Critica

Joan Magrané: “El público sabe apreciar la buena música contemporánea”

09-06-2017
En las programaciones locales de música contemporánea hay un nombre que se repite con frecuencia: el de Joan Magrané, un joven compositor catalán que todavía no ha cumplido los treinta años.

Joan Magrané. Foto: Carles Fargas.

La obra de Magrané está presente no sólo en Cataluña, sino en muchas salas y festivales en Europa, donde formaciones de referencia en música de nueva creación, como el Ensemble Intercontemporain que creó Pierre Boulez en Paris, llevan la su música.

Recientemente, el compositor ha estrenado obras en el Auditori de Barcelona y el Gran Teatre del Liceu, en el marco del ciclo OFF Liceu. Su próximo estreno en Barcelona será el 19 de mayo en el Centre d’Arts Santa Mònica, con la interpretación de la pieza Caza nocturna con los Barcelona Clarinet Players. El 19 de junio, estrenará en Valencia la obra para percusión Máquina celeste.

Todo ello, como preludio de un verano intenso donde obras sus llegarán incluso a Corea del Sur. Y a toda esta actividad artística hay que añadir un compromiso total con la música que le ha llevado a ser elegido este mes de mayo presidente de las Joventuts Musicals de Catalunya.
 

Barcelona Clásica: ¿Es normal esta acumulación de obras propias en tan pocos días de diferencia?
Joan Magrané:
Si, en esta época se acumulan, sobre todo, los encargos institucionales. Lo habitual es hacer 4 o 5 estrenos al año, aunque este año, contando la temporada de septiembre a julio, han sido más, quizás 7 u 8. Ahora han coincidido en Barcelona los estrenos de los encargos de las Joventuts Musicals de Catalunya por el Festival Emergentes del Auditorio y el de la Coral Carmina con O vos omnes, así como la obra incluida en el OFF Liceu. En París, también he estrenado recientemente una obra encargo de la Philharmonie con el Ensemble Intercontemporain. Y luego están los encargos de cámara, normalmente para intérpretes amigos, que se hacen durante todo el año.

B.C. Una vez estrenadas, ¿las obras se siguen interpretando?
J. M.
Sí. El 100% de las cosas que he hecho han tocado más de de dos veces.

B.C. ¿Te enteras?
J. M.
Normalmente, sí. No siempre, claro.

B.C. ¿Cómo arranca tu trayectoria?
J. M.
Yo empecé muy pequeño en La Selva del Camp, un pueblo en el Baix Camp donde hay una banda de música. Yo tocaba la percusión. Resultaba que el profesor de la escuela de música estaba a una orquesta de Sant Cugat y empecé yo también a colaborar. Todo fue una escuela genial.

B.C. ¿Te diste cuenta pronto de que la música era tu vocación?
J. M.
Siempre vi que me gustaba mucho. Con esta orquesta de Sant Cugat estrené una pieza con 12 o 13 años, aunque yo ya había escrito cosas antes. En paralelo, también hacía piano, pero mucho más que el instrumento me interesaba la dinámica de la orquesta, la interacción con los músicos …

B.C. ¿Cuándo llegó el momento definitivo para decidir ser músico?
J. M.
Llegó con los estudios de grado medio en el Conservatorio de Vilaseca. Yo los empecé justo en el momento en que se incorporaba como profesor  Ramon Humet quien, además, se encontraba en la etapa más activa como compositor, con muchos premios y reconocimientos. Hablé con él y se inventó una clase a medida, donde yo era el único alumno, llamada “Armonía avanzada”. La primera parte hacíamos estudio del contrapunto, muy intenso. Y la otra parte hacíamos composición libre o escuchábamos música. George Benjamin fue el primer compositor contemporáneo que me atrapó.
Joan Magrané. Foto: Pierre Morlet

B.C. ¿Y después del grado medio?
J. M.
Ramon Humet me dijo que tenía que ir a la ESMUC, con Agustí Charles, el gran pedagogo de la composición. Todos los compositores de mi generación hemos salido de allí.

B.C. ¿Cómo llegó el salto internacional?
J. M.
En mi último año de carrera viví en Graz, en Austria, de Erasmus. Decidí que quería hacer un máster también en el extranjero, pero a otro país. De hecho, tenía claro que quería estudiar con Stefano Gervasoni, profesor del Conservatoire National Supérieur de Musique et de Dance de Paris, quien me parece un artista muy interesante. Me instalé allí y al acabar los estudios, me quedé.

B.C. ¿Se puede vivir de la composición?
J. M.
Yo he tenido mucha suerte. Van saliendo proyectos, en Francia más que aquí, y más gordos. Pero recibo encargos de todas partes.

B.C. ¿No te planteas hacer este mismo trabajo desde Barcelona?
J. M.
No podría hacer lo mismo. Es muy importante estar en contacto con los músicos que interpretan tu obra, con los directores artísticos de las instituciones que hacen los encargos, con los programadores …

B.C. Además de los encargos institucionales, ¿no hay más apoyo para la música de nueva creación?
J. M.
Lo ideal sería que no fuera así y que el mecenazgo privado tuviera un papel más importante. La realidad es que hay cosas en que las instituciones deben implicarse para hacerlas posibles.


B.C. En tu biografía dices de que tienes como referentes poetas y artistas musicales. ¿Cómo se plasman estos elementos en la música?
J. M.
La poesía es, sobre todo, un elemento de inspiración. Yo me siento muy cercano a la manera de hacer de los poetas. Me interesa encontrar la esencia, la palabra justa. Me excita más eso que buscar simplemente la novedad o la transgresión.

B.C. ¿Y los pintores?
J. M.
Es una influencia más técnica. Hay recursos pictóricos, sobre todo del Renacimiento, como el uso de la geometría, que aplico a la estructura, o el sfumato, que se puede usar para la instrumentación.
 
B.C. También llama la atención que, cuando hablas de los compositores que más te influyen, hablas de músicos del Renacimiento, en lugar de autores contemporáneos o incluso clásicos.
J. M.
Es que es la música que más escucho y que más me inspira, aunque, evidentemente, con adaptaciones en el siglo XXI.

B.C. ¿Como los instrumentos electrónicos?
J. M.
No. No los uso casi nunca. Sólo lo he hecho en ocasiones puntuales.

B.C. ¿Qué géneros te interesan más?
J. M.
Sobre todo, la música de cámara y la ópera. Lo que más me interesa es el trabajo con los intérpretes. Si entienden la obra, si comprenden la intención del compositor, la pueden transmitir con toda la pasión. ¡La tocan si fuera una pieza de Beethoven!

B.C. ¿Tiene un problema de público la música contemporánea?
J. M.
Si, hay un problema de público. Pero no es problema del público; es un problema de los programadores, que tienen miedo y se piensan que la gente no querrá ir a escuchar música contemporánea. Y la realidad es que, si está bien hecho, la gente lo sabe apreciar. En el Gran Teatro del Liceo han hecho la Elektra de Strauss y la gente ha quedado maravillada. ¡Ha sido el éxito de la temporada! En Barcelona el público sabe valorar la calidad musical. 
 

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