Critica

V Temporadas de la Barroca Catalana

05-12-2019
La V Temporada de Música Antigua de la Orquesta Barroca Catalana empezó el pasado 17 de noviembre a la iglesia de San Felip Neri, donde se acoge esta programación propia de la formación musical. “Caminos paralelos” fue el título del concierto en qué Bach y Händel marcaron el pistoletazo de salida de esta programación que abrazará también aquellos compositores al margen del canon. La inclusión de los que paralelamente se abren camino en escenarios que no son los nuestros es uno de los rasgos característicos de la orquesta. Hablamos sobre esta, su proyecto y que ofrece la nueva temporada con Santi Aubert, su director artístico.
La Orquesta Catalana Barroca acoge una B de barroca que supera la de Bach; desde sus inicios en 1993, ha interpretado un repertorio que se extiende más allá de aquel programado y reprogramado al que estamos más acostumbrados. El afán de divulgación y recuperación musical es uno de los rasgos característicos de la formación, que por un lado ha interpretado de piezas como la misa Alma redemptoris Mater y el Concierto para fagot de Anselm Viola; el Te Deum de M.A Charpentier o la misa Nelson de Haydn, entre otros pero también ha recuperado obras de Desmazures, Scarlatti o Ragazzi… autores de una extensa lista que a menudo, silenciados a los márgenes,  en cambio han vibrado con la barroca. La propuesta, además de fijarse en lo poco (re)conocido, también lo hace en lo autóctono; es un claro ejemplo su único disco del 2011 (premiado con el Enderrock Clàssic) que supuso la primera integral de la música religiosa de los hermanos Plano.
 
Santi Aubert, violinista y director artístico de la orquestra nos relata como cuando formaba parte de la BCN216 y a raíz de unos amigos que provenían de la Europa central, se interesó por un ámbito a los antípodas de la música contemporánea; la antigua. Tocando y estudiando con -y sobre- el instrumento barroco se definió el que para él sería un fructífero punto de interés. Lejos de la institucionalidad, el embrión del proyecto de la orquesta también se originó de forma despreocupada, en el marco de encuentros informales donde a partir de un tejido de músicos estiró despacio un hilo común entonces poco concurrente: el de la interpretación a la antigua de la música antigua. “Era muy difícil tocar, teníamos dificultados para encontrar músicos que lo hicieran con instrumentos originales, que aquí casi no existían”, constata Aubert, que recuerda como los proponía “pasarse en las cuerdas barrocas”, como cuando se propone algún plan diferente a los amigos, a la expectativa, esperando un “sí”.
 
Este pequeño comité hoy tiene el grosor de una formación consolidada con un entorno bastante amplio de músicos que a menudo forman parte otras agrupaciones como Vespres d’Arnadí Les Concert des Nations. Otro tipo de músico que tiene cabida en la Orquestra Barroca Catalana es el que de altura y relieve internacional colabora puntualmente: “Cuando les proponemos cosas, nunca nos dicen que no”. El reconocido Juan de la Rubia, por ejemplo, participó en el primer concierto al órgano; Manfredo Kraemer dirigirá y será el solista en el segundo concierto; Elena Copons (soprano), Gemma Coma (mezzosoprano) y Sylvan Farran James (violín y dirección) a su vez serán las protagonistas de la tercera cita. A veces, pero, la negativa no es del intérprete sino del repertorio o de las limitaciones del contexto, que como señala el director, son tanto musicales como prácticas. Si pensamos en las musicales, hace falta que nos fijamos que todo y el aumento de la formación musical de hoy en día, todavía hay partituras que no se pueden tocar -al menos no de forma fiel al sonido original- porque algunos instrumentos barrocos como los de la familia de viento (se nos pone el ejemplo de la trompeta barroca), todavía son tocados por pocos músicos.
 
En este sentido los músicos de la orquestra compaginan el instrumento antiguo y moderno del mismo modo que el conjunto es versátil con su repertorio. Su especialización en los siglos XVII y XVIII no impide a la orquesta interpretar autores como Mendelssohn, que estrictamente se escapan de la limitación cronológica: “Con criterios  de interpretación históricos e instrumentos originales llegamos hasta Schubert”. Cuando nos explica que las posibilidades de la orquesta pueden extenderse hasta el repertorio del clasicismo y más allá – cita al maestro Savall, con quien colabora a menudo Aubert, que se han atrevido con Berliotz- nos revela como las cuerdas metálicas se empezaron a usar en el siglo XX. Un recordatorio de que no se tiene que olvidar la historia que hay detrás la música, incluida la de los instrumentos que “tienen una larga evolución”.
 
Las limitaciones prácticas que citábamos antes son tanto el factor económico como el gusto imperante y resultan condicionantes de todo proyecto musical, incluido el suyo. Aubert nos explica como para mantener vivas la orquesta y temporada, hay que ser “tozudo”, insistir, tener muchas ganas de salir adelante. Estas calidades son las que permiten que los arcos sigan, hoy en día, contra las cuerdas barrocas. El coste económico que comporta tener un conjunto profesional tiene un peso significativo: Los términos en que, por ejemplo producieron su primer disco, estaban lejos de la dinámica que impera actualmente -sobre todo entre los grupos más jóvenes- de reducir costes abaratando entradas o cobrando, por ejemplo, con taquilla inversa. A los ojos del director, esta dinámica que “puede llegar a ser perversa” se enmarca perfectamente en el contexto actual, en que hay mucha formación, muchos músicos y por tanto, muchas y más ganas de tocar a todo coste. Es una aproximación a la profesionalización del músico que, aun así, no comparte su formación.
 
El gusto imperante, aquello que se quiere escuchar y en definitiva, el público, es  un personaje principal en esta narrativa. Refiriéndose a la temporada, Aubert nos explica como a pesar de que todavía se tiene que aumentar, tienen “un poco de público consolidado”. Poder llenar San Felip Neri y mantener el interés de la audiencia significa también adaptarse en cierto modo el oído del público. Por esta razón por la formación que nace barroca y con el afán de querer recuperar las voces menos escuchadas busca crear repertorios “siempre equilibrados”. Supone un ejemplo el próximo concierto del 21 de marzo que lleva por título  “por vari instrumenti”. Aunque esta etiqueta es típica de los conciertos de Vivaldi, Aubert nos explica que no lo ha añadido porque el repertorio esté fijado en Europa Central y en los compositores como Heinichen, Telemann o Zelenka, personajes del en torno a Bach que convivirán con el Concierto de Brandemburgo n. 4. Esta famosa pieza es el equilibrio en este repertorio. Nos permite penetrar al terreno de la estética de la recepción musical y a Aubert lanzar al aire una (¿sencilla?) pregunta: ¿Qué agrada al público, reconocer o descubrir?

Hasta el 19 de abril, día del concierto “Pergolesi 1736” (de momento el último de la temporada a falta de la confirmación del monográfico de “El Esplendor del Barroco Catalán”) a la iglesia de San Felip Neri se propondrá una experiencia musical diferente, barroca en la partitura, madera e interpretación. Se  podrán reconocer grandes nombres y melodías como también descubrir otros. La fórmula de la Orquesta Barroca Catalana nos permite ambas cosas y lo hace con 26 años de experiencia, 5 de temporada propia y sobre todo, pasión por la barroca.
 
Fotos: Orquestra Catalana Barroca, Vanitas con violín y bola de cristal de Pieter Claesz

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Marta Girabal
Marta Girabal
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