Critica

Los compositores más programados de abril en Barcelona

05-05-2019

Este mes de abril, los compositores más programados en Barcelona han sido Johann Sebastian Bach, en primer lugar, seguido de Almicare Ponchielli y Maurice Ravel. Pero
la gran noticia es que en los lugares sucesivos, aparte de un Händel que se va manteniendo en las primeras posiciones desde hace semanas, encontramos a dos compositores contemporáneos: Philip Glass y Raquel García-Tomás. Uno, mal tachado de minimalista e invitado en el Palau, del que volveremos a disfrutar este mes de mayo; la otra, la autora más prolífica y celebrada de nuestro país, toda una alegría para los que disfrutamos de la nueva creación y, además, defendemos la música hecha por y para mujeres. Felicidades a los dos!

 

1. Johann Sebastian Bach

Bach ha estado presente en L’Auditori, con Llibert Fortuny, saxofonista que ha versionado los hits bachianos, pero donde ha habido momentos estelares ha sido en el Palau de la Música Catalana con Oxford Voices & Edward Higginbottom, interpretando la Pasión según San Juan, y otra pasión, la de Mateo, con Paul McCreesh y los Gabriele Concierto Players. Además, Bach ha estado presente con el Duo Kailash en el Centro Cívico Urgell y el Conservatorio del Liceo, con Marta Torres y Misaki Pascual.
 
Es difícil aportar algo interesante sobre Johann Sebastian Bach en un párrafo, pero podemos afirmar que el padre de la música occidental (1685-1750) es la expresión musical del Protestantismo. En la medida en que Lutero prohíbe las imágenes en favor de la lectura directa y en lengua vernácula de La Biblia, la música se erige como el arte más supremo, por ello la calidad de la música del Sacro Imperio Romano-germánico y su profundidad intelectual, su perfección técnica y su belleza artística son indiscutibles. La obra de Bach es una de las más prolíficas de la historia, con un ritmo de composición trepidante, especialmente con el cultivo de la música instrumental y sacra. Probablemente ha sido el compositor más decisivo de la historia, por el impacto en artistas como Mozart, Beethoven, Brahms o Schönberg.
 
Aparte de sus innumerables misas y cantatas, sonatas y suites, destacan las Pasiones de San Juan y San Mateo, los Conciertos de Brandenburgo, la Misa en Si menor, El arte de la fuga, el Oratorio de Navidad o las célebres Variaciones Goldberg, además de numerosas obras vocales, orquestales, obras para órgano, clavecín y otros instrumentos. Bach agotó todas las posibilidades tímbricas y armónicas de la música barroca de su tiempo, anticipando elementos que sólo se retomarían en el siglo XX.
 

2. Almicare Ponchielli

El mes comenzó fuerte con La Gioconda, que se ha visto en el Liceu entre el día 1 y el 15 de abril. El compositor, Amilcare Ponchielli (Paderno, Cremona, 1834), era hijo de un organista que completó su formación musical en el Conservartorio de Milán. Boito, el libretista de la ópera, y Ponchielli formaban parte de los scapigliati (despeinados), que pretendían reaccionar contra el pretendido anacronismo de la tradición afianzada por Verdi y establecer un modelo poético nuevo, un retorno al realismo y un acercamiento de inspiración social desde las artes, especialmente la literatura y la poesía, a los más desvalidos.
 
Ponchielli nos ha dejado óperas como I promessi sposi (1892), que le proporcionó un contrato con Ricordi, y el ballet Le due Gemelle confirmó el éxito. Además, compuso y I lituani, Il figliuol prodigo y Marion Delorme como más importantes, ejerciendo influencia en Puccini, Mascagni y Giordano.
 
Cabe destacar el depurado melodismo de Ponchielli y el uso del leitmotiv wagneriano. Su escritura obligaba a los cantantes a reforzar la emisión con uso controlado del diafragma y resonadores para conseguir dar el toque expresivo y dramático requeridos por las exigentes partituras, que contienen grandes concertantes para el final de acto, pero también melodías populares y cierta influencia de la obra de Meyerbeer.

 

3. Maurice Ravel

Los conciertos en familia de L'Auditori, que cuenta con la oferta educativa musical más importante de Europa, ha presentado este mes de abril “La OBC baila Ravel”, un espectáculo basado en Ma mère l'oye del autor. Además, en el Centro Cívico Urgell, Jordi López homenajeó a Ravel al piano.
 
Maurice Ravel (1875-1937) nació en el seno de una familia cultivada y sensible que sin duda favoreció su desarrollo artístico. Su obra, con un estilo neoclásico audaz, es fruto de una herencia compleja y de búsquedas musicales que revolucionaron la música para piano y para orquesta. A menudo se le tacha de artesano meticuloso, orfebre del sonido, ecléctico (con influencias españolas, griegas, orientales y estadounidenses), pero sin duda excelente en “evocar los juegos más sutiles de la inteligencia y las expansiones más secretas del corazón” (Le Robert). Entre 1900 y 1918 ganó un Prix de Rome (certamen de gran prestigio en Francia y que habían obtenido los compositores más celebrados del diecinueve) y comenzó a concebir sus primeras obras maestras, algunas exitosas, otras que lo llevaron a decepciones. Posteriormente, su creatividad se desenmascara y se vuelve más auténtica, explotando al máximo su lirismo y haciendo incursiones en el blues, al tiempo que se erige como un heredero de Debussy. Nunca renunció a la tonalidad, lo que no fue obstáculo a sus búsquedas de nuevas soluciones a problemas planteados por la armonía y la orquestación, y abrir nuevos caminos a la escritura pianística. Su Boléro la ha convertido en uno de los compositores más interpretados de la actualidad.

 
Fotos: Bach, Ponchielli, Ravel
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Aina Vega Rofes
Aina Vega i Rofes
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