Critica

Iréne Theorin: fuerza, elegancia y expresividad

17-03-2019

Aprovechando la llegada de Iréne Theorin en Barcelona por su interpretación del papel protagonista en la ópera Gioconda, este jueves la soprano sueca acompañada del pianista Matti Hirvonen ofreció un recital en el Gran Teatre del Liceu con una primera parte con obras de compositores canónicos como Wagner, Schubert o Strauss y una segunda parte de escandinavos como Nystroem, Sibelius o Rangström.

Iréne Theorin es sinónimo de fuerza, elegancia y expresividad, y en el recital que interpretó el jueves pasado logró mostrar un gran abanico de registros interpretativos que la confirmaron una vez más como una de las grandes voces del panorama operístico.

Teniendo en cuenta el wagnerismo de Barcelona, Theorin no podía dar la bienvenida a su público de una manera más acertada: con un «Dicho teure Halle!» – que interpretó de memoria – se situó en el escenario con una planta y una comodidad de las grandes divas, con la seguridad de saber que estaba jugando en terreno amigo y con una gran devoción y entrega hacia su público que mantuvo hasta el final del recital. Sin duda, se presentó desde la puerta grande, con el empuje y potencia que ofrece esta aria de Thanhäuser.

El recital siguió con Schubert y la delicadeza y sensibilidad a Ständchen, con unos pianos graves que llegaban bien dentro, un Du bist die Ruh que hizo honor a su título y con una interpretación calmada arrancó los aplausos de una sala que no acababa de ponerse de acuerdo en el hecho de aplaudir o no entre lieds. Seguidamente, un Die junge Nonne enérgico pero también conmovido, con unas dinámicas marcadas y un fraseo claro.

Asimismo, Theorin hizo patente su talento dramatúrgico con un Der Tod und das Mädchen resignado, aguantando una mirada altura y desafiante y terminando con un «Sollst sanft in meinen Armen Schlafen!» que descendió hasta los infiernos. Aterciopelada, cálida y profunda, sobre la última nota de este lied se podría escribir un artículo entero! La comunicación musical que logró en esta ocasión se repitió en diferentes ocasiones a lo largo de la velada, con una voz que atrapaba y te estira a seguir escuchando.

Algunos de los recursos que utilizó, por ejemplo, el «Ruhe, meine Seele» de Strauss fueron el aprovechamiento de las consonantes para subrayar y rodar el texto o el de gestos teatrales sutiles, como el de apoyarse en el piano o marcar más o menos distancia con el atril. En todo caso, como apuntábamos antes, el destinatario final fue claro en todo momento: un público que respondía siempre con aplausos efusivos y entusiastas. Matti Hirvonen se mantuvo mayoritariamente en un segundo plano pero en alguna ocasión como la de la última a de este bloque, «Zueignung», estableció un diálogo musical con la soprano que fue todo un lucimiento para ambas partes.

La segunda parte del recital no pudo empezar de una mejor manera: llevó del norte de Europa joyas como la primera Själ och landskap de Nystroem, con una proyección penetrante y lanzando cada palabra con firmeza y sentido, cuidando los finales y en general queriendo hacer llegar a este teatro de ciudad mediterránea, todos los blancos de su paisaje natal. Uno de los momentos destacados también fue la pictórica y exigente a nivel de registros «Säf, Säf, Susa» o la melancólica «Var det en dröm?» De Sibelius. Así, Theorin también desplegó la poética de los lieds de otro compositor desconocido por el público barcelonés como es Rangström con toda la majestuosidad propia de la soprano, pero ya hacia el final se empezó a notar un cierto cansancio en la voz.

Y es que una vez finalizadas las obras de los autores escandinavos salió al escenario Christina Scheppelmann con un ramo de flores, agradeciendo a Theorin que haya sido el rostro que representa la temporada 19-20 del Liceu – con el título del todo apropiado para la solista «la fuerza de la ópera» – y la excusó porque no terminaría la velada con “In questa reggia» de Puccini por culpa de un resfriado.

A continuación, Theorin tomó la palabra y, tras confirmar que cantar el aria de Puccini sería demasiado arriesgado, enunció que, por el contrario, cantaría Jeg elsker dig – «Te quiero» – de Grieg, toda una declaración de amor a un público que respondió encantado. De propina y antes de despedirse definitivamente, nos regaló un fragmento de una obra sueca a capella, dejando el listón lo suficientemente arriba para querer sentir de nuevo a la Gioconda este mes de abril y a Turandot el próximo mes de octubre.


Foto: Iréne Theorin, Temporada 19-20 Liceu

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