Critica

Identitad, el paradigma de la música clásica. Reflexiones sociales para abrir un espacio de debate

05-10-2019

La música clásica presenta a menudo un problema: no hay público, y especialmente no hay público joven. Pero, las salas de conciertos se plantean claramente cuál es el problema? Es válido el modelo actual en una sociedad tan globalizada y con tantos estilos de música? Tienen los conciertos de música clásica un formato adecuado o el público que va ya está cómodo? Quizás sería adecuado buscar nuevos tipos de público? Seguramente nos encontramos con muchas preguntas y pocas respuestas.


En primer lugar, analizamos la base del problema desde un punto de vista sociológico; es decir, qué es el que hace que alguien opte para ir a un concierto o no ir. Preguntémonos qué papel desarrolla la música en la sociedad. Qué es y para que sirve? Tiene que servir por algo o tiene que tener algún papel a la sociedad? El concepto no es actual, sino que ya Platón, Aristóteles, Mikhail Bakhtin o Klaus Blaukopf hablaban respectivamente a su tiempo. La música es importante e inevitablemente forma parte de la cultura y la sociedad.

A pesar de que a veces la consideramos como una experiencia más bien espiritual, forma indiscutiblemente parte de nuestro día a día y desencadena una gran función social. Esta función hace que desarrolle otras muchas funciones: sentido generacional, de tiempo y espacio en el cual vivimos, de clase, etnicidad y género. No es extraño, pues, que acabamos conformando nuestra identidad a través de ella.

La palabra identidad es una palabra muy importante en el problema que estamos planteando. ´Se el que hace crear patrones de aceptación o rechazo, puesto que hace que nos sentimos identificados o no con un determinado tipo de música y con todos los elementos que la rodean.


Estos elementos exteriores pueden ser, según Josep Martí: un elemento físico, por ejemplo el rechazo de los violines de material sintético hacia los violines convencionales; valores ideacionals, como lo fue el rechazo del jazz en América porque representaba una degeneración moral; por agentes sociales y morales, como por ejemplo la no aceptación de la música magrebí dentro de la sociedad española; elementos arquitectónicos. En el caso de los últimos, porque nunca son neutros. ´Se por eso que, en India, una actuación de las Spice Girls a unos templos sagrados provocó episodios de escándalo al considerarse una actuación pornográfica. Los templos eran conocidos por unas esculturas eróticas, pero una actuación falta de espiritualidad no podía ser buena.

Por qué la mayoría de los adolescentes fuera de ambientes culturales (la mayoría de los jóvenes) eligen la música popular antes de que la culta, la cual, de hecho, suelen rechazar? Muy sencillo: porque no se sienten identificados con ella.

Esto se debe básicamente por la imagen o el concepto que se tiene de ella: una música, como muchas veces se la denomina, culta y seria, que invita a la reflexión y que además no supone participación por parte del oyente (al contrario que sucede en conciertos de música popular). Por otro lado, considerada el resultado de una sensibilidad individual y creativa superior, fuera del alcance de la mayoría de las personas.

Muchos jóvenes ven esta música como una cosa hermética, distante y propia de un grupo muy alejado de sus intereses: las personas “grandes” (desde su punto de vista, está claro); un grupo al que, además, suelen oponerse.

Si miramos, en cambio, qué es el que tiene la “música popular contemporánea” (para denominar así la música actual que escuchan los jóvenes), encontraremos los valores contrarios. Los adolescentes, en pleno proceso de construcción de su identidad, encuentran en la música popular aquello que no les ofrece la música culta: ídolos o referentes, tan presentes en esta cultura impuesta, la del espectáculo. Es mucho más fácil imitar o intentar imitar (para ser aceptado en la sociedad) la estética de un cantante famoso como por ejemplo Justin Bieber o Miley Cyrus, que la de un gran intérprete de música culta (sobre todo si no se sabe tocar ningún instrumento musical). Además, los intérpretes clásicos son a menudo desconocidos para la mayoría de los jóvenes.

La música popular aporta autoidentificació. Para posar algún ejemplo, los heavy metal se identifican como una parte de un todo cuando van a ver un concierto. El hecho musical no se reduce al escenario, sino que hay una gran comunicación entre intérprete y público.

Las canciones actuales también nos ayudan a gestionar nuestra vida pública y privada. Por ejemplo, con las canciones de amor nos sentimos identificados y relacionamos las letras con el que nos pasa a la vida real. No es de extrañar, pues, que la gran mayoría del mundo occidental se identifique con canciones de Grease o Dirty Dancing. Las canciones también dan forma a la memoria personal, organizan nuestro sentido del tiempo e intensifican nuestra experiencia en el presente.

La música popular contemporánea pertenece a los fans, no es una cosa alejada de ellos. Ahora viene, hace algo la música clásica porque la sociedad se identifique con ella? Evidentemente, la educación tiene un papel muy importante, pero los patrones sociales son difíciles de cambiar y, en mi opinión, no se puede ir en contra.

Según una modesta encuesta realizada, la música clásica tiene un público fiel, quizás tradicional, pero que valora tanto su música como su formato de concierto. Ahora viene, quizás hay que reflexionar sobre el tema. Si queremos llegar a un público más amplio, no habría que innovar y crear nuevas propuestas?

Un estudio exploratorio del problema y una busca de la relación de causa-efecto en el público son necesarios para poder crear nuevos proyectos a través de conclusiones. Ejemplos y aproximaciones al planteamiento podrían ser los conciertos-debate, la reconstrucción virtual de espacios acústicos, las dramatizaciones y performance arte o los medios audiovisuales en interacción con performance vive.

Estamos hablando de un problema que afecta tanto público como intérpretes; por lo tanto, hay que reflexionar todos juntos. La sociedad cambia y, con ella, su música y sus formatos.

Fotos: concierto, concierto OT
 

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