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Los compositores más programados del mes de octubre en Barcelona

07-11-2019

Dos géneros se han disputado la programación musical de octubre: el lied y la ópera. Con la inauguración de la temporada del Gran Teatre del Liceu con ‘Turandot’ de Puccini, este gran maestro se ha impuesto como el compositor más programado del mes. No una obra sino un acontecimiento merece su co-protagonismo: el LIFE Victòria, que con su continua programación, ha establecido un diálogo ininterrumpido con el público a través del lied. Este festival ya consolidado ha permitido que la figura la mujer aglutine todo el protagonismo. Así, el lied en la rica programación de este y otras citas puntuales que también lo han abordado, han colocado también a Schubert y el matrimonio Schumann en esta selección.

 

1. Puccini


Puccini (1858-1924) es el último exponente de cinco generaciones de músicos italianos de entre los siglos XVIII y XX. Cómo él, igualmente reconocidos, de fama mundial y brillantes -aunque no todos italianos- eran los miembros del casting de Turandot, la protagonista indiscutible del mes de octubre al Gran Teatro del Liceo y la última obra del compositor. La historia del talento de este compositor de entre dos siglos se inicia con éxito desde su fase más temprana. La dirección que tomaría su música ya se señaló cuando el 1883, encara estudiando, estrenó su Preludio Sinfónico en la menor y fue elogiado entre los críticos defensores de la música sinfónica y el romanticismo alemán.
 
Son los caminos que seguiría como compositor, sobre todo operístico. Sus aportaciones en este terreno son notables. Desafió la tradición italiana adoptando características de otras escuelas; de la alemana abrazó la técnica del leivmotit wagneriano (maduro ya en Turandot) y de la francesa y austríaca el método de trabajo sobre el texto. Formó uno el equipo sólido de libretistas que, trabajando con él mismo, buscaban de satisfacer las exigencias de la versificación querida por el compositor. Esta suma de renovaciones en el lenguaje y el método se desarrollaron en paralelo a un momento histórico de unificación política italiana y de cambio de siglo.
 
Nada mejor que Turandot para abordar esta cuestión. La entrada en el siglo XX, con la emergencia de un impetuoso avance tecnológico (pensemos en nuevos espacios de ocio como el cine) o el  desarrollo de los nuevos lenguajes musicales se intuye en esta obra, única en forma y contenido en la tradición italiana. Siguiendo la tendencia orientalista presente en el imaginario artístico del momento, está ambientada en una China fabulosa, mítica; musicalmente representada con efectos colorísticos chocantes, grandes coros y un acento en instrumentos como el carillón. Puccini dedicó al proceso de composición y de investigación musicológica sobre la música china sus últimos cinco años de vida. La partitura pero, se truncó después de completar la orquestación del sacrificio de Liù. De esta forma y ante el nuevo paradigma musical y técnico del siglo XX también murieron tanto su música como una forma de hacer ópera.
 

 

2.Schubert


Schubert (1797-1828) decía que sus creaciones eran “fruto del conocimiento de la música y el dolor”. La vida “bohemia” del compositor, su -en general- inadvertencia entre sus contemporáneos y su final anunciado, nos pueden ayudar a diseccionar este genio musical. Se lo considera el creador del lied alemán y una de las figuras más destacables de la historia de la música. A pesar de nacer en el seno de una familia humilde pudo optar al estudio musical, teniendo acceso a profesores como el mismo Salieri, quién clamó su genio musical. Con una sólida formación transversal desde el principio pero su pasión fue siempre la composición, una tarea a la cual se dedicó siempre de forma devota.
 
Fue también el primer músico independiente, un “freelancer” alejado de la iglesia y el patronazgo de la corte. Por esta razón se explica su recorrido vital itinerante y errante, hecho casi desde el anonimato. De entre su numerosa música de cámara, sus lieder fueron aquello que en el momento trascendió en algunos círculos musicales de Viena, gracias a su amistad con Michael Vogl. Este consolidado barítono  inició su difusión y juntos crearon las famosas “schubertíadas”: tardes de domingo musicales donde tocaba sus nuevas composiciones y que se alargaban desde el anochecer hasta la madrugada.
 
Cómo hemos señalado, este mes el lied ha estado muy presente y por esta razón Schubert estaba predestinado a ser uno de nuestros protagonistas. Fue él quién tomó los versos de Goethe (su primer lied fue del Fausto), Müller (que fue la materia prima para los ciclos de La bella molinera y Viaje de invierno) y muchos otros para musicarlos. Este género, hasta entonces modesto y casi casero, tenía sus antecedentes en el folclore medieval y las Volkslieder (canciones tradicionales alemanas normalmente fantasmagóricas o legendarias) y en algunas composiciones sacras de Francks o Krieger datadas del siglo XVII. A posteriori y desde la distancia, el mismo Otto von Bismarck manifestó como la unificación de alemana no habría estado posible “sin un arte alemán y una música con la misma identidad: el lied en particular”.
 
La de Schubert fue una vida corta y siempre prolífica a escala compositiva, actividad que se aceleró todavía más después de su diagnóstico de sífilis. Este proceso musical lo llevaba a cabo en solitario, sentado y lejos del piano que no era nada más que “una distracción”. Nacieron en estas condiciones los más de 500 lieder (de los cuales nunca se posó en entredicho su calidad, como el resto de su música de cámara) y tantas otras obras, que inundaban el papel pautado pagado por sus amigos. El triunfo mediático sin embargo fue inexistente hasta finales del siglo XIX, momento en que se recuperó su música. Nunca vivió su éxito, más bien en el contrario, puesto que más allá de la cámara ya mencionada, en su tiempo nunca fue popular ni su obra operística ni él entre los publicadores, que lo juzgaban poco tradicional.

 

3.Robert i Clara Schumann


De entre los admiradores de Schubert encontramos a Robert Schumann (1810-1856), quien con su mujer Clara (1819-1896) nos esbozan el retrato del arquetipo del artista y vida romántica. Su historia contiene todos los ingredientes: arte, genio, pasión y locura. El joven Schumann conoció a Clara Wieck cuando, a hurtadillas, recibía clases de piano en Leipizg con el padre de esta. Entre la niña y el joven nació una amistad que desencadenaría un matrimonio-tándem musical muy fructífero en el futuro, una vez casados. Él como compositor tuvo etapas muy marcadas, primero dedicado exclusivamente al piano durante 10 años, después al lied (donde siguió el compás marcado por las schubertíadas) y finalmente a la composición sinfónica.
 
Schumann, además, fue crítico musical y de hecho fundó una de las revistas de referencia del momento, la Neue Leipziger Zeitschrift für Musik, contribuyendo así a descubrir jóvenes talentos como Brahms. Fue un autor con tantos pseudónimos como estados de ánimo desiguales. Estos episodios maníacos-depresivos se alternaban año tras año, agravándose así una patología psiquiátrica que lo llevó a la muerte. Tenía alucinaciones como por ejemplo la “tinitus”  (una patología donde las alucinaciones son sonoras). En su caso, Schubert -un “ángel celestial” a parecer suyo- le cantaba melodías al oído. Tenemos que pensar pues en un individuo de difícil convivencia, que en su estadio todavía inicial gozaba de temporadas de gran actividad creativa y otras de absoluta reclusión en sí mismo.
 
La vida del matrimonio fue modesta. Clara era una brillante pianista que estrenaba las obras del marido y de este modo hicieron juntos importantes giras en todo Europa. Disfrutaba de un reconocimiento internacional y se aprovechó de ello para hacer de altavoz de las composiciones del marido poco conocido. Este, a pesar de haber estado siempre un compositor pianístico, se dedicó desde el matrimonio a la composición sinfónica. Clara siempre le ofreció todo apoyo en esta tarea y en general priorizó los deseos del marido a su práctica musical y profesional. Fue una intérprete impresionante, también compositora, profesora (la primera al Conservatorio Hoch, en Frankfurt) y agente (por ejemplo, del joven Brahms). Sin duda, una mujer con mucha energía y resistencia, sea física (sus conciertos eran conocidos  por su gran desgaste físico) como psicológica (una calidad demostrada a lo largo de su matrimonio y sobretodo durante su fase final).

Fotos: Puccini, Schubert, Clara Schumann
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Aina Vega Rofes
Aina Vega i Rofes
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