Sinfónica

Más allá de La Fuerza, el legado de Williams con la OCM

14-12-2019

La Orquesta Sinfónica Camera Musicae (OCM), dirigida por Vladimir Kulenovic, el 19 y 21 de diciembre interpreta en el Palau de la Música Catalana una selección temática de Star Wars, entre otras bandas sonoras del compositor.

La importancia de las emociones ante la gran pantalla no es una tarea que venga dada sólo por lo que entra por la mirada. De hecho, el sentido del oído es aquel que nos permite entender el ritmo visual de las imágenes, sin el cual, no cobrarían vida. En la pasada edición del Festival de Sitges se proyectó el estreno de un documental de carácter pedagógico dedicado a la banda sonora, Making Waves: The Art of Cinematic Sound (Midge Costin, 2019), en el que se explica qué función hace y la evolución que ha experimentado a lo largo de la historia hasta nuestros días. Dentro del espectro de la BSO, que ocupa también los sonidos y efectos de post-producción, encontramos la música.

La música ya hablaba por sí sola mucho antes de la aparición del 7º arte, cuando era sencillamente música concertante o escénica. Con la aparición del cine sonoro en el segundo tercio del siglo XX, se producía la simbiosis perfecta para que la composición se abriera un nuevo campo al servicio del celuloide; que si bien ya era un factor atractivo del directo en la primera fase del cine mudo, posteriormente se erigió como pilar imprescindible del sinfonismo hasta llegar a su máximo esplendor en la década de los 50. Poco después el auge de la música pop, sintetizadores, el uso de las nuevas tecnologías, eclipsaron durante bastantes años el papel de las grandes orquestas y sus compositores sinfónicos.

Este diciembre no sólo se acaba la tercera trilogía de la saga intergaláctica más famosa de la historia del cine. Han sido muchos los directores que han ido construyendo visualmente la historia de este mito moderno desde 1977, empezando por el propio George Lucas, creador de la saga de Star Wars; pero detrás de estos nueve títulos, y en tres etapas bien diferenciadas, sólo existe un nombre al que se pueda atribuir toda su concepción musical: John Williams.

Más de seis décadas dando vida a los filmes, la trayectoria del compositor estadounidense nacido en 1932 se puede calcular de muchas formas: ya sea por sus 5 estatuillas de la Academia de los Oscar, los 4 Globos de Oro, o los 23 premios Grammy que acumula ya a sus 87 años; pasando a términos más difíciles de contar … quizás sería más difícil de determinar los millones de personas que se han emocionado alguna vez o han tarareado algunas de las tonadas más memorables de los filmes. John Williams ha convertido en el creador de motivos cinematográficos que más se han popularizado en los últimos 50 años. En el siglo XIX, G. Verdi ya experimentó el mismo éxito en toda Europa con las melodías y fragmentos que aparecían en muchas de sus óperas.

J. Williams podría considerarse un compositor neorromántico, aunque con unos orígenes muy ligados al mundo del jazz, largamente inspirado por los compositores de la Edad de Oro del cine como M. Steiner, E. W. Korngold, A. Newman. F. Waxman o también H. Mancini; además de las grandes influencias del romanticismo como P. Tchaikovsky, M. Mussorgsky, I. Stravinski. R. Strauss, S. Prokófiev, A. Dvorak, G. Holst … Y con la referencia de R. Wagner como inspirador del leitmotiv como recurso musical utilizado en toda la obra de J. Williams. En Star Wars, temas como el de la fuerza o la princesa Leia, la marcha imperial, etc. se construyen con células que hacen un pequeño dibujo fácilmente identificable y que aparece en momentos determinados de la película para hacer énfasis en la presencia de un personaje en concreto o lugar al que se quiere hacer referencia. La construcción temática musical se podría hacer extensiva a los títulos más populares del compositor como Superman, Jurassic Park, La lista de Schindler, E.T, Indiana Jones, o Harry Potter.

És precisament que la música popularitzada a la gran pantalla, tot i estar elaborada per servir a la imatge, també és capaç de seguir exportant el seu magnetisme dins d’un programa de música cinematogràfica concertant. Només cal parar l’orella al davant d’una orquestra tant visual on les imatges formen part de l’imaginari col·lectiu i el record. Allà on la força ens acompanya. 
 

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