Coral

Un tesoro de quinientos años a la Catedral

19-02-2020

El Coro Francesc Valls estrena un motete a Santa Eulàlia que llevaba cinco siglos sin cantarse

Si los arqueólogos han desenterrado ciudades milenarias a través de los siglos, los lingüistas han descubierto mensajes escondidos tras jeroglíficos, el Coro Francisco Valls ha recuperado una obra que no sonaba desde hacía casi quinientos años. Y no lo ha hecho solo, el extenso trabajo de recuperación de los archiveros de la Catedral de Barcelona y de los musicólogos ha sido crucial para vivir lo que se vivió el pasado miércoles 12 de Febrero en la Catedral. El aparentemente corriente título de Hostia Solemnis es, de hecho, un motete dedicado a la patrona histórica de la ciudad de Barcelona, ​​Santa Eulalia. Una pieza que sonaba en el templo en múltiples ocasiones, y no sólo por el día de la Santa en que se interpretaba en una procesión que acababa en la cripta donde está enterrada. El documento que ha permitido transcribir la obra, fecha del S.XVI. Sobre el papel su compositor anónimo escribió posiblemente cada nota de manera inédita. Aunque ya se conocía de la existencia de melodías en canto llano dedicadas a Santa Eulàlia, la polifonía de esta pieza es totalmente inaudita y supone un gran cambio.


Un concierto de estrena único

Quinientos años de un silencio, roto, por fin, con un concierto especial de presentación en público de un Hostia Solemnis tan atado a la historia de la ciudad. El corazón Francesc Valls, corazón titular de la Catedral de Barcelona y de la Basílica de la Sagrada Familia, con la dirección de Pere Lluís Biosca, fueron los afortunados de hacerla revivir.
El concierto, sin embargo, se inició con varias piezas para ir haciendo estómago por un momento tan delicioso. El coro interpretó la totalidad de la conocida Misa del homme armé de Francisco de Peñalosa (1570-28).
La equilibrada polifonía de Peñalosa se puso en las buenas manos del transparente sonido del coro Francesc Valls. Los cantantes, reunidos ante el imponente altar catedralicio, en la parte final del corazón, producían un efecto magnífico. La madera de las antiguas sillas del corazón y el espacio cuadrado generaban una sonoridad envolvente que evitaba la molesta reverberación de los altos arcos de ojival de la catedral. Esto permitía entender perfectamente las frases pronunciadas por los cantantes e identificar de forma cristalina las líneas melódicas. El efecto, sin embargo, no se quedaba aquí. Cuando se llegaba a los finales de cada oración la majestuosidad del sonido eclesiástico se hacía lugar. El sonido se alargaba como si se tratara de un órgano, recordándonos que no éramos paso a una sala de conciertos sino a una catedral.

La misa de Peñalosa estuvo complementada por un Salve, Sancta parens y un Ave Verum Corpus de Juan de Antxieta (1562-23). El sonido homofónico y de rango reducido ofrecía un interesante contraste con el resto de oraciones.

Y para terminar, la hora de la verdad. Bajo la mirada vigilante de la cúpula obispal, el coro desfiló diligentemente hasta el interior de la cripta donde descansa el cuerpo de Santa Eulàlia. La Hostia Solemnis es un cántico breve pero expresivo, pero con un rango sonoro poco extensivo. Aunque no busca el dramatismo de otras obras, se hace notorio que el autor buscaba crear belleza artística a una figura tan adorada. Las paredes de la cripta generaban un cierto amortiguamiento al sonido, lo que aportaba un cierto misterio.

La espera, tal vez, hizo corta la obra a muchos de los presentes. Lo demostró el largo silencio, a finales de la pieza, de unos espectadores que no se atrevían a romper la solemnidad del momento con sus aplausos. El público reducido que podía meterse en el coro del templo hizo sentir su admiración una vez comenzó a aplaudir.

El evento se puede considerar todo un éxito por la gran demanda para asistir al estreno y el pleno los asientos. Una muy buena forma para poner punto y final a las celebraciones del quinto centenario del capítulo del Toisón de Oro en Barcelona. Se trata de uno de los eventos más importantes para la ciudad de la época. En marzo de 1519, la asamblea que contaba con los monarcas más importantes de Europa y la clase nobiliaria más influyente, se reunió en la ciudad, ocasión para la que se hizo construir el corazón de catedral y que aún se conserva.

Es relevante el hecho de que se cantara una misa antes de la Hostia Solemnis, que se interpretara a la cripta y que el coro vistiese túnicas misales. Esto demuestra el esfuerzo de la organización para reproducir de manera más o menos fidedigna el ritual que se seguía cuando sonaba esta elegía a Santa Eulàlia que, desde donde sea, seguro lo celebra.

Fotos: Cor Francesc Valls


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Pau Requena
Pau Requena
Redactor
@RequenaPau