Coral

Simon Halsey: “Ningún coro del mundo representa tanto a un pueblo como el Orfeó Català”

19-10-2017

El director inglés Simon Halsey cumple un año al frente del Orfeó Català e inicia la temporada con “Considering Matthew Sheppard”, un concierto rompedor, difícilmente encasillable dentro de los tópicos habituales de la música clásica, y en el que, además del Orfeó, participan otros coros de la Escola Coral del Palau. Es toda una declaración de intenciones de hacia dónde quiere llevar la institución.

En esta entrevista, Simon Halsey  nos desvela cómo ha vivido su primer año en Barcelona y qué está suponiendo esta nueva etapa para su brillante trayectoria como uno de los más prestigiosos directores de coros del mundo.

Barcelona Clásica: ¿Cómo fueron tus inicios con la música?
Simon Halsey:
Mi padre, Louis Halsey, fue un director de coros famoso. Grabó muchísimos discos y trabajó con Stravinsky, Vaughan Williams y otros. Y mi madre era profesora de música.  Así que la música era algo que estaba siempre en casa. En mi caso particular, empecé cantando en el coro de la iglesia local. El director era un hombre extraordinario, que amaba la música tan intensamente que recuerdo haberle visto un día dirigiendo una pieza con lágrimas en los ojos. Yo entonces tenía seis años y pensé que, si la música tenía el poder de hacer llorar a un adulto, debía de ser algo muy especial.

B.C. ¿Fue entonces cuando empezaste tu educación musical?
S.H.
A los ocho años, entré en el coro del New College  de la Universidad de Oxford, donde los niños reciben al mismo tiempo la educación básica y la educación musical. En realidad fue una idea de mis padres, pero me sentí feliz, tanto que, cuando acabé la etapa escolar, me uní al coro del King’s College de Cambridge. Al finalizar los estudios, calculé que llevaba 13 años de mi vida cantando todos los días. Y solo tenía 21.

B.C. Por entonces ya sentías una clarísima la vocación musical…
S.H.
No solo yo. Es un tipo de educación musical muy intensa. En mi clase todos queríamos ser directores o compositores. Y, efectivamente, de allí hemos salido dos directores y dos compositores.  En mi caso, decidí que quería ser director y empecé los estudios superiores en el Royal College of Music de Londres.

B.C. ¿Cómo empezó propiamente tu carrera profesional?
S.H.
Tuve mucha suerte. Nada más acabar los estudios, encontré trabajo en la Scottish Opera, la Compañía Nacional de Ópera de Escocia. Para mí fue muy importante, porque trabajábamos en muchos sitios diferentes, incluyendo poblaciones pequeñas, y esto me dio una buena base para los proyectos comunitarios que, posteriormente, he podido desarrollar.

B.C. ¿Qué ocurrió después?
S.H.
Pues volví a tener una suerte fantástica. Conseguí un trabajo como director del coro de la Universidad de Warwick. Es una de las mejores universidades de Reino Unido y también del mundo. Era una oportunidad increíble. ¡Solo tenía 23 años y dirigía a un grupo de estudiantes que eran de mi edad! Un año después, surgió otra gran oportunidad: dirigir el coro de la ciudad de Birmingham. Y resultó que tanto en Warwick como en Birmingham trabajé junto a un joven director llamado Simon Rattle.

B.C. ¿Es cierto que fue el propio Simon Rattle quien te aconsejó que te centraras en la dirección de coros?
S.H.
Sí. Por entonces tenía la idea de convertirme en director de orquesta, pero Simon Rattle me dijo que debería centrarme en los coros. Y fue lo mejor que me ha pasado en la vida. Tenía todo el sentido del mundo: yo era un cantante. Siempre lo había sido. Y, a partir de entonces, todo fue muy rápido: poco después de cumplir los 30 años, era un director internacional con invitaciones para dirigir coros de todo el mundo.

B.C. ¿Cuál fue la clave para una carrera tan vertiginosa?
S.H.
Creo que con Simon Rattle formamos un tándem muy entusiasta y energético, y eso se transmite. También vivíamos en una época diferente, en la que tuvimos la oportunidad de hacer grabaciones de gran calidad que consiguieron mucha repercusión y se escucharon en todo el mundo.

B.C. La colaboración con Simon Rattle se ha mantenido muy estrechamente desde entonces: Birmingham, Filarmónica de Berlín, London Symphony Orchestra…
S.H.
Llevamos trabajando juntos 40 años y lo seguiremos haciendo. Creo que la relación con Simon ha sido la más importante de mi vida. Y va a continuar en el futuro, lo que permitirá que el Orfeó Català realice más proyectos junto a Simon Rattle. Ya este verano actuaron en los BBC Proms dirigidos por él. Y, en 2018, Simon ofrecerá en el Palau de la Música y con los coros de la casa el primer concierto totalmente “a cappella” de su carrera.

B.C. ¿Cómo es posible dirigir simultáneamente coros  en varios países a la vez?
S.H.
Actualmente soy director en el Coro de Birmingham, y también profesor en su universidad; director del coro de la London Symphony Orchestra y director del Orfeó Català y de la Escola Coral del Palau. Me organizo de forma que paso 12 semanas al año en Barcelona y el resto del tiempo, en Inglaterra. Dos días a la semana estoy en Birmingham y otros dos, en Londres. El verdadero problema llega cuando hay que encajar las fechas de festivales, giras, etc.

B.C. ¿Encuentras muchas diferencias culturales entre coros de uno u otro lugar?
S.H.
Desde luego. La principal diferencia es entre coros profesionales y coros amateurs. En Alemania, existen los coros profesionales. Los cantantes son como músicos de una orquesta: trabajan todo el día en el coro y luego se van a casa. Con ellos se puede realizar 13 o 14 proyectos al año. Pero en Inglaterra y en Barcelona, la mayoría de los coros son amateurs. Eso significa ensayar dos veces a la semana y en fines de semana, y ser consciente de que los cantantes están dedicando a la música su tiempo libre. El componente social es muy importante.

B.C. En tu opinión, ¿qué es lo más característico del Orfeó Català?
S.H.
El Orfeó está fuertemente vinculado a su historia, a su misión y al edificio del Palau de la Música. No creo que haya otro coro que represente tanto a un pueblo, a una cultura y a una ciudad. El coro de la LSO, por ejemplo, es muy bueno, pero no representa a nadie ni tiene ningún simbolismo especial. 

B.C. ¿Hay también diferencias artísticas?
S.H.
Sí. En el Orfeó Català todos los cantantes reciben clases de canto, por lo que, vocalmente, son mejores que mis coros en Reino Unido. Sin embargo, en mi país, los cantantes suelen tener más experiencia  y leen música más rápido: hay muchos coros y es habitual que la gente participe en ellos como una actividad de su vida durante muchos años. Así que, para llegar al mismo nivel, el camino que tengo que recorrer con los coros tiene que ser distinto: aquí en Barcelona nos lleva más tiempo leer una nota y, en Inglaterra, nos cuesta más cantarla.

B.C. ¿Qué balance haces de tu primer año al frente del Orfeó Català?
S.H.
Tengo que decir que el coro es muy bueno. El anterior director, Josep Vila,  hizo un trabajo fantástico. Para mí, lo mejor de todo es que es un lugar muy sano, en el sentido de que hay un excelente ambiente y se respira felicidad. Dicho esto, tengo que preguntarme qué puedo aportar yo. El tipo de trabajo ha de ser diferente, porque Josep Vila estaba permanentemente en Barcelona y dirigía todos los ensayos, pero yo solo estoy 12 semanas al año.

B.C. ¿Y qué quieres aportar al Orfeó Català?
S.H.
En primer lugar, creo que pueden ser muy útiles mis contactos internacionales. Hay que traer a grandes directores a colaborar con el Orfeó y también a grandes orquestas. Y no solo se trata del Orfeó: también el resto de coros de la casa tienen que tener sus partners internacionales. Hay proyecto con coros de Hannover, Nueva York e Italia para el Cor de Noies, el Cor Jove y el Cor Infantil. Por otro lado, mi trabajo también ha de estar relacionado con la programación: tenemos que estrenar más música nueva. Haremos encargos para estrenar nuevas obras en el futuro. Y, desde el punto de vista de los cantantes, quiero desarrollar relaciones más estrechas entre la Escola Coral y el Orfeó. Yo voy a ensayos de los coros de la casa y los niños me conocen. Muchos jóvenes abandonan la institución cuando acaba su formación musical, y eso debería cambiar. 

B.C. ¿Y el Cor de Cambra?
S.H.
Creo que tenemos que impulsar un modelo nuevo. A partir del año que viene, iniciaremos un proyecto para centrar el coro en un repertorio de música antigua catalana y española para conciertos “a cappella” por toda Europa. La idea es convertirlo en un coro especializado de alto nivel que pueda colaborar en proyectos de directores como Mark Minkowski o Philippe Herreghewe.

B.C. ¿Se mantiene la idea de impulsar otras iniciativas sociales y comunitarias, como ya se empezó a hacer la pasada temporada?
S.H.
Tenemos que involucrar más a la comunidad y crear proyectos participativos. El Palau de la Música tiene que ser la casa de los coros.

 B.C. ¿Es posible soñar con llenar el Palau de la Música de cantantes, como prometiste en el primer experimento de ensayo abierto del año pasado?
S.H.
En Berlín, lo hicimos. La primera sesión tuvimos 300 personas; la segunda, 800. Al año siguiente, éramos 2.000. Si la gente que lo prueba disfruta, se correrá la voz. Y los beneficios de cantar para las personas están más que demostrados: cantar nos hace más saludables y más felices. Si en el mundo hubiera más música, sería un lugar mejor. Pero, desgraciadamente, los gobiernos siguen considerando que la música es un lujo.

B.C. ¿Por qué elegir una obra contemporánea como “Considering Matthew Sheppard” para abrir la temporada?
S.H.
En realidad, la obra es muy amable. No solo tiene música clásica; también hay otros géneros, como pop o blues. Algunos fragmentos parecen música de John Rutter. Pero, además, estoy muy contento de que sea música contemporánea, porque siempre se acusa a la música  clásica de ser cosa de hombres blancos muertos, y tenemos que demostrar que esto involucra a todo el mundo, incluidas mujeres y personas que nos son blancas, y que, por supuesto, es una cosa viva.

B.C. ¿No es una elección un poco arriesgada?
S.H.
No existen fórmulas mágicas para programar y se puede obtener éxito con música contemporánea si el público confía en el director. Simon Rattle ha inaugurado la temporada de la LSO con cuatro conciertos de música contemporánea y ha llenado en los cuatro. Ganémonos la confianza del público y podremos arriesgarnos en la programación.


Fotos cedidas por el Palau de la Música Catalana. Crédito: Ricardo Ríos.

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