Lied

Cuando mélodie y lied se encuentran. Degout y Tiberghien en el LIFE Victoria.

08-10-2019

El pasado viernes 4 de octubre, el festival LIFE Victoria ofreció un recital en el Recinto Modernista de Sant Pau protagonizado por el barítono Stéphane Degout acompañado del pianista Cédric Tiberghien. Durante la velada, que llevaba por título “Lili Boulanger, muerte prematura”, sonaron un par de piezas cortas de la célebre compositora francesa junto con numerosas canciones del repertorio clásico, todas ellas firmadas por sus compañeros masculinos.

Este año, el festival celebra su séptima edición y ha decidido dedicarla al “papel de la mujer en el mundo del lied”. Sin embargo, la tarea loable y más que necesaria de visibilizar las mujeres artistas pareció quedarse en una mera estrategia de marketing, ya que para las presentes, el supuesto homenaje a las mujeres compositoras y en este caso concreto a Lili Boulanger, quedó aplastado por el peso del canon masculino.

El concierto comenzó con una colección de canciones de Gabriel Fauré, maestro de Lili Boulanger, y la fantástica sala del Recinto Modernista de San Pau se llenó hasta la bandera para acoger con un cálido aplauso a Stéphane Degout y Cédric Tiberghien, ambos debutantes el festival. El sonido que emanó del pequeño escenario demostró paulatinamente la potencia tímbrica del barítono francés que, tras una primera arranque relativamente tímida, se puso al público en el bolsillo.
 
La bonne chanson de Gabriel Fauré inició el programa, una serie de melodías musicadas a partir de textos de Paul Verlaine que sirvieron para adentrarnos en la canción francesa del cambio de siglo y para allanar el camino hasta llegar a Lili Boulanger y el ciclo Clairère dans le ciel, musicado a partir de poemas de Francis Jammes. Tal vez si el título del recital se hubiera correspondido con la realidad, en vez de escuchar dos melodías del ciclo de Boulanger, hubiéramos podido disfrutar de la audición de las trece que lo conforman. Entonces sí que hubiera sido algo admirable, noticiable, incluso memorable.
 
Una vez silenciadas las últimas notas de Vous m'avez regarde avec toute votre âme de Boulanger, los intérpretes cambiaron radicalmente de registro e hicieron sonar el archiconocido Schwanengesang de Franz Schubert. Hay que decir que Degout, con un instrumento del encendido y animado, hizo sonar los poemas de Heine maravillosamente, convirtiendo las piezas de Schubert en algo casi teatral, y demostrando su carácter camaleónico a nivel interpretativo.
 
Después de una corta pausa fue el turno de nuevo de nuestra protagonista. La pieza elegida para romper el hielo fue Reflets, con texto de su inestimable y devoto colaborador Maurice Maeterlinck. Otra vez, demasiado corta y demasiado alienada del resto de un programa que llevaba su nombre. La siguió Claude Debussy y su ciclo Fêtes Galantes II, sobre poemas de Paul Verlaine. Con este tesoro sonoro del impresionismo francés quedaron atrás las mélodies y los poèmes para dar paso a los Liedern y los Gedichte. Con Hugo Wolf y su Fußreise adentraron en tierras germánicas y Degout, que hacía casi dos horas que se entregaba al público, evidenció que tenía cuerda para un rato más, y abordó Der Jäger con un empuje considerable. El último lied del programa, Der Feuerreiter, se convirtió talmente en un cuento ilustrado, el último cuadro de una serie de pinturas sonoras de una gran fuerza dramática. La pasión de Thiberghien al piano y la entrega absoluta de Degout hicieron del poema de Mörike algo maravilloso y, después del largo viaje por paisajes y cuentos de fábula, dejaron el público embelesado.
 

Fotos: Degout i Tiberghien. 

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