para ofrecer un recital de poesía cargado de emoción, de delicadeza y de pasión. El tercer día, ante un público de pie y completamente entregado a ovacionarle, Goerne incluso ofreció otro lied como bis. No incurriríamos en ninguna exageración si dijéramos que Matthias Goerne es el Fischer-Dieskau de nuestros días, un barítono dedicado al lied y la ópera alemana. El año que viene volverá al Palau precisamente para interpretar Wagner, concretamente el Wotan de Die Walküre. El favor del público barcelonés lo tendrá para siempre.

Foto: Matthias Goerne 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *