Cámara

El Arts Quartet interpreta cámara rusa

18-03-2020

Dentro del ciclo de Intérpretes Catalanes en el Petit Palau, últimamente -antes de quedarnos todos confinados en casa por coronavirus- hemos podido escuchar el Arts Quartet, una formación integrada por cuatro solistas de la OBC, los violinistas Cristian Chivu y Alexandra Presaizen, el violista Paul Cortese y la violonchelista Magdalena Cristea Popa. Con más de veinte años de experiencia como formación estable, el Arts Quartet toca con un sonido y un sentido de la unidad envidiables.
El programa era corto y ruso. Sólo estaba integrado por dos piezas: el Cuarteto núm. 2 de Borodin y el Cuarteto núm. 1 de Tchaikovsky. Los cuatro miembros de la Arts Quartet demostraron desde el primer momento que son una formación muy unida y bien compenetrada. Posiblemente, ninguno de los cuatro no sería un primera espada como solista, pero en cambio, juntos son capaces de sacar un sonido bonito y delicado y sobre todo, con carácter, de acuerdo con cada pieza. Quizás los movimientos lentos tuvieron un sonido global un punto apagado, pero aún así, el Arts Quartet hizo una actuación muy convincente y de gran intensidad expresiva. En una formación de cámara no se trata tanto de valorar la calidad individual de cada músico, sino el resultado conjunto.

El Cuarteto núm. 2 de Borodin es una pieza de un gran lirismo que el Arts Quartet interpretó con solvencia. Los cuatro músicos juntos desprenden calidez y delicadeza, imprescindible para esta obra. Cada uno individualmente, en pasajes solistas, demuestran una habilidad notable en el arte de su instrumento. En este sentido cabe destacar el violonchelo de Magdalena Cristea Popa, pero también el segundo violín de Alexandra Presaizen, que no tiene nada que envidiar a Cristian Chivu. Quizás el tercer movimiento, el famoso Notturno, sonó un poco demasiado sombrío y con una cierta falta de intensidad. Parecía como si tocaran sin soltarse del todo, con una contención excesiva.

En la segunda parte llegó el Cuarteto núm. 1 de Tchaikovsky, una pieza brillante y de gran envergadura en el que el Arts Quartet sobresalió. El final del primer movimiento, un pasaje rápido en el que los instrumentos se solapan el uno al otro, sonó con total precisión y unidad entre los cuatro. Cabe destacar también una afinación inmaculada en todo momento. A pesar de que es algo que debería darse por descontada, a veces no es así. El Andante cantabile, sin embargo, sonó un poco apagado, con una languidez un punto excesiva.

Como colofón, el Arts Quartet tocó el Andante del cuarteto Rosamunde de Schubert, en homenaje al desaparecido exconcertino de la OBC, Ángel Jesús García.

Foto: Arts Quartet


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