El pasado 10 de julio en el Palau de la Música, la Orquesta Barroca de Barcelona, dentro del ciclo NovAria Artists, nos ofrecieron un magnífico concierto basado en un viaje por algunas de las composiciones más representadas de Vivaldi. Dirigida musicalmente por Gilles Colliard, el concierto se dividió en dos partes: una primera parte con diferentes conciertos y una segunda parte con una de las obras más famosas de Vivaldi, Las cuatro estaciones.
El concierto comenzó con el Concierto para orquesta RV 121 en Re Mayor, donde la orquesta supo mostrar al público la esencia de Vivaldi, con una técnica impoluta llena de gran armonía por parte de todo el conjunto y un gran virtuosismo y energía monumental en Colliard, que hacía un deleite de nuestros sentidos. El Concierto “alla rustica” para orquesta y continuo en Sol Mayor rv 151 seguía la misma línea que el anterior, con la vivacidad que nos transmitían. En el Concierto Op 3 núm. 9 para violín solo en Re Mayor, pudimos ver una gran expresividad en esta pieza, mucho más solemne que las anteriores. Con el Concierto Op 3 núm.11 por dos violines y violonchelo en Re Menor y el Concierto Op 3 núm. 12 para violín solo en Mi Mayor, mientras Colliard maravillaba con su destreza al violín, el resto de los músicos nos deleitaban con el pizzicato. La elegancia mostrada cuando tocaban los instrumentos hacía que escuchar aquellas piezas fuese, en cierto punto, unos momentos celestiales. Sobre todo, cuando, al unísono, llegaron a un punto apoteósico tanto para los espectadores como los intérpretes. Durante toda la primera parte, la técnica más que demostrada de todos los músicos, era palpable hasta la última fila del Palau. El repertorio, muy cuidadoso y sin perder ningún tipo de detalle, hacía halagar el oído con la extraordinaria representación que nos mostraban. Llegaba pues, la segunda parte, casi sin aliento y tratando de digerir y guardar en nuestra mente lo que había pasado.