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La Gran misa en Do menor

11-03-2020

En el marco de una nueva invitación a quien es principal director invitado desde la temporada 2017-18, esta vez en el marco del Barcelona Apertura Spring Festival, la Orquesta Sinfónica Camera Musicae volverá a ponerse a las órdenes del maestro Salvador Mas para interpretar un programa tan comprometido como contundente en que la primera de las suites orquestales de Bach hará de pórtico de la Gran misa en Do menor de Mozart.
El cantor de Santo Tomás de Leipzig comenzó a componer cuatro suites para orquesta probablemente poco después de llegar a la ciudad sajona pero el proceso se extendió a lo largo de un período de catorce años. La primera y quizás más atractiva de todas, que lleva el número de catálogo BWV 1066, encadena hasta siete danzas barrocas, algunas de las cuales contienen variaciones para la reexposición, propiciando así contrastes en texturas y velocidad, aunque no llevan indicación de tempo. Contiene también el único ejemplo bachiano de Forlán, una danza rápida en compás 6/4 originaria del norte de Italia y recogida por la tradición de la corte francesa.

Por su parte, la mozartiana Gran misa en do menor, número de catálogo K 427, obra emblemática de la música clásica litúrgica, refleja gran parte de los acontecimientos ocurridos en la vida del compositor alrededor del año 1781: la emancipación de el arzobispo Colloredo de Salzburgo, el traslado a Viena, la boda con Constanze Weber y el estudio de la música de Bach y Händel.

Así, los contrastes entre la austeridad del contrapunto barroco en los corazones y la gracia y lucimiento del estilo galante y operístico en los solistas -la línea de soprano, que contiene una de las arias más célebres, fue pensada para la su esposa- se suceden en una estructura de cantata en que el texto se divide para construir una obra en varios movimientos que adquiere proporciones monumentales y que nace sin un encargo oficial.

Inacabada por falta de tiempo o de compromiso, se estrenó -y interpretó por única vez en vida de Mozart- en 1783 en la abadía de San Pedro de Salzburgo, y ha motivado numerosas reconstrucciones y ediciones hasta nuestros días. A pesar de esta circunstancia, el eclecticismo de esta misa grandiosa celebra con alegría y reverencia los fundamentos de la creencia católica romana a diferencia de las modestas misas de juventud que responden a los requisitos del arzobispo a quien el compositor se ve ligado.

Sea como sea, la Gran Misa en do menor contribuye decisivamente a la divergencia de teorías sobre la religiosidad y devoción de Mozart, entre los que defienden la docena larga de arreglos brevis acabados y quienes hacen notar que, precisamente como artista libre, el compositor no acaba ninguna otra obra litúrgica, ni siquiera el Réquiem, excepto el motete Ave verum ‘escrito el mismo año de su muerte.

Foto 1: Orquesta camera musicae


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Pau Requena
Pau Requena
Redactor
@RequenaPau