Lied

Mujeres

06-10-2019

El 24 de octubre, el LIFE Victoria presentará en la Sala 4 Alicia de Larrocha de L’Auditori el recital del tenor Roger Padullés, el pianista Rubén Fernández Aguirre, la violinista Marta Cardona y la violonchelista Laia Puig, que incluye en el su programa obras de estas cuatro compositoras. Cuatro mujeres y sus canciones que, con permiso de los intérpretes, serán protagonistas.

Amy Beach (1867-1944) abandonó su carrera de concertista de piano en casarse, a los 18 años, y se centró en la composición, alentada por su marido. Una vez viuda, volvió a tocar en público con éxito durante cuarenta años más. Fue la primera compositora relevante de Estados Unidos. Lili Boulanger (1893-1918) entró en el Conservatorio de París para estudiar composición con 15 años. De salud delicada desde muy pequeña, dejó una cincuentena de obras antes de morir a los 24 años. Fue la primera mujer en alcanzar el primer lugar del Premio de Roma de composición, en 1913. Nadia Boulanger (1887 a 1979) ganó el segundo lugar del Premio de Roma de composición en 1909 y debutó como directora de orquesta el 1912. Gran pedagoga, se convirtió en una de las figuras musicales más importantes del siglo XX. Ilse Weber (1903-1944), escritora, fue recluida en el campo de concentración de Terezín en 1942. Allí escribió unos sesenta poemas y musicó algunos. Murió en Auschwitz, en la cámara de gas.

Cuando Amy Cheney tenía ocho años, sus profesores aconsejaron a los padres que lo enviaran a estudiar a Alemania, porque poco más le podían enseñar ellos. Los padres encontraron que era demasiado pequeña para soltarla sola tan lejos y continuaron dándole la mejor educación posible en Boston. A los quince años debutó como concertista y publicó su primera obra; cuando se casó tres años después con el doctor Henry Harris Aubrey Beach se retiró. Su marido no quería que tocara en público, como no fuera ocasionalmente en algún acto benéfico; en cambio, la animó a componer y ella, que sólo había estudiado un año de composición, continuó formándose de forma autodidacta. De estos años de matrimonio son algunas de las canciones que cantará Roger Padullés: las Three Shakespeare Songs, op. 37 (1897), Ecstasy, op. 19/2 (1893) y Chanson d'amour, op. 21 (1893). Son piezas herederas de su formación, centrada en los grandes compositores románticos, y de las parlour songs que estilaban en aquella época en su ambiente cultural. En cuanto a los textos, apreciamos lo que será una constante: los grandes referentes como Shakespeare y Victor Hugo convivirán con la poesía más cercana. Llevándolo al límite, ella misma firma el poema de Ecstasy.

Tras la muerte de su marido en 1910, Amy Beach hará el viaje a Europa que no había hecho de pequeña, ahora como concertista de éxito. Cuando vuelve a América, tres años después, se dedica a hacer giras en invierno y componer en verano (en una casa en el campo que se había comprado con los derechos de Ecstasy; sus composiciones tenían un éxito considerable) . Las tres canciones que escucharemos de esta segunda etapa, A mirage y Stella Viator, op. 100 (1924) y Rendezvous, op. 120 (1928), son más personales, con influencias del impresionismo francés e incluso del atonalismo. Dos de los poemas tienen autoras hoy olvidadas, pero la autora del Rendezvous era una personalidad de la época, la violinista Leonora Speyer von Stosch (quizá tiene presente el retrato que le hizo John Singer Sargent), ganadora del premio Pulitzer de poesía en 1927. Para cerrar estas pinceladas sobre esta pequeña muestra de las aproximadamente ciento cincuenta canciones que compuso Amy Beach, detengámonos, primero, en los temas que elige: excepto las de Shakespeare, todas están vinculadas con la naturaleza. Y, por último, fijémonos en que a menudo se añaden a la voz y el piano el violín, el violonchelo o ambos.

Como Amy Beach, Lili y Nadia Boulanger fueron niñas con unos dotes musicales que llamaron la atención desde pequeñas. En su caso, venían de una familia de músicos y vivían en París. Tener los mejores profesores posibles se traducía, por ejemplo, en que el amigo de la familia Gabriel Fauré hiciera clase a las niñas Boulanger. Una grave enfermedad a los dos años dejaron, a Lili, secuelas que, inexorablemente, fueron minandole la salud y las fuerzas. Inevitablemente, esta circunstancia condicionó su recorrido como compositora; se habla de una necesidad vital de crear que se iba incrementando a medida que veía como se acercaba su fin. Se dice también que cuando leyó tristeza, de Francis Jammes (el más comprensible de los poetas simbolistas), se sintió identificada con la protagonista; de ahí que eligiera trece de los veintidós dos poemas para escribir su único ciclo de canciones, Clairières dans le ciel (1913). La joven a la que canta el poeta ha desaparecido de su vida y no llegamos a saber cómo ni por qué; los poemas, las canciones, son un canto al amor perdido. Roger Padullés y Rubén Fernández Aguirre interpreta una selección: la n. 1, Elle était descendue, nos presenta la joven; la n. 4, Un poète disait, el poeta habla como de una fuente de inspiración inagotable; la n. 5, Au pied de mon lit se dirige a la imagen de la Virgen que le reconforta; finalmente, en la n. 10, Deux ancolies, dos aguileña entorno juntos la fragilidad del amor y la vida. A pesar de que el ciclo nos hable de la pérdida de un amor, no esperamos en absoluto la violencia de un Winterreise, por ejemplo, esto es música francesa. Si tenemos que remitir a algún referente, pensamos en Debussy y el lirismo de Pélleas et Mélisande.

Nadia Boulanger siempre sostuvo que la compositora de la familia era Lili, a pesar de que ella también había destacado muy jovencita en este campo. Según la obra y la enfermedad de Lili avanzaban, Nadia fue dejando la composición para convertirse en maestra y la abandonó definitivamente poco después de su muerte. Años después, Fauré le diría: “No estoy seguro de que tomaras la mejor decisión cuando dejaste de componer.” Escribió unas veinte canciones, de las que este concierto presenta cuatro. Tres son obras de juventud: Elegie (1906), Cantique (1909) y Soleils couchants (1907). Son canciones detalladas, minuciosas, melancólicas y tranquilas, incluso contemplativas, que parten de los mismos poetas a los que recorren la mayoría de sus colegas: Verlaine y Maeterlinck. En su tardo-romanticismo sentimos, no podía ser de otro modo, influencias de Fauré y Debussy. La última canción de la selección es J'ai frappé (1922), la última que escribió, de carácter diferente, marcada por los inquietantes acordes del piano.

El campo de concentración de Terezín era un elemento de propanganda los nazis, o eso pretendían; lo presentaban como un ejemplo de su benéfica influencia sobre los judíos, que vivían en familia y trabajando, agradecidos. Las cifras desmienten esta cínica descripción: 35.000 personas murieron debido a las pésimas condiciones de vida (por ejemplo, los medicamentos estaban prohibidos); como que no era un campo de exterminio, 87.000 personas fueron deportadas a Auschwitz sólo en los últimos meses de la guerra y la liberación del campo en salvó cerca de 4.000; cuando se liberó Terezín sólo quedaban 19.000 prisioneros de los 140.000 que pasaron. Una de las familias que cerraron fue la de Ilse Weber: ella, su marido y su hijo pequeño; el hijo mayor lo habían conseguido sacar del país antes. Entre los elegidos para ser transportados a Auschwitz, el marido y el hijo; ella se añadió voluntariamente. Entre los supervivientes, el marido.

Una de las cosas que los nazis dijeron al mundo era cierta: a Terezín fue vida cultural. No porque ellos así lo quisieran, sino por decisión de los prisioneros. En el campo se reunían muchos intelectuales, músicos, escritores o pintores que fueron capaces de crear en ese infierno. Allí compuso Viktor Ullmann la ópera Der Kaiser von Atlantis y Hans Krása reescribió Brundibar, representada una y otro para los niños. Y allí compuso Ilse Weber las canciones que escucharemos en este concierto: Ich Wandre durch Theresienstadt; Ade, Kamerad; Und der Regen rinnt y Wiegala. Cantos a la libertad de espíritu.

Foto: Amy Beach, Lili i Nadia Boulanger, Ilse Weber.

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