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Gordan Nikolic: “Dejo la London Symphony Orchestra porque necesito explorar la música sin micrófonos”

08-09-2017
Gordan Nikolic, dirigiendo a la JONC. Foto: igor.cat

En periodos de vacaciones es cuando la Jove Orquestra Nacional de Catalunya reúne a sus componentes y pone a punto sus proyectos, bajo la supervisión de músicos expertos. En esta ocasión, esta labor la han realizado los componentes de la Orquesta Bandart, capitaneados por su director artístico, Gordan Nikolic, toda una leyenda del mundo orquestal europeo tras sus veinte años de trayectoria como concertino de la London Symphony Orchestra (LSO)

Nacido en Serbia en 1968, empezó a tocar el violín a los 7 años y se formó en Suiza. Antes de cumplir los 30 ya había aterrizado en la LSO, una de las orquestas más importantes del mundo y con una trayectoria ascendente tal que ha sido capaz de “robarle” el director, Simon Rattle, a la mismísima Filarmónica de Berlín. Rattle iniciará su primera temporada en la LSO en las próximas semanas, pero ya no podrá contar con Gordan Nikolic, quien ha comunicado a la orquesta su decisión de buscar otros horizontes laborales. Entre ellos, se encuentran, según nos cuenta en esta entrevista, el trabajo con Bandart y, con bastante probabilidad, nuevos proyectos en Barcelona. Quien quiera verle dirigir en directo a la JONC, podrá hacerlo el jueves 7 de septiembre a las 19.30 horas en la Casa Bartomeu.

Barcelona Clásica: ¿Cuándo y cómo surgió la colaboración con la Jove Orquestra Nacional de Catalunya?
Gordan Nikolic:
Este año será la tercera vez. Gente de las orquestas en las que trabajo conocía a Manel Valdivieso, y ellos también conocían Bandart. Vine y me gustó lo que hacían. Es emocionante ayudar a los jóvenes. A ellos, encontrarse con músicos consolidados les hace soñar, y el intercambio de experiencias entre músicos de diferentes edades puede ser una sorpresa muy positiva. En este sentido, destacaría que, en la JONC, el nivel de compromiso, la capacidad y el esfuerzo están creciendo más y más.

B.C. Algunos músicos experimentados dicen que lo que más les gusta del contacto con estudiantes es contagiarse de la energía de los jóvenes. ¿Es tu caso?
G.N.
Yo diría que, en el arte de la música, con el tiempo, la energía no solo no disminuye, sino que aumenta. Creo que es algo mental, pero con efectos reales. Pasa también en otros ámbitos: tengo un amigo que corre maratones y me cuenta que el final es un momento lleno de energía. Dicho esto, la energía es importante, pero, para un músico, lo fundamental es ser capaz de mantener esa energía a lo largo del tiempo. Beethoven escribió momentos bellísimos, pero el principal valor de su obra es que forma una estructura que los músicos deben abordar como un todo, basándose en la intuición y en un trabajo organizado.

B.C. ¿Y cómo se aplican estas ideas en la formación de un músico?
G.N.
Un grupo de músicos jóvenes aporta, principalmente, un fantástico montón de tendencias. Mi trabajo consiste en intentar tomar toda esta energía, entrenarla y ayudar a que se proyecte a largo plazo.  Es como lo de los anillos de Penélope [en la Odisea]: lo difícil no es disparar para que la flecha pase por un anillo, sino que la flecha atraviese los doce anillos a la vez.

B.C. Con todo el trabajo realizado todo este tiempo, ¿te consideras especialmente vinculado a Barcelona?
G.N.
Te contaré una cosa que pocos saben. Cuando tenía doce años, hice un viaje con mi escuela de música. Era mi primera salida al extranjero, nuestra primera gira internacional. Y vinimos a Barcelona. Hicimos 20 conciertos en 20 días. Increíble. E imagina lo que supuso para un chico de esa edad ver la obra de Gaudí. ¡Y hasta tengo fotos de Maradona! Voy a estar siempre ligado a Barcelona.

B.C. ¿Cómo preparas la nueva temporada de la London Symphony Orchestra y la llegada de Simon Rattle como director titular?
G.N.
A partir de octubre, se hará oficial que dejo la London Symphony Orchestra. Ha sido una etapa estupenda, pero llevaba más de 20 años como concertino. Creo que soy el segundo músico en la historia de la orquesta que más tiempo ha estado en una misma posición. Y podría haber continuado, porque el placer de tocar sigue ahí. Pero necesito explorar más allá. La LSO, por lo que es y lo que significa, no puede abordar determinados campos de la modernidad, y no creo que, hoy en día, las orquestas estén afrontando bien lo que significa el sonido sin micrófonos. No me refiero a las grabaciones discográficas, sino al hecho de que un micrófono hace que nos concentremos en una parte sin entender todo lo que está pasando realmente en la sala. Y lo más grande de la música, lo verdaderamente inacabable, es cómo suena en el espacio.

B.C. ¿No es un reto demasiado complejo y profundo en una época en la que parece que al público se mueve más gracias a factores como la publicidad?
G.N.
Es verdad que es muy difícil. Hoy la gente olvida muy rápidamente lo que ama. Hay demasiados estímulos por todas partes que nos impactan continuamente. Pero también hay signos de esperanza. El otro día estuve viendo una película española, La isla mínima, en la que, junto a persecuciones de contrabandistas, había escenas lentas al estilo de Tarkovsky. El propio Almodóvar utiliza el tiempo de forma muy interesante. En general, me gusta todo el cine español contemporáneo precisamente por eso; porque se da tiempo al espectador a entender lo que ocurre. Igualmente, lo he visto en algunas series de éxito, como True Detective. Si estos productos triunfan, es posible que el dinero se dé cuenta de que las personas necesitamos tiempo. Hay esperanza.
 
La JONC, dirigida por Gordan Nikolic

B.C. Tras la etapa en la LSO, ¿cuáles son tus planes futuros?
G.N.
“Planes” es una palabra demasiado fuerte para mí, en estos momentos. Hablaría más bien de  “esperanzas”. Continuaré con mi trabajo como profesor en Rotterdam y, a partir de octubre, también en Alemania.

B.C. ¿Quizás habrá más dedicación a la dirección?
G.N.
No. Al menos, no por ahora. Quizás cuando sea mucho más mayor. Dirigir es tomar decisiones y yo evito tomar decisiones la mayor parte del tiempo. Lo que me gusta es la confrontación de tendencias. La armonía, que es la base de la música occidental, es justamente la disrupción de la unidad.

B.C. ¿Y seguirás como director artístico de Bandart?
G.N.
Sí. Bandart es un grupo de personas que se dedican a explorar la libertad a través de la comunicación. Y me refiero a la libertad en un sentido positivo, entendida como forma de conseguir algo. ¿Para qué se ha escrito una determinada pieza? ¿Por qué? Cuando llegas a la idea original, eres libre para interpretarla. Eso implica, por un lado, mucho trabajo de investigación y, por otro, una relación muy estrecha entre todos los componentes. Confiamos mucho los unos en los otros y esto es nuestro principal activo. Llevamos una década tocando juntos, pero, si por mí fuera, seguiría tocando con ellos hasta que tuviera 70 años.

B.C. Para un aficionado al cine como tú, ¿cómo ha sido la experiencia de trabajar en superproducciones de Hollywood como Star Wars Harry Potter?
G.N
. A veces es muy interesante; otras, no tanto. Pero he conocido a grandes profesionales. Por ejemplo, John Williams. Cuando ves la imagen de una nave espacial despegando sin música, te parece insulsa. Ni siquiera te la crees. Pero le añade la música… ¡y magia! Entonces te parece perfectamente real. ¡Este hombre es un genio!

B.C. Te gusta el cine español. ¿Y los músicos españoles?
G.N.
 Me gustan mucho; quizás no tanto por la técnica, sino por cómo se relacionan con los demás. Son muy conscientes de lo que la música significa para ellos y eso, en un mundo en el que la competencia puede llegar a ser muy dura, es muy útil. A veces, los deseos individuales pueden convertirse en un problema y, en cambio, el amor a la música puede ayudar a separar lo que es realmente importante de lo que no.

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