Critica

Cuba tiene nombre de música

02-03-2019

El viernes 22 de febrero en el Centro Cívico Trias i Peitx sonó un concierto titulado Ballant Cuba, programado dentro del XX Cicle Clàssica de les Corts y a cargo de la cantante Yadira Ferrer y la pianista María Lilia Cano. A través de un recorrido cronológico musical y literario, las intérpretes proponían una muestra de la cultura cubana.

De qué música hablamos cuando hablamos de música «clásica»? Y qué queremos decir cuando hablamos de música «popular» o «tradicional» o «moderna»? Solemos pensar que estas calificaciones son claras y aceptadas para todos pero a menudo obviamos que hay muchas composiciones que no encajan en ninguna de estas etiquetas, que hay tradiciones que eluden estos cajones europeos u occidentales. Y la tradición musical de Cuba es un buen ejemplo.

El concierto del viernes pasado proponía un recorrido a través de la historia cubana del siglo XIX y XX a partir de diferentes géneros relacionados con las danzas y otras formas musicales heredadas de Europa – de compositores cubanos que habían ido a estudiar a París – mezcladas con ritmos de raíces africanas. Como comentó Cano en un momento del concierto, «en Cuba hay una línea muy fina entre la música clásica y la música popular».

Estas músicas que ya no están pensadas para ser bailadas, sino para ser escuchadas, llevan el folclore a otro registro musical. Son canciones cadenciosas, añoradas y melancólicas pero también están llenas de fuerza, de identidad y de orgullo. Son melodías que explican mucho más de lo que dicen sus letras. Una ciudad multicultural y plurilingüe como Barcelona, habitada por gente venida de todo el mundo debería programar más a menudo conciertos que pongan el foco de atención a aquellas tradiciones que acoge y que también forman parte de su realidad.

Por otra parte, podríamos escribir un artículo entero – y seguramente mucho más – sobre el trabajo que llevan a cabo los centros cívicos: L’Auditori, el Liceu y el Palau de la Música son entidades que desarrollan una tarea indiscutiblemente necesaria para la ciudad de Barcelona y comarcas pero los centros cívicos, equipamientos sociales y culturales que, tercos, insisten en programar música de cámara o conciertos de lírica, también se merecen un cierto reconocimiento.

Por todo ello, este concierto se tejió a partir de una dinámica cercana entre las intérpretes y los asistentes: niños pequeños sentados en primera fila y parejas de jóvenes y no tan jóvenes escuchaban atentos las explicaciones que sirvieron de hilo conductor desde el inicio hasta el final y que hicieron extensivo el imaginario que rodeaba las canciones, creando un contexto que pusiera al alcance de aquellas personas menos familiarizadas, el mundo cubano.

Tanto Yadira Ferrer como María Lilia Cano tocaron el piano y cantaron, – y tocaron y cantaron al mismo tiempo – acompañandose en algunas de las canciones con pequeños instrumentos de percusión. Además, Mariona Casanovas al violín se sumó al dúo en algunas de las canciones. Con un corte intimista y sin pretensiones – y salvando algunos problemas de sonorización – las intérpretes nos mostraron una música sincera, cantada y tocada desde la realidad más cercana. Más allá del talento notorio de Cano al piano – a destacar La Conga de media noche de Ernesto Lecuona – o de la voz dulce y aterciopelada de Ferrer, – en una preciosa Danza de final de Siglo, de José M. Vitier, dedicada a Maria del Mar Bonet y con la letra en catalán – lo que hay que subrayar fue la capacidad comunicativa de ambas músicos.

En este sentido, pasaron de una minimalista Pensamiento de Teofilito a dos voces y a capella a una Cancion breve de Fowler de ritmos imposibles interpretada con elegancia y mucho gusto por Yadira Ferrer. De un irónico Chivo que rompe tambor del cantante y compositor Ignacio Villa, conocido con el nombre artístico de “Bola de nieve”, a una sentida y llena de ritmo Tabú de Margarita Lecuona, compuesta originalmente por Hollywood y muy versionada a lo largo de los años: «Si el negro mira la hembra blanca, tabú».

Cada bloque del concierto estaba separado con poesía de Cirilo Villaverde, Dulce M. Loynaz y Nicolás Guillén, autores cubanos que también tuvieron voz dentro de este concierto familiar.

Ferrer y Cano nos hicieron bailar Cuba al ritmo de contradanzas, danzas para piano, habaneras, boleros, cantos negros y rumbas y nos acercaron de esta manera una cultura que es imposible de explicar si no es a través de su música . Una música y unas canciones que bailan encima de la frontera que separa la música clásica y la música popular.


Foto: Yadira Ferrer, Maria Lilia Cano
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