Cámara

Música y arquitectura medievales

15-02-2020

El Festival Llums d’Antiga de L’Auditori ha tenido nuevamente el acierto de llevar los conciertos fuera de su recinto habitual, la Sala Oriol Martorell, a espacios arquitectónicamente más en línea con la música. El concierto que el conjunto vocal Graindelavoix ofreció a la basílica de Santa Maria del Pi hizo coincidir mágicamente la época del edificio con la época de la música que se interpretó. Poder escuchar música del siglo XIV en directo es un placer muy raro que vale la pena saborear lentamente.
Graindelavoix es un conjunto vocal con sede en Amberes, dirigido por Björn Schmelzer, formado por ocho cantantes, que interpretaron polifonía que abarcaba tres siglos de música: XIV, XV y XVI, desde Guillaume De Machaut hasta Carlo Gesualdo. La basílica del Pi, a diferencia de otros conciertos, tenía dispuestos los bancos de manera que el escenario se situaba en el centro de la iglesia. Los nueve artistas se situaron en círculo, bajo la luz tenue de pocas bombillas. El resto era oscuridad absoluta. Parecía que hubiéramos entrado en la edad media.
 
La polifonía medieval del Ars Nova, que tiene como máximos exponentes Philippe de Vitry y Guillaume de Machaut, es un estilo vocal que suena duro en el oído, por unas armonías que pivotan sobre acuerdos de quinta, que hoy en día suenan muy lejanos. El Sanctus de la Messe de Notre-Dame, de Guillaume de Machaut, fue la pieza que abrió el concierto. Tan pronto oímos los cantantes haciendo aquellas armonías en la oscuridad apenas iluminada, parecía como si la basílica del Pi hubiera transportado a los días en que fue construida.
 
La polifonía medieval es difícil de cantar, sobre todo para la afinación. Cabe decir que los miembros de Graindelavoix sonaron perfectamente afinados a lo largo de todo el concierto. Es especialmente meritorio, dado que no tenían ningún apoyo instrumental que les sirviera de referencia. Björn Schmelzer sólo tenía el diapasón para dar el tono de entrada a cada pieza, y a partir de ahí los cantantes debían mantenerse afinados en coordinación entre ellos. Una tarea nada fácil, y en la que sobresalió.
 
El programa del concierto fue una evolución histórica de la polifonía, desde la dureza del Ars Nova, hasta la dulzura del Renacimiento de la época de Monteverdi, en el que los acuerdos son más redondeados y amorosos, y es una polifonía además voces. Otra característica de esta música tan antigua es que requiere una técnica vocal en el que la emisión tiene un vibrato casi nulo, suena casi plana, porque no es una música escrita para el lucimiento de los cantantes, sino para la liturgia eclesiástica. Los miembros de Graindelavoix respetaron ampliamente este principio, y sólo una de las sopranos va timbrar en exceso la voz.
 
La experiencia fue total: música y arquitectura medievales combinadas como si asistiéramos a una misa de la época. Quizá lo único que pudo mejorar es el hecho de que las luces habrían podido subir la potencia gradualmente, para simbolizar la transición de una polifonía oscura y austera a una de dulce y luminosa.

Foto: Graindelavoix. Koen Broos.


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Aina Vega Rofes
Aina Vega i Rofes
Editora
ainavegarofes