Critica

Música para violoncelo en La Pedrera

26-03-2019

Roger Morelló concluyó su residencia musical en La Pedrera con un concierto en dos partes bien contrastadas: en la primera interpretó cuatro obras contemporáneas para violonchelo solo, y en la segunda ofreció junto con el pianista Bernat Català la Sonata n.1 op . 38 de Brahms.

La música contemporánea es una fuente inagotable de lucimiento para un joven intérprete, como demostró Roger Morelló con las cuatro piezas que abrían su último concierto como músico residente en la Pedrera. Las exigentes sonatas de György Ligeti y George Crumb – dos gigantes del siglo XX – le permitieron mostrar su virtuosismo, así como las enormes posibilidades de su instrumento. Homenaje a Pau Casals, de Elisenda Fábregas, puso de manifiesto la influencia aún vigente del músico catalán más universal. La primera parte terminó con el estreno absoluto de Tombeau para violonchelo solo, de Joan Magrané, compositor residente del ciclo. Morelló, que introdujo cada interpretación con breves y acertados comentarios, cedió la palabra al compositor para que nos explicara de primera mano los detalles de la obra, estructurada en tres secciones que presentan, con caracteres diferentes, un lamento en forma de motivo descendente . El virtuosismo más familiar de las piezas iniciales, basado en la velocidad y la cantidad de notas, dejó paso a uno menos evidente pero tanto o más comprometido, que requiere un control preciso de la sonoridad y de la dirección de la línea melódica. Con su expresividad profunda y depurada -servida elocuentemente por Morelló-, Tombeau estuvo a la altura de sus ilustres compañeras de programa.
 
En la segunda parte, el pianista Bernat Català se añadió a Morelló para ofrecer una elegante versión de la Sonata nº 1, op. 38 de Brahms. Este retorno al repertorio tradicional sería bienvenido por muchos espectadores, pero lo cierto es que el choque estético entre las dos partes fue contraproducente. Mucho más provechoso hubiera sido empezar por Brahms y continuar con  autores posteriores, no por una cuestión de cronología, sino para ofrecer una sucesión más lógica de lenguajes. El público premió con efusivos aplausos la buena interpretación de Morelló y Catalán, que lo agradecieron con dos propinas: el Vals Sentimental de Tchaikovsky y El Cisne, de Saint-Saëns.

Fogto:  Roger Morelló 

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