Critica

'I Puritani' o enloquecer de amor en el Liceu

29-09-2018

Viernes 5 de octubre, el Gran Teatre del Liceu estrena I Puritani, la última ópera de Bellini que cautivó París en 1835, con Pretty Yende y Javier Camarena, que tendremos la ocasión de ver hasta el día 21 con dirección musical de Christopher Franklin.

En 1835, pocos meses antes de morir, Vincenzo Bellini estrenaba en París una obra que fue recibida con gran entusiasmo y que narra el drama amoroso de Elvira y Arturo, en pleno enfrentamiento de los puritanos, partidarios de Oliver Cromwell, y los realistas que defendían la casa Estuardo, en un momento en que todo lo escocés, misterioso y lejano se había puesto de moda en la Europa romántica por la fuerza literaria de de Walter Scott.
 
La locura de la protagonista fue el motivo decisivo por el que Bellini se decantó por el libreto de un inexperto Conde Pepoli, con el encargo que I Puritani debía “hacer emerger lágrimas y estremecer a través del canto”. La obra se estrenó en el Théâtre Italien de París gracias al apoyo de Rossini, que tenía la hegemonía en la Francia del momento, y resultó un maravilloso testamento musical de Bellini, una obra melancólica, elegante, y muy demandada por los artistas.
 
Eso sí, Rossini advirtió Bellini que el refinamiento en la melodía no sería suficiente. Bellini hizo caso del consejo, sin renunciar a la melodía etérea y majestuosa, de ritmo impreciso y llena de inesperadas inflexiones, que recoge lo mejor del bel canto, en una música elegante y distinguida, de orquestación colorida y efectista. De este modo, cautivó toda Europa con una de las obras más bellas que nunca había compuesto, donde el coro tiene un papel destacado porque representa, de una manera grandilocuente ya la vez equilibrada, las tensiones que vive el pueblo.
 
La escena se sitúa en la ciudadela de Plymouth, en un momento crítico en que Cromwell había conseguido derribar a los Estuardo y su último rey, Carlos I, había sido ejecutado ante el Parlamento de Londres. Al inicio de la obra, los soldados puritanos que combaten bajo el mando de Cromwell auguran una próxima fin de la guerra civil que sostienen contra los realistas. La obertura ilustra de forma muy efectiva el tono marcial de la pieza, con cierta majestuosidad y una gran belleza, con predominio de las trompetas y la percusión, a las que se añade el coro de hombres. Entre los combatientes se encuentra Sir Riccardo Forth, que está perdidamente enamorado de Elvira, la hija del gobernador de la ciudadela, Lord Gualtiero Valton. Al aria “Or dove Fugger io nunca …”, con cabattina “Ah, para siempre io ti perdió”, Riccardo despliega su voz con ternura y afectación, emitiendo una línea melódica continua y bien dirigida. Lord Valton declina la petición, convencido por Giorgio, quien seguidamente se encontrará en las estancias de Elvira. Pronto llegará Lord Arturo, de quien Elvira está enamorada a pesar de sus tendencias políticas. Este lleva a su amada un velo y se muestra exultante de tenerla a su lado, mientras le canta el elegante y lírica “A te, o cara”, con una preciosa introducción orquestal.
 
Poco después, Arturo advierte que la reina Enrichetta de Francia, viuda de Carlos I, está prisionera y parece que su destino debe ser el de su marido y su lealtad hace que la quiera salvar, aunque eso le cueste el amor. De esta manera, Arturo introduce la reina en el ante-cámara de Elvira y la cubre con el velo de la joven. Los centinelas, confundiéndola con la hija de Lord Valton, la dejan salir sin dificultad. Al descubrirse la evasión, Elvira cree que su amado la ha abandonado por otra y su pena es tan grande que enloquece, y los soldados juran venganza con una música que se precipita hacia un final grandilocuente.
 
El segundo acto se inicia con “Cinta di fiori” (“Coronada de flores”). Giorgio se lamenta de la demencia de la desdichada Elvira, que no sabe en qué mundo vive, en una melodía triste que dibuja una línea cíclica acompañada del coro y con una sólida base orquestal que se tensa y se destensa con elegancia y sutileza. A continuación, los puritanos anuncian que Lord Arturo Talbi ha sido condenado a muerte por el Parlamento, por haber ayudado la reina Enrichetta a escapar.
 
Entonces aparece la demente Elvira y canta una dulce melodía de añoranza que en el desconcierto de su alienación le recuerda a su amado. Es la melancólica escena “¿Quién la voce sua Soave … Oh! Rendetemi la speme “, de gran expresividad; con una orquestación desenvuelta, generosa en el fraseo que interpela una melodía de aparente sencillez, cálida, tranquila, pero no exenta de confusión. Entra el tío de Elvira, Sir Giorgio, acompañado de Riccardo, al que suplica que interceda para conseguir el perdón de Arturo. El caballero rival se deja convencer y acepta, con la condición de que Arturo se presente en el campamento sin armas y abjurando de sus ideas realistas.
 
La obertura del tercer acto ya deja entrever la tragedia, a través de una tormenta sonora que da paso a la voz de Arturo, que mira la oportunidad de alejarse de Inglaterra. Pero antes de hacerlo, quiere ver Elvira por última vez, por eso ronda por el jardín esperando encontrarla. Suena el arpa: es el amor de Elvira que se manifiesta con una voz que se oye de lejos, pero, aún así, clara. Es su canción de amor, y eso la enternece. Se encuentran, y se inicia el dúo de amor “Vieni, fray le mie braccia”, lleno de pasión y arrebato, pero que queda truncado por los tambores de la tropa que se acerca.
 
Los rondheads capturan al caballero realista y, en cumplimiento de la orden dada por el Parlamento, se disponen a ejecutarlo. Entonces, llega el momento musical culminante de la obra con “Credasi, misera”, a de Arturo del acto tercero donde el tenor debe cantar cinco notas superiores al Do de pecho. Es un claro ejemplo del control melódico que logra Bellini pero, también, de la destreza con la que está escrita la página orquestal, sin demasiado protagonismo, pero con un espesor suficiente como para sostener toda la arquitectura, a la que se añaden más personajes.
 
En ese preciso instante de dramatismo llega un mensajero con un comunicado de Cromwell que da cuenta de la derrota de los realistas y del indulto general concedido por el dictador a todos los prisioneros de guerra. En la versión tradicional, Elvira, al ver liberado Lord Arturo, recobra la razón y amorosamente se lanza a los brazos del amado, esta vez, para siempre. Pero el Liceu trae una producción que cambia el final: Arturo muere y el retorno de la salud mental de Elvira se ve comprometido.
 
Es la ingeniosa producción de Annilese Miskimmon, que empieza situada en el siglo XX, pero que cuando Elvira pierde la razón hace un salto atrás hasta la guerra civil inglesa, combinando de manera brillante la cordura, la realidad, la imaginación y la locura. En esta ocasión, Elvira será encarnada por Pretty Yende y María José Moreno. La soprano Pretty Yende, un verdadero monstruo escénico con voz de diamante, y M. José Moreno, una voz lírica ligera vaporosa y sofisticada que lleva el bel canto al ADN, dotarán Elvira de una gran autenticidad. Por su parte, los tenores Javier Camarena y Celso Albelo serán Arturo. La pirotecnia vocal de Camarena y su carisma han cautivado todos los teatros, gracias a un instrumento puro y brillante y una línea de canto hermosa e inteligente, mientras que el tinerfeño Celso Albelo ha hecho un hueco en los mejores teatros con su elegancia y dominio técnico al servicio de la ópera italiana y de nuevos repertorios que le apasionan. Una producción de la Welsh National Opera, la Danish National Opera y el Gran Teatre del Liceu, que contará con su orquesta y coro, con Christopher Franklin al frente.


Fotos: 'I Puritani' (© Kåre Viemose)

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Aina Vega Rofes
Aina Vega i Rofes
Editora
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