Cámara

La magia de Bach en Navidad

22-12-2019

Cincuenta años después de que el Orfeó Català lo interpretara por primera vez de manera íntegra, este martes Jordi Savall dirigió la primera parte del Oratorio de Navidad de J.S. Bach en el Palau de la Música Catalana, interpretada por La Capella Reial de Catalunya, Le Concert des Nations, la soprano Katja Stuber, el contratenor Raffaele Pe, el tenor Martin Platz y el barítono Thomass Stimmel.

Ahora que se acerca Navidad, a todos nos apetece la tonalidad mayor: es tiempo de celebrar en comunidad, de compartir una joya que no sabemos demasiado de donde viene pero que acaba esparciendo de alguna manera u otra. La música barroca comparte con estas fechas una determinada magia mística y me atrevería a decir que, especialmente Bach tiene el poder de ensanchar el alma, de estirar un no-sé-qué interior hacia afuera.

Así, teniendo en cuenta el repertorio y la ficha artística del concierto del martes pasado, el resultado sólo podía ser de primer nivel. Considerando que, además, se trataba del aniversario del estreno de esta misma obra por parte del Orfeó Català y que era la primera vez que Savall dirigía de manera íntegra la obra, seguramente la expectativa era igual de alta. Estaba claro que sería una versión históricamente informada – de hecho, el maestro declaraba justo antes de empezar el concierto en Catalunya Música que ofrecerían una versión basada en los textos originales, que realizarían un fraseo, unos tempos y una articulación apropiada a los criterios históricos y a la manera de la época de Bach – por lo tanto, sólo quedaba disfrutar del concierto.

Antes de empezar, Savall dirigió unas palabras al público para informar que afinar los instrumentos entre cantatas y para pedir que no se aplaude hasta el final. Aquí, de manera un tanto ingenua, quisiera dejar al aire el debate sobre si son preferibles unos toses exagerados y un murmullo repentino entre cantatas o unos aplausos sinceros. La música se rompe de todos modos pero el clima que se genera es muy diferente.

Sea como sea, el Oratorio de Navidad se inicia con un estallido de alegría, de alegría y felicidad. Ha nacido el niño Jesús y así lo celebran los vientos metal y los timbales. La Capella Reial de Catalunya entró con la majestuosidad brillante que pide este principio, con un unísono estallando y una presencia que era toda una declaración de intenciones. El sonido fue espectacular a lo largo de toda la obra y la calidad vocal, innegable pero en los pasajes que podíamos oír las cuerdas por separado, se apreciaba la diferencia de colores y timbres de voz. A la hora de dirigirse al director o al público o de gesticular también había algunos matices que hacían visible el carácter solista de los intérpretes. De todos modos, el conjunto preparado por Lluís Vilamajó sobresalió de principio a fin.

En cuanto a los solistas, el tenor Martin Platz, con una voz joven, delicada y sin estridencias, se presentó con unos medios muy convincentes y llenos. Aunque la gesticulación los recitativos se hacía algo impuesta y hubiera sido más natural mantener un puesto más relajado, preservó un muy buen fraseo a lo largo de todo el oratorio, también en los pasajes más rápidos, articulando absolutamente todas las notas.

Por otra parte, el contratenor Raffaele Pe cantó con una voz vibrada y aterciopelada pero más bien tirada atrás. A las arias pudo lucir unos agudos muy bonitos, precisos y cálidos. Aunque a veces perdía presencia en la textura media, hay que felicitarle los pedales con crescendo progresivo, los trinos ágiles y muy bien llevados y unos saltos interválica importantes que los hacía fáciles.

Thomass Stimmel sustituyó Manuel Walser y fue, sin lugar a dudas, una apuesta del todo acertada. Con una voz gruesa pero amable, profunda, conmovedora envolvía la sala y la llenaba hasta el último rincón: Stimmel lució unos graves infinitos y unos medios que apelaban al público asistente. Defendió las arias con unas bordaduras ligeras y con una interpretación sentida y elegante. Bravo!

En la segunda cantata, dedicada a la anunciación a los pastores, pudimos oír los oboes de amor y oboes da caccia, con un sonido más tranquilo y oscuro que los oboes comunes para recrear el mundo de estos personajes. Hay que decir que, aunque Le Concert des Nations sonó impecable a lo largo del concierto, al inicio de esta cantata hubo algún pequeño desajuste en la sección de viento madera. Sin embargo, el conjunto se mostró cómodo y habituado al estilo del repertorio, a los compañeros intérpretes y al director. A destacar el solo de la flauta travesera en diálogo con el tenor de esta segunda cantata. Asimismo, también hay que felicitar Leonor Martínez en el papel de Ángel, con un solo muy redondo, cristalino y ligero.

Finalmente, en la tercera cantata pudimos escuchar la soprano Katja Stuber en dúo con Stimmel, con un timbre de voz muy claro y franco y unos dibujos melódicos bien resueltos pero al que, en general, faltó escucha. Quedó unas cromas alta en una nota larga sostenida al inicio del dúo y en otros momentos no terminó de sonar homogénea con el resto. De todos modos, hay que decir que defendió su papel con gran solvencia. Por otra parte, el violinista Mandred Kraemer interpretó su pasaje solista de manera calmada, consciente, con un fraseo largo y sin pretensiones, enseñando las interferencias propias de los instrumentos históricos y con la seguridad que le otorga su carrera musical.

Por último, Jordi Savall dirigió con gestos elegantes, sobrios y suficientes. El hecho de decidir interpretar las seis cantatas en dos días consecutivos en vez de hacerlo de manera seguida (en un único concierto de tres horas) seguramente acerca este tipo de música a un público más amplio y ayuda a hacerlo más asequible, a pesar de que algunos se quedaron con las ganas de sentirla toda entera. Sea como sea, la joya final del coro arrancó unos aplausos que, aunque duraron bastante más de cinco minutos no consiguieron ningún bis: al día siguiente tocaba seguir con las cantatas restantes.


Foto: Jordi Savall, Concert des Nations i Capella Reial de Catalunya (fuente, diari ARA)

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