Òpera

Tirant 2.0

16-02-2020

El foyer del Gran Teatro del Liceou se llenó de música contemporánea y de jóvenes talentos para ver el estreno en Barcelona de Diálogos de Tirant y Carmesina, una ópera estrenada el verano de 2019 y recibida con una gran ovación. La interpretación de la ópera fue protagonizada por una magnífica Anna Alàs, un caballeresco Josep Ramon Olivé y una delicada Isabella Gaudí, todos ellos bajo la batuta de Francesc Prat y acompañados por un pequeño ensemble de cámara.
El proceso creativo del compositor Joan Magrané topa magistralmente con el del dramaturgo Joan Rosich, y de este encuentro surge una maravilla operística, una joya dentro del, a menudo aburrido, panorama operístico barcelonés. El equipo acaba de conformarse con una fantástica dirección de vestuario de Joana Martí, un diseño de escena ideado por Jaume Plensa, y un joven equipo creativo cobijado bajo la producción de Ópera de Butxaca i Nova Creació.

Revisando las crónicas y reacciones del estreno de la ópera en Peralada, se hace patente la dificultad de innovar y hablar contemporáneamente de la ópera per se, desembarazarse de la tradición, a menudo rancia y envejecida, de la manera como hablamos de la ópera, lo que la convierte en una obra de arte trascendente y especial. Diálogos de Tirant y Carmesina demuestran la importancia de la historia en sí, la importancia de un buen vestuario y el peso de una buena dirección escénica y coreográfica, elementos que a menudo quedan relegados a los márgenes de la crítica operística.

La obra de Magrané i Rosich, basada en la historia medieval de Joanot Martorell, parece querer innovar sin acabar de dejar atrás la admiración (tal vez exagerada) y el respeto por el pasado, la nostalgia que a menudo sentimos por tiempo desconocidos, trasladados al actualidad a través de crónicas e historias sesgadas, interpretadas, a menudo, por senyorots. Diálogos de Tirant y Carmesina es, sin duda, una muestra magistral de cómo crear música contemporánea y hacerla cercana a un público a menudo envejecido, como hacerla atractiva, como elaborar algo atractivo y al mismo tiempo profundo. Pero no acaba de componer un discurso bastante moderno, sobre todo en la era del feminismo.

La ópera gira alrededor del erotismo, un erotismo concentrado y obsesionado alrededor de la virginidad de la princesa Carmesina, y protagonizado, en gran medida, por el deseo fálico del caballero Tirant. Si bien es cierto que la ópera hace un guiño al feminismo (o lo intenta) con la frase recurrente “si es si, no es no”, el cargamento de erotismo acaba explotando en un coito que raya el patetismo, lo que , a pesar de ser tratado de una manera cómica, no hace ningún favor a nadie y menos a las pobres mujeres que demasiado a menudo nos encontramos con la misma y exacta situación. Por otra parte, y no menos importante, la dicotomía entre la mujer buena y la mujer mala, tanto presente en el mundo de Disney y los cuentos retrógadas de hadas, es un estereotipo del todo desgastado e innecesario, que demuestra una lectura superficial y masculina de la historia medieval y las maneras que tenían de vivir las mujeres en las cortes de Occidente.

Dejando la historia de lado, la interpretación de los cuatro personajes fue algo extraordinario, sobre todo por la presencia de una pletórica Anna Alàs i Jové, que interpretó Plaerdemavida y la Viuda Reposada, y nos dejó boquiabiertas con un timbre potente y una presencia poderosa y del todo inolvidable. El único hombre en escena, el barítono Josep Ramon Olivé, hizo gala de un puesto señorial y de un instrumento admirable, y finalmente la soprano Isabella Gaudí aportó la tesitura más alta de la velada, así como la delicadeza y las características propias de una princesa de cuento. Todos ellos, sumergidos en la música de Magrané, interpretada por Esther Pinyol (arpa), Frederic Sánchez (flauta), y los miembros del Lassus Quartet, Joel
Bardolet y Antonio Viñuales (violín), Adam Newman (viola) y David Eggert (violonchelo ); bajo la batuta de Francesc Prat.

No es la primera vez que la novela medieval Tirant lo Blanc es transformada en material musical. Leonora Milá, en los años noventa, la convirtió en ballet, Antoni Ros-Marbà la hizo cantata, y este año Joan Magrané la transforma en ópera. Con todo, aquellas que hemos podido escuchar y sentir esta interpretación de la historia en la propia piel nos consideraremos para siempre afortunadas.

Fotos: Liceu


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