Critica

La improvisación contemporánea según Fritz Hauser

20-03-2019

El Festival Emergents, organizado por el Auditori de Barcelona y Sampler Series ofreció, el día 18 de marzo, una tarde musical en el centro artístico de la Fabra i Coats, en el barrio de Sant Andreu de Barcelona. Los protagonistas de la velada: la JONC y Fritz Hauser.

La fábrica de creación Fabra i Coats, punto de referencia de la cultura barcelonesa más actual, se abrió para recibir un ensemble de lo más curioso: el percusionista suizo Fritz Hauser y la Joven Orquesta Nacional de Cataluña. Los organizadores: Sampler Series y su hermano mayor, el Auditori de Barcelona.
 
La tarde musical fue protagonizada por la improvisación, en este caso dirigida por Hauser, personaje capital dentro del mundo de la improvisación musical contemporánea. La sala de la Fabra i Coats, un espacio totalmente diferente de los que habitualmente acogen orquestas, se definió como un espacio diáfano dentro del cual había una serie de sillas colocadas de manera aleatoria para el público y un escenario bajo para los jóvenes intérpretes .

La orquesta empezó a salir y brave! Otra vez y siguiendo con la línea de la Gustav Mahler Jugendorchester, empezaron a salir chicas que llenaron el escenario y aquellas secciones habitualmente poco femeninas para decantar la balanza de la paridad y aportar un poco de esperanza al mundo tan horrorosamente masculino de la clásica.
 
Una vez todos los y las intérpretes se sentaron en el escenario, se hizo patente la organización de este; las secciones habituales de cuerda y viento se encontraban, en este caso, “desordenadas”: vientos y cuerdas comparten espacios hasta entonces segmentados.
 
El concierto comenzó de manera casi tímida. Todos los miembros de la orquesta y su director empezaron a rascar las superficies disponibles – sillas, instrumentos y otros – con un bastón blanco del tamaño de un palmo. De esta manera el espacio de la fábrica empezó a llenarse de un ruido ambiental que se iba moviendo igual que una onda expansiva. Algunos miembros de la orquesta comenzaron a moverse por el espacio y acabaron colocándose detrás el público, creando de este modo una especie de dolby surround que invitaba a la tele transportación.

Algunos miembros del público decidieron cerrar los ojos y apostar por un viaje sonoro que podía llevarlos en medio de un estanque lleno de ranas o bien un campo lleno de grillos tímidos. En cualquier caso, el tránsito en el que Fritz Hauser y la JONC sumergieron la sala fue algo extraordinario, y la primera pieza del programa, llamada Schraffur – para gong y orquesta -, pasó como un suspiro.
 
Fue el turno del Solo para percusión, Hauser volvió del tránsito y empezó a disponer de todos los elementos a su alcance para construir una sonoridad bellísima, apta para los entendidos en improvisación contemporánea y para los que se acercaban por primera vez a ella. En este solo, Hauser exploró todos los sonidos posibles de lo que a primera vista podía parecer una batería; platos, tambores, bombo y otros objetos rodeaban el artista, que entró otra vez en un viaje sonoro, esta vez sin orquesta.
 
Finalmente fue el turno de Rundum, una pieza para orquesta en la que todos los intérpretes que se encontraban sobre el escenario fueron introduciéndose en la ola sonora progresivamente, recuperando la atmósfera del inicio del concierto. Fritz Hauser inició el sonido y poco a poco los jóvenes intérpretes que estaban sentados a su alrededor se fueron añadiendo con sus instrumentos. Las cuerdas empezaron a hacer sonar sus instrumentos de manera tímida, algunos hacían armónicos, otras notas largas y sostenidas, y los vientos hacían algo parecido. Fue en esta última pieza cuando se hizo patente la falta de desenvoltura de la orquesta, quizás demasiado joven, quizás demasiado adulto, pero sobre todo demasiado clásica en el sentido más formal de la palabra.

Para aquellas personas acostumbradas a la improvisación no fue difícil ver que los jóvenes miembros de la JONC parecían no disfrutar del todo con lo que les pasaba, algunos parecían no saber qué hacer, otros no eran capaces de añadirse a la improvisación, sino que simplemente seguían la dirección de Hauser al pie de la letra. Con todo, escuchar Hauser en un espacio tan especial como la Fabra i Coats fue espléndido.

Fotos: Mar Medinyà

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