Estos días hemos podido saber cómo viven la crisis del Covid-19 intérpretes catalanas de renombre del mundo de la clásica. Hacer música en los balcones en solidaridad con los vecinos o aprovechar para descubrirse a una misma han sido algunas de las cosas con que han aprovechado el tiempo en casa. Hoy, sin embargo, hemos hablado con el alumnado, los futuros músicos, para saber cómo afrontan esta situación, concretamente con Paula Caballé Bellot, Miquel Esquinas Martínez y Joan German Olivé, estudiantes de la ESMUC, el Conservatorio Superior del Liceo y el Conservatorio Superior de Música de Aragón, respectivamente.

En Cataluña, el paro de la actividad académica se decretó de forma precipitada el 12 de marzo. Aunque el cierre del centro era algo que ya se había ido comentando durante toda la semana en la ESMUC y se preveía inevitable, Paula Caballé, flautista y estudiante de Pedagogía, nos afirma que «no dejó de ser repentino». Miquel Esquinas, estudiante de interpretación en la modalidad de piano, explica que «la cancelación de la producción de la JONC —que hacía ensayos en el Liceo— a principios de esa semana fue un motivo por el que la gente comenzó a imaginarse lo qué vendría después», por lo que la parálisis de la actividad académica ya era un hecho antes del anuncio oficial.
 
Es un hecho que el coronavirus no está afectando a la Comunidad de Aragón al igual que en Cataluña, algo que se puso de manifiesto también en el ambiente del Conservatorio Superior de Música de Aragón. Joan German, miembro de la Junta de Convivencia del centro y estudiante de segundo año de interpretación de saxo, confirma que ni siquiera la dirección del centro tenía muy claro si se verían obligados a cerrar. La clausura del conservatorio también se hizo realidad el mismo jueves 12 de marzo, algo que German describe como «una situación que, mentalmente y de hecho, paraliza todos los planteamientos por adelantado del curso (en vista a uno, dos, tres meses. ..)», por lo que «la motivación sufre una regresión importante».

La necesidad de llevar a cabo una clase presencial ha sido una de las cosas que han quedado más evidenciadas durante esta crisis en cuanto a la continuidad de la docencia en el ámbito musical. El profesorado debe reinventarse el modelo prototípico de enseñanza en unas circunstancias en las que, como afirma Joan German, «todos estamos aprendiendo a trabajar conjuntamente desde lugares diferentes». A pesar de las ingentes dificultades que surgen en la enseñanza a distancia —especialmente de música—, «se buscan diferentes maneras de trabajar que te aportan muchas cosas nuevas», la respuesta general es buena y, como dice Paula Caballé, también «hay mucha empatía por parte del profesorado», algo fundamental en una situación igualmente extraordinaria para toda la comunidad educativa.
 
Así pues, por regla general, las asignaturas teóricas como análisis, auditiva o historia se llevan a cabo mediante el tradicional sistema en el que un profesor pide un trabajo concreto y, cuando el alumno lo tiene listo, lo devuelve por correo y le es corregido. En cuanto a las clases de instrumento, cada uno opta por métodos diferentes: Miquel Esquinas nos cuenta que, en su caso, se graba tocando las obras pertinentes y le envía al profesor la grabación el día que dan clase, momento en que el docente le contesta con un mensaje de voz comentando diferentes cosas. Si el maestro ve la grabación en el mismo momento en que la escucha es, incluso, bastante práctico. Joan, en cambio, una vez ha enviado su grabación al profesor, se reúne con él vía Skype o cualquier otra plataforma, y, mientras el profesor comenta, el alumno toma apuntes.
 
Es evidente que las numerosas plataformas digitales que ofrecen las nuevas tecnologías facilitan la tarea de continuar la docencia telemáticamente. Sin embargo, algunas pérdidas en la enseñanza han sido inevitables y, por ejemplo, asignaturas como música de cámara han tenido que paralizarse en su totalidad.

Los tres entrevistados coinciden en que el rendimiento de estudio es más bajo, principalmente porque en casa hay más distracciones que en las aulas del conservatorio. Miquel Esquinas añade, además, que en su caso se produce una importante diferencia con respecto al instrumento: «En el Liceo hay unos pianos de cola fantásticos; en mi casa, me tengo que adaptar a lo que tengo». Joan German, sin embargo, se toma esta situación como una «oportunidad para aprender a estudiar más», teniendo en cuenta que no sólo hay más tiempo para hacer otras muchas cosas, sino que también se debe trabajar en un lugar «donde no estamos acostumbrados a hacerlo».
 
Paula Caballé nos cuenta que el confinamiento también le ha ayudado a encontrarse con ella misma: «Me ha costado mucho adaptarme a la situación y seguir el ritmo de estudio en un ambiente diferente». Ahora, sin embargo, «me siento curiosa por cosas en las que antes quizás no me hubiera fijado, o no hubiera tenido tiempo, y eso también te aporta algo más de motivación en el día a día». En este sentido, Miquel Esquinas habla de la importancia de compensar el tiempo entre estudio y «todas las cosas que no tienes tiempo para hacer en tu rutina diaria».

Las redes han sido caldo de cultivo desde el primer día de confinamiento para la creación de iniciativas musicales para aliviar el cierre en casa. Paula Caballé señala la importancia de éstas, especialmente, porque «nos permiten desconectar momentáneamente de una situación como la que estamos viviendo, que nos supone un agotamiento psicológico muy importante. Creo que es una forma de evadirse». Con el paso de los días, Miquel Esquinas sólo ve cosas buenas al confinamiento. En cuanto a los conciertos virtuales de las redes, opina que para los músicos son importantes «para darse a conocer, pero también como reto personal». Relacionándolo con la opinión de Caballé, «si no tienes ningún objetivo puedes llegar a estancarse un poco con esta situación», lo que evidencia la relevancia de fijarse una meta.
 
Joan German, en el entusiasmo que le han podido generar algunas iniciativas, no deja de preocuparse por la continuidad de este interés general de la ciudadanía hacia la música. Además, no acaba de estar seguro si el confinamiento y los conciertos de los balcones dan una buena imagen, o la imagen adecuada, a la música: «Al final, los músicos de profesión dedicamos toda la vida al estudio, pero lo que se está llevando a cabo en muchos balcones son espectáculos de baja calidad musical», critica. Aún así, «si el hecho de que pongan los contenidos gratuitos hace que, a la larga, la cultura consiga más financiación y que se puedan hacer más cosas, adelante».

No son pocas las personas que desean o, cuando menos, se preguntan si viendo la importancia del deporte y la música estos días se producirá un cambio en el sistema educativo. Los tres creen que, como dice Esquinas, «hay una tendencia a priorizar siempre otras cosas por delante de la cultura», por lo que dudan de que cuando se termine el confinamiento se impulse una reforma educativa que revalorice la música. Joan German comentaba su miedo a que la «música se vea como una disciplina de coletilla» estos días, pero Paula Caballé asegura que «esta concepción de músico ya se tenía antes». A diferencia del extranjero, donde dice Miquel Esquinas que «hay un porcentaje del presupuesto mucho más alto dedicado a la cultura», en nuestro país todavía se necesitará tiempo para arreglar el problema. Paula Caballé opina que su origen «viene tanto desde el gobierno como de la sociedad misma», y no deja de desear que la gente llegue a entender las disciplinas artísticas «como herramientas que permitan a una persona mostrarse tal como es, además de fomentar la cultura ».

Fotos: Miquel Esquinas (Joan Toll); Joan German; Paula Caballé con el Quintet Mediterrani.