Critica

Los 3 compositores más programados del mes de septiembre

06-10-2018

La temporada 2018/19 empieza con apuestas seguras. Los clásicos del siglo XIX encabezan las programaciones de este septiembre en Barcelona. El ballet Don Quixote de Ludwig Minkus ha sido el plato fuerte del Liceo antes de comenzar en octubre la temporada de ópera, y la OBC y L’Auditori de Barcelona han mirado hacia los románticos alemanes Mahler y Schumann para inaugurar la programación de este curso.

1. Ludwig Minkus


Las siete representaciones del ballet Don Quixote que ha ofrecido el Liceu en septiembre dan a Minkus el primer lugar en el podio de los más programados. El compositor austríaco contó con la coreografía de Marius Petipa, y ahora el coreógrafo de la Compañía Nacional de Danza Juan Carlos Martínez ha hecho una relectura del baile original. La versión que se ha visto en el Liceu, que ya había pasado por muchos otros lugares como el Teatro de la Zarzuela de Madrid, tiene un toque más cinematográfico y se adapta a la forma de mirar que tenemos hoy en día. “Mi propuesta respeta la tradición pero innova para que el público de hoy tenga las mismas emociones que provocó la versión original”, afirma Martínez.

Este ballet, considerado un clásico, fue representado por primera vez en 1869 en el Teatro Imperial de Bolshoi de Moscú, con un enorme éxito. Fue la obra que proporcionó a Minkus un mayor reconocimiento a lo largo de su carrera. Hijo de un comerciante adinerado, Minkus comenzó a tocar el violín a los 4 años y con 20 ya publicaba sus propias composiciones. El éxito del Don Quixote le llevó a ser el compositor oficial del Ballet Imperial Ruso.
 
Minkus produjo un ballet de estilo académico y clásico que fue muy aclamado tanto por la crítica de la época como por el público de las altas esferas del Imperio Ruso. Sus composiciones eran de un marcado carácter romántico, con melodías que inspiran muy directamente las emociones que quiere transmitir. Entre sus otros éxitos tenemos otros ballets como La Bayadère y la famosa escena de Las Sombras, en la que un príncipe ve en sueños, por efecto del opio, a su enamorada multiplicada por muchas. La melodía serena y repetitiva acompaña las numerosas bailarinas que van apareciendo, todas idénticas haciendo los mismo pasos, hasta llenar simbólicamente la mente del príncipe.

2. Gustav Mahler


El excepcional director venezolano Gustavo Dudamel ha capitaneado la Mahler Chamber Orquesta en su interpretación en el Palau de la Música del concierto La Cuarta de Mahler. La cuarta sinfonía del compositor checo, gozosa, feliz e incluso infantil, ha sido la guinda del pastel de una recopilación de sinfonías de compositores como Brahms, Bach y Schubert. L'Auditori de Barcelona, ​​por su parte, ha escogido la Quinta Sinfonía de Mahler para el concierto inaugural de la temporada 2018/19.

Mahler bebe tanto de la larga y brillante tradición alemana (Bach, Haydn, Beethoven) como de las marchas militares que escuchaba de pequeño. Fue un oyente entusiasta del romántico Richard Wagner, que según él era el único que “poseía un auténtico desarrollo”. De hecho, el mismo Mahler superaría el Romanticismo y crearía su propio lenguaje. Para ello, eligió formas musicales como la de la sinfonía, que es la que se ha visto más marcada por la huella del genial compositor. Él fue quien, según el crítico Jesús Ruiz Mantilla, “hizo morir la sinfonía como forma clásica”, que durante el Romanticismo tenía una estructura muy pautada.

A los 27 años ya planteaba que la sinfonía podía tener más de cuatro movimientos y comenzar sin un tema definido. Le dijo a un crítico inglés: “La sinfonía es como el mundo. Debe abarcar todo”. Una de las más conocidas e interpretadas de Mahler es la Sinfonía núm. 5, con un Adagietto muy popular que comienza plano y pausado pero que hace un lento crescendo hasta dejar la emoción bien a flor de piel. Aparte de la experimentación en la sinfonía, Mahler ya trabajó con armonías que resultaban extrañas y disonantes para los críticos de la época, y que según especialistas actuales “anticiparon maneras de hacer música más tardías como la atonalidad”. Por todo ello, la crítica actual lo define como “posromántico”, junto con otros como Strauss.
 

3. Robert Schumann

 
El Concierto para cuatro trompas de Schumann, junto con la sinfonía de Mahler, ha sido interpretado por la OBC en L'Auditori de Barcelona para dar el pistoletazo de salida a la programación de la temporada 2018/19. El concierto tuvo como invitado el solista de la Filarmónica de Berlín Stefan Dohr.

La vida y la obra del compositor alemán son la máxima expresión del Romanticismo. Una de sus facetas destacables es el espléndido tratamiento del piano con el auge de la sonata para piano, una forma musical que surge en la época. Uno de sus estudios más famosos es el Op. 56 de sus 6 Studien in Kanonischer Form, que juega con una serie de escaleras que se sobreponen entre ellas, repitiéndose con variaciones y creando un efecto envolvente que guía al oyente por el camino sinuoso de la melodía. En sus conciertos para piano, huyó de la forma tradicional de los tres movimientos (uno rápido, uno lento en medio y finalmente otro de rápido), centrándose, según los críticos, en “una fantasía concreta”. Un ejemplo es el Concierto para Piano en La menor, Op. 54, en el que se aprecia muy claramente la gran complejidad de las composiciones de Schumann y su capacidad de combinar graves y agudos en escaleras muy salteadas.

Schumann escribió múltiples composiciones para orquesta, música de cámara y música coral religiosa. Forma parte del máximo esplendor de la música romántica, de este estilo que iba hacia formas más libres. Del Romanticismo expresivo, a pesar de ser a veces melancólico y contenido, buscando despertar muchas sensaciones al público.
 

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