Critica

¿Qué piensa, Herr Zweig?

06-06-2019

El viernes 31 de mayo tuvo lugar la clausura de la primera temporada de Les Cambres del Liceu, un proyecto del maestro Josep Pons que esperamos que tenga continuidad. Este año ha girado en torno a Wagner y en esta ocasión se estableció un vínculo con Mahler y Schönberg con un programa llamado “El mundo de ayer: la culminación de Europa”.

Die Welt von Gestern es una radiografía diáfana y a la vez melancólica del ambiente fin-de-sciècle que nos hace entender, aún más, por qué Viena era el centro del mundo en 1900. Organizada a partir de Kreisen (círculos) artísticos interdisciplinares que tenían su punto de encuentro en los cafés de la Innere Stadt y alrededor del Ring, con el esponjamiento de una la ciudad abierta, cosmopolita, políglota y culta que sobresale en todas las disciplinas con figuras como Franz Werfel, Joseph Maria Olbrich, Otto Weininger, Sigmund Freud, Alexander von Zemlinsky, Alban Berg, Anton Webern, Hugo von Hofmannsthal, Adolf Loos, Gustav Klimt, Karl Kraus, Alma Schindler (Mahler Werfel) o Lou Andreas-Salome. Y sus máximos exponentes: el Jano de Mitteleuropa y el Konservative Revolutionär.
 
La sombra alargada de Wagner aún se percibe en los compositores actuales, especialmente los sinfonistas y los operísticos, así como su uso del leitmotiv es básico en los musicales y las bandas sonoras -con un tratamiento infinitamente más esquemático que el trabajo melódico wagneriano y sus implicaciones filosóficas. Pero el impacto que el genio de Bayreuth tuvo en sus sucesores más inmediatos fue inmenso, y Mahler y Schönberg son un ejemplo claro. Los tres conformaban el precioso programa que nos ofreció parte de la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu en el Foyer del Coliseo. Concepción magistral, ejecución con graves carencias técnicas y de expresión. Una sensación agridulce por una vienesa de adopción que puede disfrutar de Schönberg una media de dos veces al año en Barcelona.
 
Cuando Schönberg -y permítanme la referencia reiterada- estrenó su Verklärte Nacht, la crítica coincidió en definir la representación “como si se hubiera ejecutado una partitura de Wagner en el que los músicos hubieran mezclado por error las páginas”. El “Siegfried Idyll” sonó talmente así. El equilibrio entre las secciones no era el adecuado y había carencias generalizadas en la afinación y una dirección discreta de Ionut Podgoreanu que, estamos seguros, es un muy buen trompa. Este regalo de cumpleaños para Cosima con referencias autobiográficas (a su hijo Siegfried y al pájaro y la salida del sol significativos de momentos importantes de la pareja) podía haber sido mucho más exitoso.
 
Si hay alguna obra que represente menos del espíritu schönberguiano de 1910 esta es el final de los Gurrelieder. El compositor vienés está experimentando con el expresionismo atonal y sin embargo, su innere Notwendigkeit le pide terminar un proyecto de 1900 con coherencia con el estilo posromántico. A nivel compositivo, Wagner plana sobre el castillo de Gurre. La ambigüedad y la suspensión tonales son constantes en la obra; a modo de ejemplo, escuchamos como la introducción orquestal, que dibuja una puesta de sol, no se decide a situarse a la dominante hasta el compás 23 que, en lugar de resolver en la tónica, explora otras regiones sonoras. Para conseguir esta inestabilidad, Schönberg hace uso del acorde de séptima disminuida. Otra página musical paradigmáticamente wagneriana y que pudimos escuchar viernes con una irregular Orquestra del Gran Teatro del Liceu y una solvente mezzosoprano Gemma Coma-Alabert es el “Lied der Waltraube” (“Canción del pájaro del bosque”) del final de la primera parte, cuando el pájaro del bosque evoca recuerdos en una canción en forma de rondó y la armonía que la acompaña recuerda el acuerdo del Tristán. En el caso de Schönberg, se convierte en un leitmotiv que sugiere el canto de un pájaro, con gran voluntad descriptivista (programática). La interpretación de Gemma Coma-Alabert fue del todo satisfactoria, con una dicción especialmente buena del alemán, tanto en Schönberg como en Mahler, una voz redonda, sin fisuras, bien proyectada y con dominio sutil de los reguladores. La parte instrumental sufrió, por el contrario, algunas imprecisiones.
 
Y entre Wagner y Schönberg, Mahler, el compositor que significa un principio y un fin, que dicta las tendencias de la primera mitad del veinte y recoge con genialidad los logros del diecinueve. Gustav Mahler fue el gran mentor de Schönberg aunque la diferencia de edad no era significativa, pero sí claramente pertenecían a dos generaciones diferentes, con búsquedas sonoras diversas. Para su Verein für Musikalische Privataufführungen, una asociación para la ejecución privada de obras contemporáneas que tenía lugar en la Konzerthaus, Schönberg hizo muchos arreglos de obras sinfónicas para cámara o piano (especialmente dedicadas a Eduard Steuermann) como es el caso de Das Lied von der Erde (La canción de la Tierra) de Mahler o los Lieder eines fahrenden Gesellen (Canciones de un compañero viajero) basados, también, en Des Knaben Wunderhorn y que escuchamos el viernes. La conforman cuatro lieder, Wenn mein Schatz Hochzeit macht (Cuando mi dulce amor se case), Ging heut Morgen übers Feld (Esta mañana he salido al campo), Ich hab' ein glühend Messer (Tengo un cuchillo de hoja reluciente) y Die zwei blauen Augen von mein Schatz (Los dos ojos azules de mi amada). El resultado sonoro por parte del ensemble del Liceu fue poco satisfactorio, con una falta de empaste del conjunto y ciertas impurezas en la ejecución, sobre todo en las secciones piano. Tal vez los músicos no se creen suficientemente la iniciativa y van a cumplir expediente, pero sería necesario que el maestro Pons (a quien echamos mucho de menos) haga un último empuje teniendo en cuenta que, cuando se pone él delante del aparato orquestal, todo suena con personalidad y pulcritud. Coma-Alabert volvió a descatacar y se convirtió en la protagonista de la noche.
 
Finalmente, un apunte. El divulgador Pol Avinyó remarcó que Schönberg está muy presente en Barcelona dado que terminó el segundo acto del Moses en nuestra ciudad cuando estuvo viviendo. Esta afirmación es desgraciadamente exagerada, dado que esta temporada sólo hemos podido escuchar los Brettl-Lieder con Magdalena Kožená y Mitsuko Uchida en el Palau y este fragmento de los Gurrelider el Liceu. Parece que la próxima temporada se hará más justicia, pero nosotros no dejaremos de hacer nuestra reivindicación.

Fotos: Richard Wagner, Arnold Schoönberg, Gustav Mahler. 

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Aina Vega Rofes
Aina Vega i Rofes
Editora
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