Òpera

Los compositores más programados de julio

04-08-2019

Este mes hemos tenido en la ciudad el Festival Bachcelona, ​​que ha programado a Bach y Händel, que están primero y tercero, respectivamente, en el ranking de compositores más programados de julio. Además, en el Palau de la Música, los hermanos Lucas y Arthur Jussen interpretaron dos corales de Bach revisitados por Kurtág en versión de dos pianos. Y Verdi ha reinado en el Gran Teatre del Liceu con Luisa Miller.

  1. Bach

Johann Sebastian Bach, la cumbre de la música barroca o, sencillamente, según Pau Casals, la cima de la música, nació en Eisenach en 1685, y murió en Leipzig, en 1750. Goethe hizo el elogio definitivo: “al oír la música de Bach tengo la sensación de que la eterna armonía habla consigo misma, como debe haber sucedido en el seno de Dios poco antes de la creación”. Era el año 1828, el momento de su reconocimiento artístico y popular, casi ochenta años después de su muerte, cuando Félix Mendelssohn dirigió la Pasión según San Mateo en Berlín. La leyenda dice que, en 1821, cuando el joven músico judeo-alemán tenía veinte años, acompañó a su madre a la casa del carnicero, en Leipzig, donde descubrió que el buen hombre envolvía la carne en un papel pautado, lleno de anotaciones. Al llegar a casa reconoció en aquellos papeles las partituras de Bach, que habían hecho hacia el desván de un casa vieja que el carnicero había comprado, de forma que fueron rescatadas del olvido por un feliz azar. La historia probablemente es falsa, pero, como dicen los italianos, se non è vero …
 
Bach pertenecía a una prodigiosa familia de músicos que dio más de un centenar de intérpretes y compositores, de los que una treintena alcanzaron un nivel importante. Su obra es una síntesis de las grandes tradiciones musicales europeas, de raíces alemanas, francesas e italianas, que depura y eleva a la máxima expresión con su invención melódica, el desarrollo contrapuntístico, la ciencia armónica y un lirismo lleno de fervorosa religiosidad. Como intérprete fue un virtuoso del órgano, el clave y el clavicordio, y escribió para todos estos instrumentos y para el violín, el violonchelo, la viola de gamba, el laúd y la trompeta. Pero con su sensibilidad religiosa, el coro se convirtió uno de los instrumentos favoritos de Bach, por su capacidad de decir, de propagar los textos bíblicos, tan fundamentales para el luteranismo, con su imperativo de volver a las fuentes escritas, hasta el punto que la música sacra se sitúa en el centro de su creación, como manifestación de su oficio y de su piedad fervorosa. Además de La pasión según San Mateo, el Oratorio de Navidad o las Cantatas sacras 80, 140 y 147, entre sus principales obras maestras están los Conciertos de Brandenburgo, las Variaciones Goldberg, la Tocata y fuga en re menor o el Clave bien temperado.
 
  1. Verdi

Bach trabajó en casi todos los géneros musicales, excepto la ópera, al contrario que Giuseppe Verdi (1813-1901), que durante más de cincuenta años la cultivó, desde sus inicios discretos, con Oberto, Conte di San Bonifacio ( 1839), hasta la genial madurez del Falstaff (1893). El primer gran éxito le llegó con Nabucco, estrenada en La Scala en 1842, tras el fracaso estrepitoso de una ópera bufa en quiebra, Un giorno in regno (1840), un encargo hecho a regañadientes en un tiempo particularmente oscuro, cuando el autor afrontaba la muerte de sus dos hijos y de su esposa Margherita.
 
La música de Nabucco era tan novedosa y tan desconocida, con un ritmo tan vivo, que los ensayos eran interrumpidos constantemente por las muestras de entusiasmo de los músicos, los cantantes, el coro y el personal técnico, que dejaban el trabajo para no perderse detalle del escenario. Además, en el Milán ocupado por los austriacos, el Va pensiero se constituyen en un himno de liberación nacional y su autor se convirtió en el héroe del pueblo, como mostraba Bertolucci en 1976, al inicio de Novecento, con la secuencia del campesino anunciando a gritos, en medio de la noche, la muerte de Verdi. Después de aquel triunfo, la autoexigencia de Verdi para mantenerse en la cresta de la ola le obligó a un ritmo creativo inhumano: son “los años de galeras”, como decía él mismo, que produjeron I lombardi, Ernani, Giovanna d’Arco, y Macbeth, un prodigio musical para explicar la tragedia de Shakespeare. Luisa Miller (1849) incluía los años de galeras para dar paso a la trilogía inmortal que forman Rigoletto, Il trovatore y La traviata. Después, aún llegarían Aida, Don Carlo, Simon Boccanegra, y dos maravillas basadas en textos de Shakespeare, Otello y Falstaff.



3. ​Händel

Georg Friedrich Händel nació en 1685, el mismo año que Bach, en Halle, a sólo cuarenta kilómetros de Eisanach, pero curiosamente los dos genios no se conocieron nunca personalmente. De hecho, es difícil encontrar dos compositores con unas aspiraciones y un estilo musical más diferentes, porque mientras Bach concebía la música como un servicio ad maiorem dei gloriam, para Händel había que conectar con los gustos cambiantes del público, lo que lo convirtió en el primer compositor moderno. Su vida fue la de un artista sofisticado e internacional, que viajó por Alemania, Italia y Gran Bretaña, donde finalmente se establecería el 1709. Allí compondría El Mesías, en 1742, con un éxito tan fulgurante y tan permanente que la harían una de las obras más conocidas y reconocidas del repertorio internacional. Sin embargo, es posible que la popularidad de la pieza enmascarara el resto de su prodigiosa obra -en cantidad y en calidad. Dos obras para ser interpretadas al aire libre que provocaron el entusiasmo de las masas fueron la Música acuática (1717) y la Música para los reales fuegos de artificio (1749), un encargo de Jorge II que tuvo un estreno bien desgraciada, porque el fuego quemó el escenario y provocó el caos, varios heridos y dos víctimas mortales. Entre otras de sus hits perdurables destacan el aria Lascia ch'io pianga, del tercer acto de la ópera Almira (1705), reciclada con una letra diferente para el segundo acto de Rinaldo (1711) y, sobre todo, Zadok de Priest, del himno de la coronación de Jorge II, que se ha convertido en el himno de la Champions League, con un arreglo de Tony Britten.
 
Junto con Bach, Händel es la más alta expresión de la música barroca, con su capacidad de recoger influencias germánicas, italianas e inglesas, particularmente de Henry Purcell. Trabajador compulsivo hasta la extenuación, se reinventó constantemente y cultivó la ópera, los oratorios y los repertorios corales, con composiciones modernas y cosmopolitas, con una gran fuerza dramática y una gran belleza lírica. Se declararon sus discípulos músicos como Glück, Haydn, Mozart y Beethoven, que lo consideró “el compositor más grande que haya existido nunca”.


Fotos: Bach, Verdi, Händel.
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Aina Vega Rofes
Aina Vega i Rofes
Editora
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