Cámara

Dos Hércules barrocos a Bachcelona

19-07-2019

Este martes 16 de julio en el Palau de la Música Catalana (Sala Petit Palau) se llevó a cabo el Concierto inaugural del Festival Bachcelona. Los solistas de la Beca Bach – Hicks, Folqué, Doñate y Kazez – junto con el Coro BZM y la Bachcelona Consort bajo la dirección de Václav Luks interpretaron a dos grandes maestros del barroco: Bach y Händel.

 

Las dos obras interpretadas en el Concierto inaugural de esta séptima edición del Bachcelona giraban alrededor de una figura mítica conocida (y desconocida) para todos. Sabemos quién es el protagonista de los doce trabajos que la filmografía moderna nos ha hecho llegar una versión politizada. Václav Luks, pero, especializado en música barroca, este martes subió el escenario del Petit Palau para contarnos dos otras maneras de entenderlo: El Hércules de Bach se dirige al cielo, es virtuoso porque elige el camino que está lleno de dificultades y no el más fácil, el del vicio. En cambio, el de Händel, junto con Iole, canta a la tierra (y lo que queda más abajo) con conceptos muy diferentes de su contemporáneo como podrían ser la caída, la venganza o la muerte.
 
Luks condujo las dos obras con una gran expresividad, con gestos abiertos y dinámicas que parecían traducir su propio movimiento en música. Andaba (prácticamente saltaba) necesariamente por una parte a la otra para dirigirse a los músicos que tenían un momento destacado en la partitura. En general, el trabajo del director se tradujo en la capacidad de traspasar el papel que demostraron los intérpretes, de explicar musicalmente la historia que estaban protagonizando.
 
El Coro BZM, formado por una treintena de voces jóvenes, con una voluntad denotada de explicarse a través del fraseo, nos regaló momentos mágicos – como los «Last unos surgido» (vamos con cuidado) de Bach o la primera entrada «o filial Piety» de Händel – pero también se echó en falta una escucha más conjunta en los momentos en que las sopranos o los tenores cantaban por separado. La Barcelona Consort interpretaron un Bach elegante y un Händel punzante y, a pesar de algún desajuste a los vientos, sonaron homogéneos. Cabe destacar, además, el papel solista del concertino Shunske Sato, especialmente en el aria de Bach «Auf meinen Flügeln».
 
Con todo, la cantata de Bach Die Wahl diciembre Herkules, BWV 213 dejó espacio de lucimiento al contratenor y tenor solistas. Daniel Folqué – contratenor – sonó brillante, redondo, libre, fresco, con unos agudos muy cuidados y unas consonantes mordeduras. Cabe destacar el aria con el eco (un segundo contratenor) por el diálogo establecido con el oboe pero sobre todo el aria compartida con el tenor: no sólo por la compenetración rítmica en momentos más delicados como en los trinos y bordaduras, sino también por el hecho de ceder o ocupar espacio y protagonismo dependiendo del movimiento melódico, estableciendo así un va y viene de dinámicas natural y comprensible para el oyente. Así, Martí Doñate – tenor – lució una voz cálida, con mucho cuerpo y un carácter claro, con una gran precisión en los fragmentos más rápidos y unos crescendi acabados con fuerza, determinación y potencia.
 
Del mismo modo, los fragmentos de Herkules BWV213 de Händel fueron el espacio de lucimiento perfecto para la soprano y el bajo solistas: Angela Hicks – soprano – se desarrolló de manera más cómoda en esta segunda parte (que llevaba de memoria ) que en la primera. Con una voz ligera, cristalina y inocente atrapó al público desde el primer «My father!». Aunque algunas vocales algo abiertas, Hicks nos ofreció, en general, unas bordaduras libres y unos trinos bien resueltos, con pasajes de piel de gallina (como el aria «How Blest the maid»). Por otra parte, Ben Kazez – bajo – sin tener una voz especialmente potente ni teatralizar exageradamente sus interpretaciones, se desarrolló con una muy buena presencia en el escenario y se ganó la complicidad del público. Con una voz aterciopelada y llena protagonizó, también el bis ( «Lust der Völker, Lust der herramientas» del final de Bach) que cerró el concierto.
 
Si el festival Bachcelona busca ser un espacio de encuentro entre profesionales de prestigio y jóvenes intérpretes, la presencia de Luks fue, sin duda, una buena apuesta. Si uno de los objetivos del festival, sin embargo, es ir más allá del formato concierto, tal vez habría hecho falta una apuesta más arriesgada (como sí lo son muchas de las propuestas programadas para esta semana). Si, finalmente, este año se tiene como «invitado inesperado» a Händel y se pretende establecer un diálogo entre los dos compositores, la del martes fue, sin duda, una buena carta de presentación.


Fotos: Bachcelona. Václav Luks.

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Aina Vega Rofes
Aina Vega i Rofes
Editora
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