Critica

Marta Puig, valor emergente ya consolidado

26-04-2019

En el marco de las residencias musicales de la Fundación Catalunya La Pedrera, esta semana santa hemos podido escuchar un trío de cámara encabezado por la pianista Marta Puig. Puig ha sido una de los artistas residentes en la Fundación esta temporada, y dio una muestra más que notable de su arte y su técnica en un concierto formado por un repertorio ecléctico que iba de Haydn hasta Montsalvatge.

Los músicos que tocaban con Marta Puig eran el violinista Federico Piccotti y el violonchelista Carlos Sánchez, y era realmente un gusto ver a tres músicos tan jóvenes tocando con tanta profesionalidad. Marta Puig, una pianista de sólo 27 años, demostró un nivel altísimo de técnica, de estilo y de capacidad expresiva. Sin duda, se puede considerar ya un valor consolidado, y no sólo una promesa.
 
El Trío núm. 39 de Haydn, que abría el concierto, fue la presentación de los tres artistas. Marta Puig sobresalió por encima de violín y violonchelo, y no sólo en calidad, sino literalmente en sonido. Federico Piccotti, de sólo 23 años, es un violinista que aún necesita pulir el sonido, ya que no alcanzó la delicadeza que requiere el clasicismo de Haydn. Por otra parte, el violonchelo de Carlos Sánchez fue casi imperceptible. Parecía como si el trío fuera en realidad un dúo de violín y piano con un poco de relleno.
 
Las dos piezas de Montsalvatge fueron donde pudimos escuchar dos dúos, de violín y de violonchelo, respectivamente. En el Sketch para violín y piano, Piccotti se soltó, se puso a tono y encaró la difícil pieza con mucha solvencia, una afinación correctísima y unas dobles cuerdas muy limpias. En el Trío núm. 1, op. 8 de Shostakovich, Puig y Piccotti tocaron en perfecta consonancia, ambos con mucha soltura y un sonido poderoso. Carlos Sánchez volvió a quedar discreto; sólo se hacía sentir cuando tocaba solo con el piano.
 
El momento de lucimiento de Sánchez vino con la Invención a la italiana para violonchelo y piano, de Montsalvatge. Es un músico correcto, con una afinación muy buena y un sonido limpio, pero no suficiente para actuar como solista con luz propia. En el Trío núm. 1 op. 8 de Brahms se volvieron a reunir los tres músicos. Marta Puig brilló nuevamente, con un dominio técnico absoluto y un sonido grande y expandido. En el Adagio exhibió mucha expresividad. Federico Piccotti, en cambio, pareció que dejaba al nivel que había demostrado en Haydn. El sonido del violín era rígido, faltaba libertad expresiva.
 
Sin duda, a Marta Puig el escenario de la Fundació Catalunya La Pedrera se le hace pequeño; su arte se merece escenarios más importantes, de más envergadura. Piccotti y Sánchez quedaron un poco a su sombra, en un concierto que hizo las delicias del público asistente.
 
Foto: Marta Puig

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