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Tenso debate sobre la gratuidad de la música

02-04-2020

«Para reformar y construir el mundo que vendrá no podemos prescindir de la cultura». Así termina el comunicado que anoche modificó la Academia Catalana de la Música en relación a la demanda de los medios de comunicación de la Corporación Catalana. La decisión, que no tardó en generar debate en las redes, responde afirmativamente a la petición de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals de disponer de la colaboración del sector musical para obtener los contenidos musicales necesarios para cubrir espacios de programación en TV.
Alma Rosé nació el 3 de noviembre de 1906 en el sí de una familia musical: su padre, Arnold Rosé, fue durante más de 50 años el concertino de la Filarmónica de Viena i fundó el Rosé Quartet; su madre, Justine Mahler, era hermana de Gustav Mahler, y precisamente de la esposa de éste tomó su hija Alma su nombre. Justine no suponía, sin embargo, el único lazo con la familia Mahler: el hermano mayor de Arnold, Eduard, estaba casado con Emma, también hermana del prestigioso compositor. Es comprensible, por lo tanto, que tanto Alma como su hermano mayor Alfred recibiesen una formación musical exquisita desde la infancia. 
 

Alma violinista

Habiendo crecido rodeada de las grandes estrellas internacionales de la clásica del momento, el primer éxito de Alma como intérprete fue en el año 1920, a la tierna edad de los catorce años, con su debut como solista en Bad Ischl (Austria). Seis años después, debutaría en el Musikverein bajo la dirección de su padre y acompañada per algunos miembros de la Orquesta de la Ópera de Viena. Su padre promocionó en gran medida la carrera como intérprete de Alma, que grabó con él un disco con el Doble Concierto en Re menor BWV 1043 de Johann Sebastian Bach en 1929. A pesar de la antigüedad y la singularidad de la grabación, éste está disponible en la plataforma Spotify (lo podéis escuchar a través de este enlace).
 
Uno de los éxitos más evidentes de la joven violinista fue la ffundación de su propia orquesta a los 26 años. En 1932 nació Die Wiener Walzermädeln, una formación constituida únicamente por mujeres intérpretes que ofreció numerosas giras con un alto nivel y calidad por toda Europa. Las Chicas del Vals de Viena llegaron a celebrar conciertos entre 1934 y 1938 como símbolo de protesta contra les políticas del régimen nazi (fruto de los orígenes judíos de Alma, algunos conciertos de la orquesta ya habían sido cancelados). Para Alma, además, supuso la independencia económica de quien fue su marido entre 1930 i 1935, el violinista checo Váša Příhoda. 
 
En 1938 muere Justine Mahler y, con la annexión de Austria al Tercer Reich, Alma y su padre huyen al Reino Unido, habiendo perdido el último su trabajo. Con la ayuda de conocidos, padre e hija consiguen llegar a Londres. Alfred, el hermano de Alma, también consigue marcharse a Canadá con su esposa. Sin embargo, el hermano de Anold y tío de Alma, Eduard, no corre la misma suerte y, después de su arresto por parte de la Gestapo, muere en el campo de concentración de Theresiendstadt.
 
Ajena a los cambios que asolan a Europa, en septiembre de 1938 Alma decide abandonar Londres para intentar mantener en pie su carrera profesional como violinista en Holanda a pesar de las insistentes negativas de Arnold. Padre e hija no se volverían a ver nunca más.
 
Alma se ve atrapada por el nazismo en ascenso en los Países Bajos, a pesar de que al final consigue huir a Francia. No gozará de la misma suerte otra vez: en 1942 es arrestada por la Gestapo cuando intenta llegar a Suiza e internada en Auschwitz-Birkenau en el año siguiente.
 

Alma directora

La Orquesta Femenina de Auschwitz ya existía antes del internamiento de Alma en el campo de concentración. Se trataba de una agrupación musical como muchas otras en los diversos campos, pero la única formada exclusivamente por mujeres. Dirigida por la polaca Zofia Chaikovska, la orquesta estaba constituida principalmente por músicas amateurs. La incorporación de Alma Rosé como nueva directora de ésta fue gracias a su extendida fama y supuso su principal escapatoria a una muerte inminente. En medio de un infierno, la música acudió como salvación y, como siempre había hecho, Alma se dedicó a ella absoluta y enteramente. Mejoras a nivel técnico, ampliación del repertorio clásico, incremento de miembros con el objetivo de que el número más grande posible de prisioneras pudiesen acceder a los beneficios que conllevaba formar parte de una orquesta (exención de trabajos forzados, brebajes calientes…) fueron algunas de las aportaciones más importantes de Alma a la orquesta. Para una artista profesional como ella, acostumbrada a altos estándares, crear una orquesta decente en Auschwitz era todo un reto: contra todo pronóstico, lo consiguió. Y la fama de la Orquesta Femenina de Auschwitz se extendió por todo el campo. Además de dirigir, Alma se encargó de crear los arreglos pertinentes para adecuarse a los instrumentos de los que disponía y fue solista en algunas ocasiones.
 
Biografías como las de Fania Fenelon y Anita Lasker-Wallfisch, integrantes de la orquesta en el campo de exterminio, o la de Richard Newman y Karen Kirtley, conocidos canadienses de Alfred Rosé, hacen posible una aproximación a la personalidad de Alma. 
 
Es bien conocida la durez y rigidez de la joven austríaca con las intérpretes de Auschwitz: a pesar de todo, su actitud ha sido agradecida por la mayoría de las supervivientes, ya que eran su disciplina de hierro y la música lo que realmente les permitía alejarse de la miseria de la vida en Auschwitz y les obligaba a centrar toda su atención en factores aparentemente irrelevantes como la importancia de la afinación. El respeto de Alma por la música era infinito: se dice incluso que, en un concierto para las SS en Auschwitz, detuvo su dirección hasta que un oficial calló. Y con este amor y respeto por su trabajo vivió su vida. Excepto dos, todas las chicas que Alma aceptó en su orquesta (ya fuese como intérpretes o como copistas) salvaron la vida. 
 
Alma Rosé dirigió la Orquesta Femenina de Auschwitz por última vez el 2 d’abril de 1944. Dos días más tarde, murió en Auschwitz a la edad de 37 años, posiblemente fruto de una intoxicación alimentaria. 
 
No pudo ver la luz de la liberación, tan cercana. Pero su música y su recuerdo han perdurado a través del tiempo. 

Foto 1: Alfred y Alma Rosé con Justine Mahler (Mahler Foundation)
Foto 2: Die Wiener Walzermädeln (Mahler Foundation)
Foto 3: Orquesta de Mujeres de Auschwitz (Mahler Foundation)
Foto 4: Alma Rosé (Mahler Foundation)


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Loles Raventós García-Amorena
Loles Raventós García-Amorena
Redactora
@LolesRaventos